Por Todd Leopold
(CNN) — En teoría la versión de 1974 de El Gran Gatsby lo tenía todo.
Era protagonizada por Robert Redford, la mayor estrella del cine y la más glamurosa de la época. El guionista era Francis Ford Coppola y ganó Oscar por los guiones de El Padrino y Patton. La dirección de arte era suntuosa y el vestuario (que ayudó a lanzar una nueva moda por la ropa inspirada en la década de 1920), fue diseñado por el entonces poco conocido Ralph Lauren, entre otros.
Sin embargo, la película, aunque fue un éxito en taquilla, se quedó muy lejos de la novela. Las críticas en ese momento fueron muy severas y desde su lanzamiento ha sido olvidada.
Hay muchas razones por las que Gatsby de 1974 no se volvió un clásico cinematográfico igual al estatus literario del libro. Los actores, quizá, no fueron seleccionados apropiadamente: Redford era un poco perfecto para la dureza de Gatsby, Bruce Dern no era nada perfecto para el rico Yalie Tom Buchanan. El director Jack Clayton pudo haber prestado más atención a los escenarios opulentos que a las relaciones entre los personajes.
Y luego está la sombra de Fitzgerald, con su lenguaje lírico, tan atractivo en papel y tan difícil de llevar al celuloide.
Pero Hollywood no se ha rendido. Como la luz verde del otro lado de la bahía que mira el personaje principal, la novela clásica de F. Scott Fitzgerald de 1925 ofrece la promesa de un sueño: convertir la gran novela estadounidense en la gran película estadounidense. Después de todo, lo tiene todo; una historia de amor, sexo, dinero, crimen, temas grandiosos, escenarios exuberantes.
El intento más reciente, una versión en 3D protagonizada por Leonardo DiCaprio y dirigida por Baz Luhrmann de Moulin Rouge, se estrena este viernes en Estados Unidos.
Luhrmann se ha sumergido en Fitzgerald y la épica de jazz. Se sumergió en la biografía de Fitzgerald. Leyó borradores previos de la novela. Incluso tiene una razón para utilizar música rock y hip-hop en su banda sonora: los sonidos que parecen anacrónicos son el equivalente al jazz en el ambiente de 1922 de la novela, cuando la música era “referida como una moda afroamericana”, dijo el director a The New York Times.
¿Pero eso importa? ¿Gatsby finalmente será las palabras temidas en Hollywood; “no filmable”?
“El lenguaje en Gatsby es casi como poesía”, dice Louis Giannetti, profesor emérito de Cine en la Universidad Case Western Reserve en Estados Unidos. “¿Cómo traduces eso a términos cinematográficos?”.
Entretenimiento vs. preparatoria
Nunca es fácil.
Las novelas y las películas tienen formas diferentes de narrativa, señala Tom Heller de Everest Entertainment, quien ayudó a producir las películas Preciosa, 127 horas y la actual Mud. “Un libro ocurre en su mayoría en la imaginación del lector; una película toma decisiones concretas, con el elenco”.
Además, puede ser difícil para una película traducir los pensamientos internos de los personajes y narrados en acciones; en otras palabras, convertir el subtexto en texto. Len Cassuto, un profesor de Inglés en la Universidad Fordham en Estados Unidos, dice que admira la versión cinematográfica de Los restos del día, por tomar al mayordomo pasivo interpretado por Anthony Hopkins y convertirlo en un personaje cinematográfico fascinante.
“Los (actores) podrían llevar esa agitación interna a una visión no verbal”, dice. “Es un gran riesgo escribir eso como película”.
Aun así, dice Heller, cualquier trabajo literario puede convertirse en película, si queda en las manos correctas. Señala que si existe un riesgo es cuando los cineastas se adhieren demasiado a un libro clásico o popular, lo que resulta en una dramatización cargada; no una película rica.
“Hay un peligro que puede percibirse como algo que es bueno para ti”, dice. “Las películas funcionan mejor cuando son extremadamente entretenidas. Una audiencia podría ver una película que está adaptada de una novela y creer que están en una clase de la preparatoria”.
De hecho, es una verdad en Hollywood que algunas de las mejores películas están hechas de novelas de baja calidad. El Padrino normalmente es el ejemplo: una novela de baja calidad convertida en una gran película gracias a la atención de Coppola al tema, la fotografía y el personaje.
Sin embargo, ciertos productores han estado particularmente ansiosos por apoderarse de propiedades literarias prestigiosas y después se preocupan por los problemas cinematográficos. Scott Rudin, en particular, es muy conocido por sus gustos literarios, al haber tomado Sin lugar para los débiles de Cormac McCarthy, Las asombrosas aventuras de Kavalier y Clay de Michael Chabon, Tan fuerte y tan cerca de Jonathan Safran y Libertad de Jonathan Franzen con el paso de los años.
Sin embargo, no todas han funcionado.
Adaptarse a los retos
De hecho, no solo es la genealogía literaria es la que hace a un libro “no filmable”. Los cineastas pueden ser cautelosos con el tema, los retos tecnológicos, e incluso el estado de ánimo. Un libro muy popular podría vender solo 50,000 copias; una película tiene que vender millones de boletos.
Así que hay una razón por la que Hollywood tomó el final trágico de The Natural y convertirlo en una escena de fuegos artificiales que te hacen sentir bien. ¿Quién, además de un montón de gente con grados en estudios ingleses fascinados con la arrogancia quiere ver a Roy Hobbs (como en el libro) caído y llorando “excluido del juego y con todos sus récords destruidos para siempre”?
Sin embargo, esos retos no necesitan ser una sentencia de muerte en la taquilla o con los críticos. The Natural tuvo una aceptación exitosa. La versión de John Ford de Las viñas de ira eliminó una escena simbólica en la que un personaje amamanta a otro, bajó el tono de la política, cambió el final y se volvió un clásico.
La versión brutal de Sin lugar para los débiles de McCarthy está llena de una violencia horrible (sin mencionar la escritura concisa distintiva del autor). Sin embargo, los hermanos Coen lograron hacer a la película una ganadora del Oscar con el material, ayudados por la interpretación escalofriante de Javier Bardem como Anton Chigurh.
Vaquero de medianoche, El paciente inglés, El señor de los anillos, Life of Pi; todas tuvieron sus problemas, ya sean culturales, literarios o tecnológicos, pero todas fueron películas exitosas y ganadoras de premios.
La clave es que todo tiene que estar en la misma página (perdón por el juego de palabras), dice la guionista Karol Hoeffner, quien adaptó trabajos de autores como Danielle Steel.
“Para las mejores adaptaciones, tienes una asociación”, dice Hoeffner, quien es profesora en la Universidad Marymount en Los Ángeles, Estados Unidos. Hacer una película es un esfuerzo de equipo y si el guionista, director y productor se pelean, el producto final sufrirá, dice.
Y tienes que seguir a tu propia musa, añade. El trabajo original de Hoeffner, incluidos libros para adultos jóvenes, es muy diferente de los romances de Steel y sabía que tenía que hacer el diálogo melodramático de Steel más amigable con el cine.
“Pero”, dice, “estaba convencida de que podía contar la historia”.
Capacidad de marketing
Lo que nos trae de regreso a Gatsby.
Luhrmann tiene las asociaciones creativas: su amigo Craig Pearce escribió el guion y la esposa de Luhrmann, Catherine Martin, hizo el diseño de producción. Intentó con un ángulo diferente, al conseguir una distancia famosa en Gatsby al hacer al personaje de Nick Carraway (ahora en un sanatorio), el novelista.
Y, no sin importancia, tiene la capacidad de marketing.
Después de todo, una razón principal por la que Hollywood aún adapta ciertas novelas es el factor de ventas integrado.
Gatsby está en innumerables listas de libros de preparatoria y vende cientos de miles de copias al año.
Ya hay una audiencia curiosa que espera.
Además, el libro es respaldado por una campaña de marketing que enorgullecería a Fitzgerald, un expublicista. Brooks Brothers, Tiffany, hoteles, incluso una marca de helados se han subido al tren de Gatsby.
¿Todo eso atraerá a una audiencia en verano, una época que normalmente está llena de adolescentes?
Sin duda es algo astuto, dice Mary Simonson, una profesora de Cine y Estudios de Medios de Comunicación en la Universidad Colgate en Estados Unidos.
“Mientras veía el avance, pensé, ‘esto es para jóvenes de 16 años’”, dice. “Todo esto se trata de llevar esto a estudiantes de preparatoria y universidad que quizá no tienen noción de quién era Fitzgerald o de qué se trataba el libro.
“No les va a importar demasiado si es una buena adaptación”, añade.
“Les va a importar si es un éxito de taquilla de Hollywood”.