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(CNN) – Tras pasar 22 años en el corredor de la muerte, Debra Milke está cerca de alcanzar la libertad.

Un jurado sentenció a la mujer de Arizona, hoy de 49 años, por asesinato, conspiración, abuso y secuestro en octubre de 1990, un año después de que su hijo de cuatro años fuera hallado muerto. Unos meses después, un juez la condenó a la pena capital.

Sin embargo, la sentencia fue desestimada este jueves por un juez de un tribunal de apelaciones. Justificando su decisión, el juez Alex Kozinski de la Novena Corte de Apelaciones de los Estados Unidos subrayó el “historial de mala conducta” del testigo clave, un detective de policía de la ciudad de Phoenix.

“La Constitución requiere un juicio justo; esto nunca ocurrió en el caso de Milke”, escribió Kozinski.

Un día después de visitar a Santa Claus en un centro comercial, el pequeño Christopher Milke le preguntó a su madre si podía ir de nuevo. Ese era el plan, señaló Debra, cuando el niño se subió al auto con su compañero de cuarto, James Styers.

Styers luego levantó a un amigo, “pero en vez de dirigirse al centro comercial, los dos hombres llevaron al niño a un barranco fuera de la ciudad; allí Styers le disparó tres veces en la cabeza a Christopher”, según el resumen del caso de Kozinzki. Styers fue condenado por asesinato de primer grado y sentenciado a muerte.

El detective de policía, Armando Saldate, indicó que el amigo le dijo que Debra Milke estaba involucrada en un complot para matar a su hijo. Pero ni el amigo ni Styers testificaron en ese sentido en el tribunal.

De hecho, ningún otro testigo o evidencia vincularon a Milke con el crimen. Luego de confesarse no culpable, Milke atravesó el juicio e intentó persuadir al jurado de que su testimonio, y no el del policía, era el verdadero.

“El juicio fue, en esencia, una competencia ente lo que juraba uno y otro”, dijo Kozinski.

El policía testificó que “no lo convenció” la reacción de Milke cuando le informó que su hijo estaba muerto. Luego, Saldate arrestó a Milke. En un interrogatorio posterior, el policía dijo que la mujer confesó que su participación en el complot había sido “una mala decisión consciente”.

Pero Milke ofreció un punto de vista totalmente distinto del encuentro y negó haber confesado cualquier participación en el caso.

No hay ningún tipo de registro del interrogatorio, no había más testigos en la habitación y Saldate dijo que tiró sus anotaciones poco después de completar el informe.

“El juez y el jurado le creyeron a Saldate”, sostuvo Kozinski sobre el veredicto y la sentencia. “Pero no conocían el largo historial de mala conducta y de mentir bajo juramento de Saldate”, agregó el magistrado.

Específicamente, el juez destacó que el agente había sido suspendido por cinco días por sobrepasarse con una conductora y mentir sobre ello a sus supervisores, que cuatro confesiones de Saldate habían sido descartadas por mentir bajo juramento y que jueces habían desechado cuatro confesiones de testigos porque Saldate había violado derechos constitucionales.

“El estado conocía la existencia de estas evidencias y estaba obligado a publicar estos documentos”, indicó Kozinski. “No hay dudas de que el estado falló en sus obligaciones constitucionales”, agregó.

El juez le ordenó al estado entregar los registros personales de Saldate a los abogados de Milke, luego de lo cual un oficial deberá jurar que nada haya sido “omitido, perdido o destruido”.

Una vez que esto ocurra, un tribunal deberá poner en libertad a Milke, a menos que los fiscales decidan en un plazo de 30 días someter nuevamente a juicio a la mujer.

“Está en juego la vida de Milke”, concluyó Kozinski, explicando la importancia de la decisión de anular sus acusaciones.