SAVAR, Bangladesh(CNN) — En las oficinas provisionales de las operaciones de recuperación de víctimas tras el derrumbe de un edificio que albergaba fábricas en Bangladesh, se encuentra una pizarra con las firmas en negro de cada uno de los trabajadores del edificio de nueve pisos.
Durante varios días los equipos de rescate sacaron cuerpo tras cuerpo de la montaña de acero y hormigón, el número de personas por rescatar sería más de 100. Este lunes esa cifra se cambió a cero.
Tras 20 días de excavación sin parar, el esfuerzo militar para sacar hasta el último cuerpo de las ruinas de la Plaza Rana en el suburbio de Dacca Savar llegó a su fin.
“Dijimos que no nos detendríamos hasta que no hubiera más víctimas, y nosotros no lo hicimos”, dijo el capitán del ejército Ibrahim Islam. “Estamos seguros de que hemos encontrado a todos”.
La cifra asciende a 1.127 muertos y 2.438 rescatados con vida. Pero Islam es el primero en admitir que solo Dios sabe con exactitud cuántos ocupantes estaban dentro del edificio cuando se vino abajo el 24 de abril.
“No hemos sido capaces de obtener una explicación completa de los dueños de las fábricas”, dijo Islam, en referencia a las cinco fábricas de ropa ubicadas en el edificio. Al menos 98 personas siguen desaparecidas.
Otros 59 se encuentran en un depósito de cadáveres, los cuerpos esperan ser identificados a través de las pruebas de ADN.
Más de 230 cuerpos no fueron reclamados, lo que llevó a un grupo de educación cívica para enterrarlos en un cementerio Dacca.
¿Y qué hay de las tres cabezas y las cuatro extremidades que se muestran en tinta roja en el tablero de rescate? Sin embargo, en los últimos días, el número de cadáveres había disminuido, dijo Islam.
Después de que los equipos de recuperación hicieran sus últimas rondas este lunes, escarbando a través del sótano inundado de la estructura, no encontraron a nadie y se sintieron cómodos con su labor.
El ejército entregó este martes el sitio a las autoridades locales para completar la limpieza. Ellos se reunirán por última vez para orar por las almas que perecieron.
“Siempre estarán en nuestra memoria”, dijo Islam.
La escena del complejo industrial
La mañana del martes, las excavadoras amarillas que rugían noche y día, recogiendo toneladas de acero, se quedaron en silencio.
La gente se reunió para mirar la enorme brecha que quedó en el estrecho horizonte de Savar, donde la gigantesca plaza, la más grande de la ciudad, estuvo una vez.
“Aha re”, la gente sacudió la cabeza y chasqueaban la lengua con tristeza.
“Shoitaner shoitan”, maldecían. El Diablo del diablo, decían.
Su ira estaba dirigida a Sohel Rana, el propietario del edificio, que desestimó las preocupaciones de que las grietas en la Plaza Rana hicieron la estructura poco sólida.
“Este edificio permanecerá un centenar de años”, se jactó el 23 de abril. A la mañana siguiente, se vino abajo.
Rana, quien huyó después del desastre, fue detenido al tratar de cruzar a la India, se encuentra bajo custodia de la policía. Es un hombre tan odiado que hasta el más pacifista de Bangladesh le desea la muerte.
Hubo un momento en que los volantes que llevaban su rostro y estaban en las paredes alrededor de Savar, fueron arrancados y destruidos.
“Kutta!” alguien había garabateado, aquella palabra es la definición en bengalí para “perro”.
Un sistema agrietado
Activistas de derechos humanos dicen que si los dedos son para señalar, hay un montón de objetivos y mucha culpa para repartir.
En los próximos días y meses, Bangladesh tendrá que reconocer la realidad de que no era solo un edificio resquebrajado, las muertes fueron resultado de un sistema que está desquebrajado.
La industria del vestido es un generador de dinero, unos 20,000 millones de dólares al año para Bangladesh. Las 4,500 fábricas emplean a 3 millones 6000,000 de trabajadores y representan el 77% de las exportaciones del país.
Accidentes mortales y las condiciones deplorables son muy comunes, pero el salario sigue siendo un atractivo para muchos en este empobrecido país, donde el salario mínimo es el equivalente a 38 dólares por mes.
Y así, los trabajadores continuaron trabajando. Y el gobierno pasó por alto los desastres.
En la última década, a pesar de varios accidentes mortales, ningún dueño de la fábrica ha enfrentado a los cargos en la Corte, hasta ahora.
Los cambios en el país
La indignación por la tragedia de Savar ha llegado a tal fiebre que el gobierno no solo detuvo a Rana y los dueños de las fábricas en el edificio, sino que formará un comité para aumentar el salario mínimo de los trabajadores de la confección.
El gabinete de Bangladesh aprobó este lunes el proyecto de ley que obligará a las fábricas para ofrecer seguros de vida a los trabajadores.
A nivel internacional, varias tiendas de ropa firmaron un plan para que las fábricas tomen precauciones para evitar incendios y derrumbes en Bangladesh. Entre las tiendas de ropa están: H&M e Inditex, que es propietaria de la marca española Zara, y PVH, propietaria de Calvin Klein y Tommy Hilfiger.
El plan de cinco años requiere inspecciones de seguridad independientes y para las empresas que informen públicamente los resultados. También exige que los minoristas ayuden para fijar bases para la seguridad contra incendios y mejoras en los edificios de las fábricas en las que trabajan.
Las empresas que se inscriban tendrán que terminar su giro con cualquier fábrica que se niegue a hacer las actualizaciones de seguridad necesarias.
PVH es la única empresa estadounidense que firmará. Un portavoz de Wal-Mart dijo que la mayor cadena minorista del mundo no tenía nada que anunciar en este momento. Y Sears dijo que “evaluaría” el acuerdo.
“Esta es una victoria importante en la lucha para que las empresas asuman la responsabilidad de los trabajadores de una fábrica textil”, dijo Ruth Tanner de la asociación de caridad War on Want. “Una tragedia como la de la Plaza Rana no puede volver a suceder” aseguró.
Pero para muchos trabajadores de la confección, estas acciones son pequeñas y llegaron demasiado tarde.
En Ashuriya, un suburbio cerca de Dacca Savar, el grupo de comercio de la ropa de noche del lunes cerrado 100 fábricas de forma indefinida. Los trabajadores allí se habían negado a trabajar citando temores de seguridad.
“Durante los últimos 14 días, los trabajadores llegaron a trabajar, hicieron su registro y se retiraron”, dijo Shahidullah Azim, vicepresidente de los fabricantes de ropa de Bangladesh y la Asociación de Exportadores. “Hemos decidido que será un trabajo sin paga”.
La última sobreviviente
La Plaza Rana albergaba cinco fábricas de ropa, varias tiendas y un banco.
Un día antes del colapso, el 24 de abril, aparecieron grietas en la estructura. Esto llevó al banco a pedir a sus empleados que no se presentaran a trabajar y las tiendas estaban cerradas debido a una huelga.
Los trabajadores de las fábricas de prendas de vestir fueron avisados de que acudieran a trabajar a pesar de sus preocupaciones de que la estructura del edificio no era sólida.
Los primeros días después de la caída los trabajadores de rescate se vieron impulsados por la esperanza que muchos sobrevivientes salieran de los escombros.
Los rescatistas recibieron un impulso de ánimo este viernes cuando Reshma, de 19 años, fue sacada con vida después de 17 días.
“Yo no tenía nada que comer. Tenía cuatro galletas y un poco de agua para 17 días”, dijo a los periodistas este lunes mientras se recuperaba en un hospital militar.
“Las personas que estaban conmigo murieron bajo los escombros. Escuché gente gritando. ‘Sálvame, sálvame”. Pero no pude encontrarlos”.
Las labores de rescate fueron terminadas y el pizarrón fue borrado. Es hora de empezar de cero.