María del Tránsito Díaz sostiene fotos del papa Francisco en Buenos Aires, un día después de su elección como pontífice.

Por Wendy Selene Pérez

(CNNMéxico) – Fueron vecinos en Buenos Aires durante casi nueve años. Estuvieron frente a frente, con tan solo la Plaza de Mayo de por medio: los Kirchner en la Casa Rosada y el cardenal Jorge Bergoglio en la Catedral Metropolitana. Muy cercanos físicamente, pero fríos y lejanos en sus relaciones.

“Han sido relaciones muy tensas y conflictivas, porque Bergoglio se ha opuesto a los avances del proyecto nacional y popular kirchnerista, que implica una autonomía del Estado con respecto a la Iglesia”, expone Rubén Dri, profesor de Sociología de la Religión en la Universidad de Buenos Aires.

“Hay determinados temas donde la Iglesia se considera maestra y que debe ser obedecida por el Estado, como la educación y todo lo que tiene que ver con lo moral, fundamentalmente con el sexo: la familia, el matrimonio, la cuestión de la posibilidad del aborto, el matrimonio igualitario, las relaciones extramatrimoniales”.

En mayo de 2004, cuando Néstor Kirchner tenía un año como presidente, Bergoglio desde la homilía habló de la necesidad de más diálogo político; criticó la intolerancia, “el exhibicionismo y los anuncios estridentes”, lo que generó molestia en el gobierno oficial.

Una de las primeras acciones de Kirchner, un peronista combativo que llegó al poder con una política de defensa de los derechos humanos, fue impulsar juicios a los responsables por crímenes de lesa humanidad que sucedieron durante los años de la dictadura militar.

Un año después, en 2005, Kirchner rompió con la tradición y no acudió al Tedéum, un acto religioso que cada 25 de mayo se celebra en Argentina para conmemorar la Independencia del país, la Revolución de Mayo. Bergoglio canceló en el Tedéum, pero no tardó en hablar de “partidocracia” y de un “internismo faccioso”. A partir de ese año los Kirchner comenzaron a asistir a Tedéums fuera de la Capital Federal mientras que el cardenal volvió a celebrarlos en la catedral metropolitana, ya sin la presencia del presidente Néstor y su esposa Cristina Fernández.

“Todo comenzó con el proyecto de los Kirchner de darle autonomía al Estado, que implicaba un enfrentamiento sobre todo con las corporaciones de poder: la militar, la económica, la mediática y la eclesiástica, que no deja de ser una corporación. No todo se dio al mismo tiempo, pero se fue dando”, resume Dri, también filósofo y teólogo de la liberación, uno de los más críticos del nuevo papa.

Para otro especialista, tuvo que ver la personalidad de Bergoglio. “Es una persona muy circunspecta, muy humilde, de un perfil muy bajo, y obviamente criticó algunos de los hechos del matrimonio Kirchner que no le gustaron”, opina Norberto Casani, director del instituto de Relaciones Internacionales de la Universidad de La Plata.

En sus homilías, Bergoglio con frecuencia aludía a la situación política y económica, que merecieron respuestas por parte de Néstor Kirchner, señala Julio Burdman, politólogo y profesor de la Universidad de Belgrano.

“Los derechos humanos se violan no solo por el terrorismo, la represión, los asesinatos, sino también por la existencia de condiciones de extrema pobreza y de condiciones económicas injustas que originan las grandes desigualdades”, dijo en septiembre de 2009 el Arzobispo de Buenos Aires, después de una serie de notas que habían publicado los medios argentinos sobre el crecimiento en la fortuna de los Kirchner.

La fractura por el caso del obispo castrense

En 2005, días antes de que Kirchner decidiera romper la tradición de ir al Tedéum en catedral, el obispo Antonio Baseotto desató un escándalo nacional al criticar al presidente por su posición a favor de la despenalización del aborto y por el reparto de 10 millones de preservativos. Baseotto decidió enviarle una carta al entonces ministro de Salud, Ginés González García, en la que aludía a una cita bíblica que Jesús pronunció: “Quienes escandalizan a los pequeños merecen que le cuelguen una piedra de molino al cuello y lo tiren al mar”.

“Aquí hay todo un problema que se agudizó con la dictadura genocida, con el poder militar que secuestró y torturó con la legitimación que le daba la Iglesia católica. El obispo castrense, como obispo de las fuerzas armadas, fue desautorizado por el gobierno porque el enfrentamiento con el ministro de Salud. Echar al mar es un símbolo muy fuerte, se sabe muy bien que en la Argentina los militares echaban al mar a los prisioneros”, dice el teólogo Rubén Dri.

El gobierno de Kirchner decidió sacar a Baseotto del cargo en marzo de 2005, pero el Vaticano no aceptó la decisión. En esa ocasión, Bergoglio intentó deslindarse del comportamiento de Baseotto, pero el caso terminó de romper las relaciones Iglesia-Estado.

“Más allá de estos roces, ninguno de los gobiernos de la democracia modificó sustancialmente la relación con la Iglesia, que sigue siendo influyente en Argentina”, dice el politólogo Burdman.

El Estado argentino sigue sosteniendo económicamente a la Iglesia católica con los impuestos de la población. Estos gastos, a pesar de las diferencias, nunca fueron recortados. El Artículo 2° de la Constitución de Argentina lo establece: “El Gobierno federal sostiene el culto católico apostólico romano”.

El gobierno argentino se encarga del sueldo de los obispos, de sus jubilaciones y del sostenimiento de los colegios católicos privados. Algo que no sucede en Brasil o México, por ejemplo, dos países latinoamericanos con mayor número de católicos, pero con una separación, al menos en lo constitucional, entre el Estado y la Iglesia.

Más “moderado” con Cristina que con Néstor

En 2007, cuando Cristina Kirchner sucedió a su esposo en el cargo, tuvo un encuentro con el cardenal Bergoglio. Siguieron distantes, pero nunca igual que con su marido. “La relación se moderó con Cristina Kirchner, quien es más católica que su esposo”, dice Burdman.

“Kirchner veía a Bergoglio como a un político, un articulador de la oposición, antes que como un sacerdote. El pico de la tensión se alcanzó tras la aprobación de la ley de matrimonio entre personas del mismo sexo; Bergoglio convocó a una ‘guerra de Dios’ contra la ley”.

El cardenal mandó una carta a las monjas carmelitas de Buenos Aires en junio de 2010, donde les decía que no se trataba de un simple lucha política, que el pueblo argentino estaba a punto de enfrentar algo que hería gravemente a las familias. “Escribió que estaba en riesgo “la vida de tantos niños que serán discriminados de antemano privándolos de la maduración humana que Dios quiso que se diera con un padre y una madre”. Y les pidió orar por los diputados: “Que ellos nos socorran, defiendan y acompañen en esta guerra de Dios’”.

En 2011, Bergoglio tomó como bandera la lucha contra las uniones matrimoniales entre personas del mismo sexo, organizó marchas y envió una carta a todos los sacerdotes para pedirles que durante sus misas hablaran “del bien inalterable del matrimonio y de la familia”.

En este tema no sólo se confrontó con la presidenta, también con el alcalde de Buenos Aires, Mauricio Macri, militante del PRO, un partido confrontado con el kirchnerismo. Macri decidió que tampoco iría ese año al Tedéum en la catedral. Bergoglio después criticó los “delirios de grandeza”. Pero con Macri no pasó a mayores, este miércoles, visiblemente emocionado, dijo para la televisora local: “Es muy inspirador lo que estamos viviendo”. Se refirió al papa Francisco como un hombre “muy interesado en todo lo que refiere a lo social, en temas de educación, pobreza y villas”.

A finales de 2011, el sacerdote jesuita dejó de ser el presidente de la Conferencia del Episcopado Argentino. Había cumplido sus seis años en el cargo, en el que se le veía caminar y andar en colectivo o en metro para ir a visitar las villas miseria.

En la actualidad, en Argentina sigue el debate para despenalizar el aborto, un asunto que ha generado más división entre distintos sectores de la población que entre Bergoglio y la presidenta Cristina.

Las expectativas de la relación

Casi una hora más tarde del nombramiento del papa Francisco, Cristina Fernández le envió un mensaje distante y burocrático: “Va a haber un Papa que pertenece a Latinoamérica, y le deseamos de corazón a Francisco que logre un mayor grado de fraternidad entre los pueblos”. El contexto de la declaración fue un acto en Tecnópolis, donde los asistentes kirchneristas comenzaron con los abucheos. La presidenta argentina dijo que viajará el martes 19 de marzo a Roma, para estar presente en la ceremonia donde Bergoglio asumirá como máximo jerarca de la Iglesia católica.

Los especialistas dicen que habrá que ver cómo se conduce ahora el cardenal desde el Vaticano. “Como papa, Francisco tendrá una relación diferente con Argentina, el cardenal podrá ser muy afectivo desde los sentimientos pero ya es un pastor universal, no puede ser una relación tan estrecha y tampoco tan tirante”, opina Casani.

El filósofo Dri no está tan seguro y plantea dos escenarios. Uno donde el papa Francisco pretenda tener más injerencia desde el Vaticano en el Estado argentino y otro donde no tenga el tiempo suficiente para intervenir en el país, porque sus preocupaciones serán mayores y mundiales. Por ahora, la fiesta en Argentina le ha ganado a las críticas, donde la gente celebra como si hubieran ganado un Mundial de Futbol.

Eloísa Capurro contribuyó con este reportaje.

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