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Nota del Editor: Ruben Navarrette es colaborador de CNN y columnista que vende sus escritos a diversas publicaciones nacionales con el Grupo de Escritores del Washington Post. Síguelo en su cuenta de Twitter: @rubennavarrette

(CNN) – Sería difícil imaginar que los derechos de los gays estarían en curso de colisión con la reforma inmigratoria. Después de todo, ¿qué tiene qué ver una cosa con la otra?

No tanto. Sin embargo, la realidad es que ambas causas, valiosas, están a punto de chocar, se dirigen una en dirección a la otra a gran velocidad. Todo en nombre de la política.

He aquí el por qué: la propuesta de reforma inmigratoria del Grupo de los Ocho —titulada Ley de seguridad fronteriza, oportunidad económica y modernización 2013— combina la seguridad fronteriza y el programa de trabajadores temporales con una vía a la residencia y ciudadanía estadounidense para los cerca de 11 millones de inmigrantes ilegales que están en Estados Unidos.

Probablemente has escuchado que hay muchas personas de derecha que quieren acabar con la propuesta para complacer a los antilatinos. El arma que eligieron parece ser el proceso de enmiendas: se propusieron más de 300 cambios. Por ejemplo: una persona que trata de acabar con la legislación es el senador de Texas, Ted Cruz, quien propuso una enmienda con la que se desmantela la vía a la ciudadanía estadounidense. Cruz recibiría a más inmigrantes legales al extender el programa de trabajadores temporales altamente capacitados. Sin embargo, el senador se opone a otorgar la ciudadanía a los inmigrantes ilegales. La enmienda de Cruz señala que “ninguna persona que anteriormente se haya encontrado en Estados Unidos con un estatus ilegal podrá ser candidata a la ciudadanía estadounidense”.

Eso equivale a una prohibición vitalicia. Es una idea terrible. La vía debería ser larga y difícil, pero tiene que existir. No puede eliminarse. Estas personas violaron la ley, pero se trata de una infracción civil, no de asesinato. Sin embargo, tal vez no hayas escuchado la otra parte de la historia: en la izquierda hay algunas personas que quieren acabar con la propuesta, aunque tienen que ser más inteligentes y discretos en sus esfuerzos.

Ellos tratan de complacer a los sindicatos, a cuyas bases no se puede convencer fácilmente a pesar de las manifestaciones públicas de apoyo a la reforma inmigratoria de parte de los líderes sindicales. Muchos de los actuales miembros de los sindicatos —especialmente quienes viven en estados del norte industrial de Estados Unidos, como Ohio, Michigan, Pensilvania, etc.— siguen pensando igual que los miembros de los sindicatos de las generaciones previas acerca de los trabajadores extranjeros: los consideran una competencia y un obstáculo para obtener salarios más altos.

En 1986, la última vez en que el Congreso aprobó una reforma inmigratoria importante, la AFL-CIO (la Federación de Sindicatos) luchó con uñas y dientes contra la medida. No han cambiado muchas cosas desde entonces. Ah, los líderes están bailando a un ritmo diferente. Sin embargo, sigue habiendo resistencia en las bases.

A lo largo de los años, he hecho entrevistas radiofónicas y he dado discursos en los que me han confrontado miembros de sindicatos —electricistas, plomeros, carpinteros, trabajadores de la construcción— que se quejan de que los inmigrantes ilegales se quedan con los empleos y permiten que los patrones paguen salarios más bajos.

En 2007, John Sweeney, quien entonces era presidente de la AFL-CIO, ayudó a acabar con una propuesta de reforma inmigratoria bipartidista al oponerse al programa de trabajadores temporales y al enviar una carta a los demócratas en el Senado en la que les decía que no deberían respaldar ninguna propuesta que contemplara esa disposición. El senador Byron Dorgan, de Dakota del Norte, propuso con éxito una enmienda para debilitar la disposición de trabajadores temporales. Los republicanos retiraron su apoyo y la propuesta fracasó.

Seis años más tarde, los empresarios y los sindicatos acordaron un plan para un programa de trabajadores temporales. Sin embargo, los miembros de los sindicatos siguen sintiéndose amenazados ante la mano de obra extranjera. ¿Los opositores sindicalizados de la reforma inmigratoria siguen controlando a algunos demócratas?

El presidente del Comité Judicial del Senado, Patrick Leahy, presentó una enmienda a la propuesta del Grupo de los Ocho que permitiría que los estadounidenses homosexuales respalden a sus parejas para obtener un permiso de residencia al igual que lo hacen las parejas heterosexuales. Leahy puede presentar la enmienda ante el comité o ante el pleno del Senado. Para disfrutar de este beneficio, las parejas gay ni siquiera tienen que estar casadas. La enmienda propuesta —conocida como la Ley para Unir a las Familias Estadounidenses— está diseñada para ayudar a que los “compañeros permanentes” de ciudadanos estadounidenses o residentes legales puedan solicitar un permiso de residencia y define como “compañero permanente” a la persona mayor de 18 años que está involucrada en una relación comprometida y económicamente interdependiente. No obstante, según un grupo llamado Igualdad en la Inmigración, solo se afectaría a entre 35,000 y 40,000 parejas gay.

Los observadores del Senado dicen que si la medida para las parejas homosexuales se presenta ante el Comité Judicial, es probable que se apruebe en las filas demócratas y se incorpore a la propuesta del Senado.

Ese podría ser el fin. Según National Public Radio, la Conferencia de Obispos Católicos se opone a la enmienda de Leahy y podrían retirar su apoyo a la propuesta completa. Lo mismo ocurre con los grupos cristianos evangélicos y la mayoría de los legisladores republicanos. Los votos desaparecerán. Así, cerca de 11 millones de personas perderán su oportunidad a favor de cerca de 40,000 parejas de personas del mismo sexo que se beneficiarían con un cambio tan poco claro. Adiós, reforma inmigratoria.

Por su parte, Leahy ha dicho que no cree que su enmienda acabará con la propuesta.

Debe ser la única persona en Washington que piensa así. El sitio Político indicó que la enmienda de Leahy es “la más grave amenaza a la reforma inmigratoria bipartidista”. El senador de Florida, Marco Rubio, líder fáctico del Grupo de los Ocho, fue más directo: dijo a Politico que la reforma “es bastante difícil de por sí” y que la enmienda relativa a las parejas gay “virtualmente garantizará que (la propuesta) sea rechazada” y que “la coalición que la construyó se desintegrara”.

Esa es la idea. No te dejes engañar. La más reciente jugarreta de los demócratas no trata sobre los derechos de los gays. Se trata de un juego. Cuando el juego termine, solo restará limpiar. Los demócratas tendrán que buscar nuevas formas de convencer a los enfurecidos votantes latinos de que los republicanos acabaron con la propuesta y los republicanos tendrán que correr a refugiarse.

La legislación no es perfecta. Sin embargo, mejoraría la vida de millones de inmigrantes ilegales que al menos recibirían un estatus de protección para que no tengan que preocuparse de que los detengan sin miramientos y los deporten cuando salgan a comprar la leche para el desayuno de sus hijos.

No todos los que pueden respaldar la enmienda relativa a las parejas gay lo harán para beneficiar a los sindicatos. Estoy seguro de que muchos defensores de los derechos de los gays están presionando para que se implemente el cambio con la mejor de las intenciones y por razones legítimas. Piensan que vale la pena pelear esta batalla, aunque no sea el mejor momento ni el mejor lugar para hacerlo.

Con todo, esto es más que sospechoso. Los demócratas pensaron en todo, hasta en que la misión de enmendar la propuesta cayera en manos de un senador de Vermont —estado en el que, según la Oficina del Censo de Estados Unidos, los latinos comprenden solo el 1.6 % de la población— en caso de que haya represalias de los electores latinos.

Por cierto, el presidente Obama ha dicho que está a favor de la enmienda de Leahy. El presidente también afirma que apoya la reforma inmigratoria. Todo el tiempo escuchamos a Obama y a otros demócratas decir esa clase de cosas, lo que cada vez se hace menos creíble a causa de maniobras como esta.

Esta vez llegaron demasiado lejos. Si esta enmienda se acepta, el apoyo a la propuesta se desvanece y la propuesta de reforma inmigratoria muere, los latinos deberán dejar de mostrar consideración al Partido Demócrata y hacerlos que paguen el precio.

Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Ruben Navarrette.