Por Michael Chertoff
Nota del Editor: Michael Chertoff, secretario de Seguridad Nacional durante el gobierno de George W. Bush, es presidente y cofundador del The Chertoff Group, empresa de asesoramiento en seguridad global.
(CNN) - Imaginé un mundo en el que todas las grandes empresas estadounidenses volaban cientos de miles de aviones no tripulados o drones, 24 horas al día, siete días a la semana, 365 días al año, recolectando datos sobre lo que los estadounidenses hacen allá abajo. Es una idea escalofriante que provocaría lamentos de indignación.
Ahora piensen en millones de estadounidenses portando todos los días el equivalente a un avión no tripulado en la cabeza: un dispositivo capaz de capturar video y audio de todo lo que sucede a su alrededor. Y que después todos esos datos lleguen a las empresas comerciales de gran escala para formar un seguimiento minuto a minuto sobre las actividades de millones de personas.
Eso casi describe con precisión el futuro que directamente se cierne ante nosotros. Por supuesto, no con drones, aunque sí con equipo portátil conectado a Internet. Esta nueva tecnología, ya sea en forma de lentes o relojes, puede capturar discretamente datos de video en tiempo real, almacenarlos en la nube y permitir que sean analizados.
Algunos dirán que estos nuevos dispositivos no son diferentes de la tecnología existente, como las cámaras de vídeo portátiles o los iPhones con funciones de grabación de audio. Sin embargo, existe una gran diferencia.
La nueva tecnología que aparece no está diseñada con una gran capacidad de almacenamiento. En su lugar, el modo predeterminado es que todos los datos sean subidos automáticamente a los servidores tipo nube, donde reside la capacidad de recolección y análisis de datos que se realiza detrás de la interfaz de un sistema.
Entonces, ¿quién posee y qué ocurre con los datos del usuario? ¿Toda la base de datos puede ser extraída y analizada con fines comerciales? ¿Qué reglas aplicarán cuando ciertas autoridades busquen tener acceso a los datos para una investigación por delitos o de seguridad nacional? ¿Durante cuánto tiempo se conservarán los datos?
Tal y como lo aceptaron algunos miembros de la Suprema Corte el año pasado, cuando pensaron en un único flujo de datos, la localización vía GPS, para crear diferentes puntos de información que presentan una imagen mosaico de las acciones y hábitos de una persona. ¿Quién posee ese mosaico?
Los proveedores de servicios podrán argumentar que los términos de servicio aprobados por los clientes establecerán los límites sobre cómo hacer uso de sus datos. Pero incluso si realmente los clientes pueden tomar decisiones informadas sobre el almacenamiento y la manipulación de esos datos, ellos no tienen derecho a dar su consentimiento sobre aquellos transéuntes que los graban, ya sea de manera intencional o no.
La transmisión ubicua de videos de la calle capturará a muchas personas sin el derecho a decidir sobre lo que se utiliza. Además de pensar en un asunto de seguridad nacional deberían estar más preocupados por el sector empresarial que tiene un material personal en sus manos sin reestricciones.
¿Se puede impedir que una empresa se dirija contra una persona en particular, utilizando la tecnología de reconocimiento facial para montar todos los videos subidos en los cuales aparece, y de esta manera construir un sistema de vigilancia que pueda emplearse para analizar su vida?
Inquietudes parecidas han llevado a por lo menos un propietario de un bar a prohibir Google Glass en sus instalaciones. El propietario cree que la observación continua de los clientes en el bar los despojará de su anonimato.
En otras palabras, ¿por qué ir a un bar en el que alguien porta un dispositivo que puede grabar cada mala broma que hagas después de beber demasiados tragos?
Quizá el mercado puede hacerse cargo de este problema. Sin embargo, la posible generalización de este tipo de tecnología me lleva a considerar que el gobierno debe desempeñar un papel regulador.
Antes de que lleguemos demasiado lejos en este camino de vigilancia omnipresente, cargas en tiempo real y análisis integral por parte de los proveedores de la nube, debemos pensar mejor en las consecuencias. Tomar en cuenta qué derechos tienen los consumidores, y los que deberían de tener los terceros no participantes.
Hay que ser prudentes en cómo equilibrar la innovación con la privacidad.
Las nuevas plataformas de recolección de datos que están justo frente a nosotros son mucho más propensas a afectar nuestras vidas que la posibilidad de que los drones vigilen a los ciudadanos estadounidenses.
Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Michael Chertoff.