Por Patrick Oppmann

La Habana (CNN) — Louis y Bonnie Waterer dedicarán su retiro a llenar sus pasaportes. “Hay un montón de personas que tratan de visitar 100 países antes de morir”, explicó Louis. “Para nosotros este es el número 92”. El número 92 para los Waterer es Cuba.

Sin embargo, hasta hace algunos años, viajar a Cuba hubiera sido poco menos que imposible, hasta para los viajeros intrépidos como los Waterer.

Después de que Fidel Castro asumió el poder en 1959, Cuba pasó de ser el destino favorito de los estadounidenses a ser un destino prohibido. Las relaciones diplomáticas y los viajes directos entre Estados Unidos y Cuba se suspendieron. Los ciudadanos estadounidenses que invertían dinero en la isla eran sujetos a fuertes multas por “negociar con el enemigo”.

Sin embargo, tras décadas de salidas en falso, el gobierno de Obama ha reimplantado los viajes legales a Cuba como una vía para llegar al pueblo cubano. Se le llama viaje “persona a persona”, y como casi todo lo que tiene que ver con Cuba, la política y la controversia están involucradas.

“Cada viajero debe tener un itinerario de tiempo completo para las actividades de intercambio educativo que tenga como resultado la interacción significativa entre los viajeros y las personas en Cuba”, indica la guía de viajes persona a persona del departamento del Tesoro de Estados Unidos.

Mientras que la medida ha desatado el debate acerca del significado de un intercambio “significativo”, una avalancha de operadores turísticos ha entrado en el aún incierto mundo de los viajes a Cuba.

Los estadounidenses que estén interesados en visitar Cuba reciben gratis discos de música cubana e itinerarios que contemplan fiestas de bienvenida organizadas por los Comités para la Defensa de la Revolución, grupos comunitarios de vigilancia creados originalmente con la intención de frustrar una invasión estadounidense.

Los visitantes estadounidenses que vayan a Cuba en un viaje persona a persona no deberían planear pasar mucho tiempo en la playa. Según los lineamientos del Tesoro, los operadores turísticos deben planear prácticamente cada momento del viaje; los viajes “persona a persona” excluyen relajarse junto a la alberca disfrutando de una bebida adornada con una sombrilla, al menos en teoría.

La mayoría de los estadounidenses que se dirigen a Cuba van con el deseo de establecer una conexión con la gente con la que se les ha prohibido tener contacto por generaciones, de acuerdo con Tom Popper, presidente del operador turístico Insight Cuba. “Es increíble que estemos reuniendo a los estadounidenses y a los cubanos”, dijo Popper. “Es una experiencia de viaje para los estadounidenses, es increíble para los cubanos. Algunas personas en ciertas partes de Cuba a las que vamos nunca han visto un estadounidense”.

Los viajes persona a persona no son baratos ni sencillos. El viaje “Fin de semana en La Habana”, de cuatro noches, operado por Insight Cuba, cuesta cerca de 2,000 dólares por persona, sin el boleto de avión. Popper dijo que el viaje es caro debido a que los operadores tienen que enviar guías con sus grupos para asegurarse de que cumplan con las regulaciones del viaje, y que renovar las licencias estadounidenses cada año puede tomar meses de navegar en las complicadas aguas de la burocracia.

Este verano, muchos operadores se preguntaron si los viajes persona a persona terminarían por completo, luego de que el departamento del Tesoro empezara a negar los permisos a los operadores o simplemente no respondía a las solicitudes de renovación.

Varios operadores turísticos se pusieron en contacto con CNN y declararon que el proceso pudo haberse estancado porque la solicitud de renovación ahora cuenta con cerca de 200 páginas y requiere que los operadores detallen cómo cada parada del itinerario fomenta la amistad entre los estadounidenses y los cubanos.

“Haces lo que se supone que tienes que hacer y cambian las reglas en el proceso. Los lineamientos son vagos”, dijo Michael Sykes, quien dirigía la hoy extinta agencia Cuba Cultural Tours. Sykes despidió a cuatro empleados luego de que su permiso expirara en julio y se le negara la renovación.

“El lenguaje es tan críptico y burocrático”, dijo. “No cualquier persona puede hacerlo, tienes que entender el idioma secreto”. Ahora Sykes ha contratado a lo que llama un abogado “endiabladamente caro” para que lo guíe a través del proceso y espera que para finales de año esté organizando viajes a Cuba de nueva cuenta.

Algunos de los operadores declararon que pensaban que el bloqueo a los permisos surge de las presiones políticas, en particular del senador republicano por Florida, Marco Rubio, quien es de origen cubano y es feroz crítico de los viajes.

“Estos viajes son meramente turísticos, es turismo”, dijo Rubio ante el Senado el año pasado. “La razón por la que esto es un problema es porque se da dinero al gobierno de Castro”.

Jeff Braunger, funcionario del departamento del Tesoro, encargado del programa de permisos para Cuba, dijo a través de un correo electrónico que el departamento ha autorizado permisos para 180 operadores turísticos que cumplen con la ley.

“Revisamos los criterios de las solicitudes para permisos para que los solicitantes entiendan la seriedad de los requisitos del programa de permisos para viajes persona a persona, en parte porque hemos recibido reportes relativos a los viajes sujetos a estos permisos”, escribió Braunger.

Sin embargo, algunos de los operadores dijeron que los viajes a Cuba son cada vez más engorrosos y caros pero las políticas no mejoran. Un organizador de viajes mencionó el viaje de un competidor al que se le concedió recientemente el permiso, en el que se incluía un día de buceo. “Se supone que es persona a persona, no persona a pez”, dijo el operador.

También del lado cubano existen complicaciones, de acuerdo con los operadores. El mes pasado, el gobierno cubano canceló abruptamente los permisos de aterrizaje de dos compañías estadounidenses de vuelos de alquiler que operaban viajes hacia la isla, aduciendo un problema de pagos.

Sin embargo, los operadores turísticos dijeron que vale la pena soportar las penurias con tal de tener la oportunidad de participar antes que nadie en el turismo estadounidense en Cuba, que seguramente tendrá un auge una vez que se levante el embargo.

“Estamos de nuevo en operaciones y esperamos seguir así”, dijo el presidente de Insight Cuba, Tom Popper. Popper tuvo que despedir a 22 personas mientras esperaba durante 22 meses la renovación del permiso de la empresa; desde entonces ha recontratado a 17.

Durante un viaje organizado por Insight Cuba, el mes pasado, 12 estadounidenses pasaron toda la mañana hablando con los cubanos en un proyecto de arte comunitario.

Michael Pettit, un abogado de Charlestown, Carolina del Sur, dijo estar sorprendido por los muchos contrastes que encontró en Cuba durante su primer viaje persona a persona, efectuado en mayo.

“Amo Cuba”, dijo. “La historia, la música, la gente, las fotografías; todo es hermoso”. Pettit dijo que la política y la incertidumbre que rodea a los viajes a Cuba desde Estados Unidos lo persuadieron de reservar otro viaje de inmediato. “Una de las razones por las que regresé es que nunca sabes cuando podrás volver a ir legalmente”.