Por Alan Silverleib
(CNN) — A pesar de que el proyecto de la reforma inmigratoria que se debate en el Senado de Estados Unidos ha superado su primera gran prueba al pasar al pleno, deberá afrontar duras críticas como las del senador republicano Jeff Sessions.
En una entrevista realizada esta semana en Washington, el senador aseguró que incorporar millones de trabajadores recién legalizados en los próximos años al mercado laboral del país sólo perjudicará a los sectores más vulnerables de la fuerza de trabajo.
El republicano sostiene que la iniciativa beneficiará a las grandes empresas al inundar el mercado laboral y mantener salarios estancados en una economía que ya es débil. En resumen, que dará lugar a un desastre para los estadounidenses que en estos momentos están sosteniéndose en el peldaño más bajo de la escala económica.
Se trata de un argumento populista que no se escucha con frecuencia en las altas esferas del actual Partido Republicano. “Mis colegas republicanos parecen ser ajenos al libre mercado”, dijo Sessions.
Hace poco Sessions discutió con CNN el papel de liderazgo que asumió en la crítica a la propuesta de reforma a las leyes de inmigración del país que consta de 844 páginas. Es, por mucho, el crítico más duro del Senado del proyecto de ley, elaborado por cuatro colegas republicanos y cuatro demócratas.
Una crítica diaria
Sessions presentó cerca de 50 enmiendas al Comité Judicial e intenta descarrilar el proyecto de ley en casi todos los aspectos. Su oficina envía todos los días, a veces cada hora, alertas en las cuales señala varias imperfecciones que percibe en la medida.
Durante el segundo mandato del presidente George W. Bush, él ayudó a ponerle fin a una reforma inmigratoria bipartidista impulsada por los senadores Edward Kennedy y John McCain.
Al igual que en la actualidad con el presidente Barack Obama, Bush hizo de la reforma inmigratoria una prioridad en su segundo mandato. En aquel entonces, como ahora, quienes apoyan la reforma destacaron el exceso de trabajadores indocumentados que realizan los trabajos más pesados en las granjas estadounidenses y en otros sitios de trabajo.
Sessions sigue molesto por una declaración que hizo Bush en 2006 acerca de que la reforma era necesaria porque “existen empleos que sencillamente no se están haciendo porque los estadounidenses no están dispuestos a hacerlos”.
“Cuando el presidente Bush dijo que había ciertos empleos que los estadounidenses no harían, considero que fue uno de sus mayores errores en toda su presidencia”, dijo Sessions. “Los estadounidenses realizan trabajos pesados todos los días. Merecen respeto por ello. No deben ser despreciados por ello y necesitamos que sus sueldos aumenten”.
Algunos defensores de la reforma inmigratoria insisten en que no hay manera de cerrar realmente la frontera si existe un incentivo económico lo suficientemente fuerte como para que vayan a Estados Unidos. Sin embargo, Sessions insiste en que la frontera puede ser segura en su totalidad y esa era su intención antes de que Obama asumiera el cargo en 2009.
La secretaria del Departamento de Seguridad Nacional, Janet Napolitano, y el director del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés), John Morton, han supervisado un “destripamiento de la aplicación interna de la ley”, dijo, contradiciendo por completo las afirmaciones de la Casa Blanca. Si a los cambios realizados al final del mandato de Bush “se les hubiera dado continuidad, ya tendríamos una frontera prácticamente segura”.
Sessions arremete contra la decisión de los autores de la legislación bipartidista de ignorar un requerimiento de 1996 para la utilización de biometría, como las huellas dactilares, para la identificación de los poseedores de visas en todas las entradas y los puntos de salida del país. Los demócratas y otros califican la norma, que nunca fue promulgada, como poco realista y muy costosa.
Argumentos, más allá de las enmiendas
Más allá de las disputas sobre cláusulas específicas, Sessions establece lo que él describe como un argumento moral más amplio en contra de la propuesta. “No apoyaré la ciudadanía para las personas que entraron ilegalmente en el país”, dijo Sessions. “Tiene que haber alguna diferencia entre lo que hacemos en beneficio de una persona que entra en el país de manera legal y los que entran de forma ilegal. Además, no hay razón moral, legal o de principios para que este gobierno de Estados Unidos recompense a las personas que violaron la ley y entraron ilegalmente al país con los beneficios que se le dan a alguien que llega por la vía legal”.
La iniciativa, tal y como está redactada actualmente, “sólo incentiva más amnistías en el futuro”, sostuvo, invocando uno de los puntos más polémicos del debate.
En cuanto a las consideraciones políticas en el Capitolio, Sessions dijo a CNN que el Grupo de los ocho armó su proyecto utilizando una “estrategia a la vieja usanza, negociando en lo oscuro”. Como consecuencia, dice, el proyecto de ley fue redactado por los grandes sindicatos y por los grandes intereses comerciales.
Y ¿qué hay de la polémica de que al oponerse a la reforma inmigratoria integral, los republicanos corren el riesgo de distanciarse permanentemente de la creciente población hispana de Estados Unidos? Sessions vuelve a su temática económica.
“Creo que, en lo político, en este momento deberíamos servir y escuchar las inquietudes de los trabajadores estadounidenses que ganan entre 20,000 y 45,000 dólares al año”, dijo Sessions. “Eso incluye a los hispanos, los afroamericanos y los caucásicos”, señaló.
“Una de las razones por las que sus salarios no han aumentado es porque hay demasiada mano de obra. Y por eso, si acabamos con la ilegalidad con una buena iniciativa inmigratoria ejemplar, (si) permitimos en un futuro un flujo generoso pero responsable de inmigrantes y si mejoramos las vidas de los estadounidenses trabajadores, entonces esa es la forma en que se ganan las elecciones.