(CNN) — Por un momento, la conversación nerviosa, los crujidos de la ropa deportiva y los empujones joviales callaron. El silencio se hizo entre los 36.000 competidores que pocos minutos antes se reorganizaban impacientemente para el inicio del maratón de Londres.
Durante 30 segundos el sol de primavera cayó sobre las cabezas inclinadas, un mar de cintas negras se veían en los pechos de los corredores, para recordar a aquellos que nunca tuvieron la oportunidad de cruzar la línea de meta.
Es una imagen tierna y profundamente inquietante y diferente a todo lo visto en los 32 años de historia de la carrera londinense. Y esto significaba que no sería sólo otro un maratón de Londres.
Seis días después del maratón de Boston, que se vio sacudido por el atentado que mató a tres personas e hirió a más de 180, la capital británica organizó su propia carrera más importante.
El de Londres es el primera maratón internacional luego de Boston, y el ataque que envió a miles de personas que se enfrentaron al terror entre calles humeantes calles y mesas patas arriba. Parecía que la imagen estaba en las mentes de los competidores en silencio mientras esperaban el pistoletazo de salida.
“El maratón es un deporte global. Une a corredores y seguidores en todos los continentes en busca de un desafío común, y en el espíritu de la amistad y el compañerismo” dijo Geoff Wightman, comentarista del evento a través de los altavoces antes del medio minuto de silencio.
“Esta semana la familia mundial del maratón estaba conmocionada y entristecida por los hechos ocurridos en el maratón de Boston. En unos momentos un silbato sonará y vamos a unirnos en silencio para recordar a nuestros amigos y colegas para quienes un día de alegría se convirtió en un día de la tristeza”.
Entre los corredores hubo un sentimiento de humildad, por aquel pensamiento de que aquellas víctimas de Boston pudieron ser las de Londres. También hubo una determinación de completar la carrera, tanto por una satisfacción propia como por aquellos que no pudieron.
Por cada competidor que cruzó la línea de meta, los organizadores donarán tres dólares al Fondo Único de Boston, creado para recaudar donativos para las víctimas de las explosiones.
Junto con los estrafalarios trajes habituales —un hombre vestido con un sombrero de Abraham Lincoln y la barba se ganó el respeto tanto por su valentía como por su a locura—, hubo recuerdos de la tragedia de Boston. Casi todos llevaban cintas negras de solidaridad, y muchos también personalizaron sus playeras con el nombre de “Boston”.
El norirlandés Barry McCann fue uno de esos corredores. El atleta de 27 años, originario de Belfast, trabajaba con su compañía de gestión de activos en Boston la semana pasada, cuando el ataque sacudió la ciudad. “Fue una carnicería, todo el lugar estaba asegurado”, dijo a CNN. “Todo el mundo ha sido muy generoso apoyándonos. Esto totalmente te hace más decidido a demostrarles (a los terroristas) de que el terrorismo no funciona”.
Bill Higgins, de 62 años y vestido con una playera con estrellas y rayas, y originario de Fullerton, California, luchó contra las lágrimas mientras hablaba sobre el impacto de los atentados en Boston en la comunidad internacional de carreras. Este fue maratón su competencia 84 y dijo que había muchas personas interesadas en patrocinar su carrera. “He corrido Boston en tres ocasiones y el ataque realmente dio en el blanco”, dijo a CNN. “La gente sigue enviándome correos electrónicos con ‘Nunca te rindas’ y ‘No tengas miedo’”.
Los amigos John O’Flynn y John Gately, de Cork en Irlanda, tienen familia en Boston, y no pensaban en competir en Londres. Pero tras el atentado de la semana pasada cambiaron de opinión. “Los ataques me hicieron perder fe en la humanidad”, dijo Gately a CNN. “Yo hago un montón de maratones y hoy hay una enorme solidaridad aquí”.
Del mismo modo, el corredor británico Kristen Harrison, de 24 años, llevaba una camiseta con el lema “Por Boston”, mientras se preparaba para competir en su quinto maratón. “Quería apoyarlos”, dijo a CNN. “La comunidad de corredores es muy fuerte y creo que todos estábamos en estado de shock después de lo ocurrido.
Las multitudes salieron a animar el maratón, mientras los corredores se abrían paso entre algunos de los monumentos más emblemáticos de Londres, como el Tower Bridge, la Catedral de San Pablo y Westminster, antes de terminar cerca del Palacio de Buckingham.
“La mejor manera de reaccionar es seguir adelante con el maratón, para que la gente salga a la calle y lo celebre, como solemos hacerlo en Londres, y para enviar un mensaje muy claro que no seremos intimidados por este tipo de comportamiento”, dijo el Ministro de Deportes, Hugh Robertson, en una entrevista previa a la BBC.
También hubo una fuerte presencia policial con 40% más de los uniformados, a raíz de los atentados del lunes pasado. Como medida de seguridad extra, los botes de basura fueron retirados de la ruta de 42 kilómetros.
Esta es la ciudad donde hace nueve meses fue sede de los Juegos Olímpicos sin incidentes, y los políticos dijeron que es un referente como campo de entrenamiento ideal para la celebración de eventos deportivos internacionales.
En el corazón de la competición estaba la gente común que luchaba en una de las carreras más duras de su tipo en el mundo, y todo por la caridad.
El periodista británico Marina Hyde escribió esta semana: “El atentado en Boston sólo sirvió para recordar al mundo que los maratones son algo en lo que todos tenemos un juego”. El mensaje, en este soleado domingo fue fuerte y claro: “Estamos juntos en esto”.