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Por Adriana Noreña, especial para CNN en Español

Nota del Editor: Adriana Noreña es directora general de Google para Hispanoamérica.

Es evidente que la tecnología hoy representa uno de los más importantes factores para lograr la igualdad de oportunidades. Sin embargo, la revolución digital no ha alcanzado verdaderamente a todos.De acuerdo con un reciente estudio de Intel, en los países en vías de desarrollo, las mujeres tienen 25% menos acceso a internet que los hombres.

Así, este año, el Día Internacional de la Mujer presenta una excelente oportunidad para reflexionar acerca de esta y otras situaciones a nivel general que cristalizan el lugar que el mundo contemporáneo reserva para las mujeres en relación con el acceso a las nuevas tecnologías.

Apenas comenzamos a indagar, encontramos dos factores centrales para la visibilidad de esta brecha, en la que se entrelazan lo genérico y lo digital: el nivel educativo y el estatus laboral de las mujeres en cuestión. En las carreras de informática avanzada de los Estados Unidos, las plazas que corresponden a estudiantes mujeres representan menos del 15%; y en los sectores de la industria ligados a las nuevas tecnologías, como es el caso de distintas ramas de la ingeniería, menos de un tercio de los puestos de trabajo están ocupados por mujeres. Frente a estos datos, cabe recordar que más de la mitad de la población mundial son mujeres.

Según el estudio de Intel ya mencionado, en América Latina, la brecha de género en cuanto a acceso a Internet comporta una diferencia del 9%. A pesar de que se trata de una cifra menor que su respectiva a nivel mundial, no deja de señalar un problema alarmante que es necesario superar, algo sólo posible mediante la educación.

En la construcción y el sostenimiento de la desigualdad entre hombres y mujeres, son determinantes las diferentes capacidades para el uso de las herramientas tecnológicas. Esto significa que para utilizarlas no sólo hacen falta computadoras, teléfonos inteligentes y otros dispositivos, sino que además se debe tener acceso a instancias educativas que instruyan en su uso.

El esfuerzo por dejar atrás la brecha genérico-tecnológica debe orientarse hacia la inclusión de las mujeres en el ámbito digital desde su juventud. En esta dirección, Google desarrolla en todo el mundo, con resultados muy positivos, diferentes programas destinados a capacitación.

Algunas de estas iniciativas incluyen el Technovation Challenge, programa que brinda la oportunidad de explorar el campo de las ciencias informáticas a mujeres jóvenes que cursan estudios secundarios, y el Mind the gap program, en busca propiciar que las mujeres se especialicen en áreas de ingeniería.

Es fundamental que no dejen de desarrollarse proyectos de este tipo, que apuntan a un acceso igualitario no sólo a los dispositivos tecnológicos, sino además a los conocimientos para trabajar con ellos, algo particularmente necesario en este momento para América Latina.

Más allá de este 8 de marzo, es importante recordar que la igualdad de oportunidades para todas las personas es un punto clave en el crecimiento de los países y las regiones. Con cerca de 50 millones de mujeres jóvenes activas en edad laboral, Latinoamérica tiene frente a sí una muestra de su abrumador potencial.

Tal como lo reporta la firma de consultoría McKinsey en su reporte “Women Matter” (Importancia de las Mujeres), las empresas que cuentan con mayor número de mujeres en su comité ejecutivo generan mejores resultados financieros y operativos (en un 41 por ciento y en 56 por ciento respectivamente) comparado con aquellas donde las mujeres no son parte del equipo directivo. Sólo resta poner manos a la obra en nombre del igualitarismo para poder aprovechar, lo antes posible, toda la fuerza de ese caudal.

(Las opiniones expresadas en este texto pertenecen exclusivamente solo a Adriana Noreña)