Por Christopher M. Bellitto, especial para CNN

Nota del Editor: Christopher M. Bellitto, presidente y profesor adjunto de Historia en la Universidad Kean en Union, Nueva Jersey, es el autor del libro “101 Questions and Answers on Popes and the Papacy” (“101 preguntas y respuestas sobre los papas y el papado”).

(CNN) – Para una institución que se mueve con la velocidad de un glaciar, hacer un análisis instantáneo es tan imposible como desaconsejable. Sin embargo, las primeras impresiones son importantes. La primera vez que vimos al nuevo papa fue curiosamente desconcertante. Se quedó impasible e impertérrito. Parecía aturdido, casi no mostró reacción alguna, salvo tal vez una de asombro o incluso de miedo.

De repente, pareció abrir desmesuradamente los ojos, como si estuviera mirando realmente el cargo para el que había sido elegido hacía menos de una hora. Entonces habló, no con el poder de la fuerza física o la energía, sino con algo más poderoso: humildad.

Con la elección del cardenal Jorge Mario Bergoglio de Buenos Aires como papa, la Iglesia Católica Romana inicia en el siguiente capítulo de su historia. Sin embargo, como suele suceder con la Iglesia, esta se vuelve hacia su pasado en busca de inspiración e incluso de innovación. Así que tenemos al primer papa electo perteneciente a la Compañía de Jesús —mejor conocidos como los jesuitas— que fue fundada por Ignacio de Loyola en el siglo XVI, cuando el catolicismo se recuperaba de los desafíos de los protestantes.

Sin embargo, este jesuita toma el nombre Francisco en honor al humilde servidor del pueblo medieval de Asís, quien estableció la orden franciscana 300 años antes de Ignacio de Loyola.

Francisco salió al balcón con la palabra “obispo” en sus labios, más que con “papa” o “pontífice”. Se refirió a sí mismo como obispo de Roma y se refirió a Benedicto XVI no como papa retirado, sino como obispo emérito. Hubo algo auténtico en la forma en la que se refería al viaje de la fe como el viaje que él y los fieles toman juntos en amor y confianza. Pidió ayuda y el favor de la oración, pero este no fue el típico “recen por mí”. El papa Francisco se inclinó para recibir los rezos del pueblo de Dios al que ahora sirve.

Si analizamos lo que ha ocurrido durante el mes en el que los católicos, los observadores del Vaticano y los cardenales han hecho un examen de conciencia, ¿a qué se enfrenta Francisco ? ¿Qué hará con base en su propia experiencia?

En las reuniones que los cardenales sostuvieron antes del cónclave, aparentemente se revelaron las características específicas del candidato; sin embargo, los rumores y filtraciones parecen haber sido infundados. Este hombre tiene 76 años y no 60. No ha trabajado de tiempo completo en la dirigencia del Vaticano, conocida como curia, lo que de inmediato generó dudas sobre cómo va a reformar la administración central de la institución.

Al menos inicialmente y con el tiempo medido, es difícil descubrir cómo actuó cuando se enfrentó al escándalo de abuso sexual en el clero, aunque hemos sabido que en América Latina esta terrible situación ha ocurrido con menos frecuencia que en Estados Unidos e Irlanda.

Francisco parece ser una persona moderada, respetable y que puede trabajar con personas de todos los ámbitos de la gama ideológica. Tiene buenas relaciones con la organización conservadora Comunione e Liberazione y sin embargo, al igual que Juan Pablo II, adopta el dinámico sentido de equidad y de justicia de la Iglesia cuando se trata de los pobres y la clase media excluida por el capitalismo desenfrenado y su tentación gemela, el evangelio de la prosperidad. Como arzobispo, tomaba un autobús hacia el trabajo y vivía en un departamento pequeño.

Al igual que Ignacio de Loyola, es famoso por usar su mente para resolver los problemas, pero toma las decisiones con el corazón. Como Francisco de Asís, opera en el mundo del clero ordenando al tiempo sin dejarse absorber por los intereses del rango y por los privilegios del clero.

Así, al menos a primera vista, parece que el papa Francisco traerá la autenticidad y la credibilidad personal. Ambos son precursores esenciales para el cambio. Muchas personas quieren un cambio, es cierto, pero cualquier propuesta que pudiera o no presentarse carecerá de significado a menos que un nuevo espíritu de credibilidad y confianza fluya por las corrientes del Tíber y cruce todos los océanos del planeta hasta llegar a los 1.200 millones de católicos del mundo.

Desde hace demasiado tiempo, parece que en la curia lo único que importa es el poder, que no es lo mismo que la autoridad auténtica. Los pueblos responden con amor duradero a la autoridad, pero responden al poder con miedo, aunque sea temporalmente. Desde hace demasiado tiempo, los feligreses se han sentido distanciados de sus sacerdotes, de los obispos y del Vaticano. Ese no es el evangelio de amor y servicio que Jesús predicó. Sin embargo, es precisamente el evangelio que Francisco de Asís e Ignacio de Loyola aprendieron de Jesús y compartieron con el mundo a través de sus palabras y sus obras.

Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Christopher M. Bellitto.