La CIA secretamente llevó a detenidos a centros en Lituania, Marruecos, Polonia, Rumania y Tailandia, Afganistán y Guantánamo.

Por Jamie Crawford

(CNN) — Unos 54 países han participado en los programas en el extranjero de detención y entrega de sospechosos supervisados por la CIA luego de los atentados de 2001, según un nuevo informe del grupo de derechos humanos Open Society Justice Initiative.

El reporte es una revisión amplia de un esquema que se ha mantenido en gran parte oculto, a pesar del reconocimiento oficial del ex presidente George W. Bush y otros funcionarios estadounidenses.

De acuerdo con el documento, 136 personas han sido sometidas al traslado por parte de Estados Unidos a otro país para ser interrogadas o al encarcelamiento en alguna prisión dirigida por la CIA en países del tercer mundo.

“La consecuencia de tener tantos socios que participan en estas operaciones es que Estados Unidos está expuesto a la vergüenza continua, la responsabilidad y la censura en múltiples jurisdicciones fuera de Estados Unidos”, dijo a CNN Amrit Singh, autor del reporte.

Los resultados se obtuvieron de fuentes públicas, incluidos los documentos de los gobiernos de Estados Unidos y extranjeros, las investigaciones del Parlamento Europeo y del Consejo de Europa, así como los hallazgos de las investigaciones sobre derechos humanos e informes de prensa.

La CIA secretamente llevó a detenidos a centros en Lituania, Marruecos, Polonia, Rumania y Tailandia, además de Afganistán y la Bahía de Guantánamo, Cuba, según el informe.

El informe también señaló que países como Azerbaiyán, Canadá, Dinamarca, Malawi, Kenia, Zimbabwe, Malasia y Sri Lanka participaron a través de interrogatorios, tortura o en la captura de sospechosos de terrorismo.

Además, la cooperación implica permitir el uso del espacio aéreo para aviones con derecho a sobrevuelo que llevan a sospechosos de terrorismo.

Los resultados incluyen los informes de una prisión secreta en Somalia dirigida con apoyo de la CIA, además de una detención secreta de dos meses de un sospechoso de terrorismo a bordo de un buque de la Marina de EU.

El año pasado, el Tribunal Supremo italiano confirmó las condenas de 23 estadounidenses juzgados en ausencia por el secuestro de un clérigo musulmán en las calles de Milán.

Por otra parte, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos sostuvo recientemente que el gobierno de Macedonia violó los derechos de Khaled El Masri, ciudadano alemán que denunció el secuestro de la CIA en Macedonia y lo envió para su interrogatorio en Afganistán como parte de una investigación sobre terrorismo.

La Corte Suprema de EU había rechazado escuchar el caso de El-Masri, luego que tribunales federales inferiores rechazaron las demandas.

Las consecuencias de casos como el de El-Masri, según Singh, es que “los gobiernos estarán cada vez más reacios a cooperar con Estados Unidos en las operaciones de lucha contra el terrorismo que podrían exponerlos a la responsabilidad”.

En 2009, el presidente Barack Obama emitió una orden ejecutiva que rechazó el uso de la tortura, prohibió el uso de técnicas externas de interrogación para sospechosos de terrorismo y ordenó el cierre de centros de detención secretos, aunque no repudió la práctica de las entregas de prisioneros.

“De hecho, la orden era específicamente para permitir la detención a corto plazo con fines de entrega extraordinaria”, dijo Singh.

Los partidarios de los programas de entregas extraordinarias y detenciones dicen que son un componente importante de la política de seguridad nacional en el entorno de amenazas inciertas debido a los ataques del 2001.

“Todo lo que estaba previsto después del 9/11 nunca pasó”, dijo Marc Thiessen, jefe redactor de discursos para el presidente George W. Bush a CNN. “Hoy en día, la gente se sienta detrás de la seguridad de una docena de años desde el 9/11 y juzga lo que la CIA hizo en aquel entonces. Pero la realidad es que sin ello, no habrían sido 12 años sin un ataque terrorista”.

En diciembre, el Comité de Inteligencia del Senado votó a favor de aprobar un informe amplio sobre las detenciones de la CIA y las políticas de interrogación que todavía son clasificadas.

El asunto probablemente surgirá en la audiencia para la confirmación de John Brennan, quien ha sido nominado para ser el próximo director de la CIA.

Durante una entrevista en 2005, él definió la práctica como una “herramienta absolutamente vital” en la lucha contra el terrorismo.