Por Matthew Chance
Viena, Austria (CNN) — Si alguna persona puede comprender lo que deben haber padecido las víctimas de secuestro de Cleveland, esa es Natasha Kampusch.
Al igual que las tres mujeres, la austriaca de 25 años pasó casi una década reclusa en la casa de su secuestrador tras haber sido secuestrada en una calle de Viena, en 1998.
Wolfgang Priklopil la mantuvo encerrada en el sótano durante ocho tortuosos años. Él la violó, y se suicidó cuando ella finalmente escapó, hace siete años.
Dijo que Amanda Berry, Gina DeJesus y Michelle Knight deberían disfrutar la sensación de la libertad, pero ser cuidadosas.
“Fue una gran sensación de alegría que no se puede comparar con ninguna otra cosa”, dijo a CNN. “Se ven todas las posibilidades expuestas frente a uno…
“Las mujeres de Cleveland realmente deberían tratar de saborear esta alegre sensación mientras sea posible, y evitar que sean llevadas a la vida cotidiana antes de tiempo”.
En 1998 Kampusch, entonces de 10 años, fue metida a la fuerza en un coche mientras caminaba a la escuela. A menudo era encerrada en una jaula de concreto “herméticamente sellada”. Su secuestrador empleaba instrumentos como esposas y cadenas para mantenerla en la cama con él mientras dormía.
Escribió que la golpeaban hasta 200 veces a la semana, hasta que escuchó “un chasquido” en su columna vertebral.
Escapó en agosto de 2006 y escribió un libro titulado “3,096 días” acerca de su dura experiencia.
Los días inmediatos a su escape fueron difíciles.
“Fue un momento muy difícil de vivirlo para mí, con la prensa por todos lados, y el reestablecer de nuevo la relación con mis padres”, dijo.
En muchos aspectos el caso de Cleveland se parece al de ella, aunque ella estaba sola, mientras que las tres mujeres de Ohio se tenían las unas a las otras para platicar durante su cautiverio.
Ella nunca escuchó de su secuestrador la explicación de por qué lo hizo, aunque ella dijo que eso no era tan importante como el hecho saber que él nunca más podría hacerle daño a alguien.
Dijo que le puso contenta el que esas mujeres siguieran con vida.
“Estoy muy feliz por las tres mujeres, y gracias a Dios sobrevivieron a su dura experiencia”, dijo. “Ciertamente son mujeres muy fuertes”.
Kampusch dijo que las excautivas deben tomarse el tiempo para trabajar por sí mismas en sus problemas emocionales.
“No dejar que otras personas lo asuman”, dijo, parada frente a la casa en la cual estuvo encerrada.
Ahora ella es la propietaria de la misma; le fue concedida por los tribunales austriacos como parte de los daños. La propiedad es un símbolo importante, dijo, y mantenerla es su manera de enfrentar su pasado.
“Es algo muy sensible para mí porque nunca para”, dijo. “Se vive con ello”.
La terrible experiencia estará con ella durante toda su vida, dijo. Intenta ver lo positivo en su vida y mirar hacia adelante, no hacia atrás.
Tuvo que “enterrar el odio que sientes por la persona que te hizo esto”, dijo.
Además de la asimilación de nuevo, poco a poco, a una vida normal, los excautivos también tienen que lidiar con personas que no creen que sus historias sean totalmente ciertas.
Aconsejaría a las mujeres de Cleveland: “Que no se preocupen por lo que la gente diga. Que ellas son quienes pasaron por esto, quienes sobrevivieron, y quienes tienen que asumir lo que experimentaron durante toda su vida”.
Es un mensaje aleccionador para las mujeres que ya quedaron marcadas por pasar años en terribles condiciones. Su cautiverio terminó, pero puede que su dura experiencia esté lejos de terminar.
Matthew Chance, de CNN, reportó desde Viena, y Steve Almasy escribió en Atlanta. Victoria Eastwood, de CNN, contribuyó a este reporte.