Por Paula Ramón
Sao Paulo (CNNMéxico) — En medio de un contexto social reivindicativo, Brasil, la séptima economía mundial, afronta el incremento de la violencia sobre su población más joven. Se trata de un fenómeno que los analistas consideran “epidemia” por la multiplicación de casos en las últimas décadas y sobre el que el gobierno argumenta que existe mayor conciencia.
El último capítulo ocurrió este 5 de agosto, cuando la policía anunció el hallazgo de una familia asesinada en un barrio de Sao Paulo y señaló como principal sospechoso a un adolescente de 13 años.
Marcelo Pesseghini fue encontrado junto a sus padres en la sala de su casa con una pistola .40 en su mano izquierda. Las investigaciones preliminares apuntan a que mató a sus padres, ambos oficiales de la Policía Militar, a su abuela y a su tía abuela, antes de suicidarse.
Menos de 24 horas después, se conoció que un menor de 10 años del mismo vecindario de Sao Paulo se había suicidado con el arma de reglamento de su padre después de discutir con sus hermanos.
Decenas de casos involucran cada semana a adolescentes como responsables de crímenes y las cifras revelan que la violencia está cobrándose más vidas en un sector vulnerable: niños y menores de 19 años.
El Mapa de la Violencia de 2013 señaló que el número de homicidios contra jóvenes aumentó un 326,7% entre 1980 y 2010. El informe, elaborado por el Centro Brasileño de Estudios Latinoamericanos, bajo la coordinación del sociólogo Julio Jacobo Waiselfisz, apunta que el homicidio se convirtió en el principal motivo de muerte violenta entre los jóvenes para 2011 (53,4 por cada 100,000 habitantes), seguido por los accidentes de tránsito (27,7 por cada 100,000 habitantes).
El 12% de la población brasileña menor de 14 años es víctima de algún tipo de violencia, según el último reporte de la Sociedad Internacional de Prevención al Abuso y Negligencia en la Infancia, organización sin fines de lucro establecida en Estados Unidos desde 1977.
Waiselfisz, con 15 años de investigación en el rubro, expone que el número de suicidios entre jóvenes aumentó de un 4,9 a un 5,1% de la población menor de 19 años.
“La situación que ya era inaceptable cuando elaboramos el primer mapa en 1998 se agravó aún más. Es claro que estamos lidiando con la violencia letal, es decir, la violencia en su grado extremo que representa sólo la punta del iceberg de muchas otras formas de violencia que están presentes cotidianamente en nuestra sociedad”.
El servicio de denuncias gratuito Disque 100 registró un incremento del 58,3% de llamadas relativas a violencia contra niños y adolescentes entre 2011 y 2012, según la Secretaría de Derechos Humanos de la Presidencia. La mayoría fueron por negligencia, violencia psicológica, violencia física o violencia sexual.
La titular de la Secretaría, Maria do Rosário, negó en un comunicado que los datos supusieran un aumento de la violencia sino mayor concientización sobre el problema.
En la última década, el gobierno nacional promovió una campaña de desarme, que en su primer año (2005) recaudó 453,000 armas a cambio de una imdenización monetaria. La iniciativa supuso una disminución en las cifras nacionales de homicidios, según el Mapa de la Violencia. Las estrategias gubernamentales se centran en refuerzos de los cuerpos de seguridad y operativos policiales, así como en campañas publicitarias que buscan concienciar. Cuente hasta 10, lanzada en 2010, pretendía reducir los crímenes cometidos por impulso.
El contexto de los adultos
La psicóloga y profesora de la Universidad Católica Pontificia de Sao Paulo, Silvana Rabello, dijo en entrevista con CNNMéxico que “no es posible explicar la violencia a manos de los adolescentes sin atender la violencia ocasionada por el entorno adulto”.
De acuerdo con el Mapa de la Violencia, Brasil es el cuarto país con mayor número de homicidios en un listado de 92 naciones. Sólo El Salvador, Venezuela y Guatemala se encuentran por encima.
Waiselfisz aclara que las estadísticas en Brasil no son simple producto de las proporciones del país. Explica que la tasa de homicidios nacional (27,4%) supera de forma amplia los índices de los 12 países más poblados del mundo, dejando a México en segundo lugar con una tasa de 22,1 por cada 100,000 habitantes.
En la última década, el gigante sudamericano vivió un cambio socioeconómico drástico: 40 millones de personas consiguieron subir el escalón para ubicarse en la casilla de la clase media, sin embargo, las mejoras que el gobierno nacional continuamente pregona no incidieron proporcionalmente en la disminución de la violencia nacional.
Helio Deliberador, profesor de Psicología de la Universidad Católica Pontificia de Sao Paulo, dijo en entrevista con CNNMéxico que el Brasil contemporáneo tiene “una realidad social bastante conflictiva, hay discrepancias sociales muy intensas y eso crea un contexto de conflicto y de violencia, síntoma de que las cosas no están bien. No hay condiciones sociales que permitan una calidad de vida digna, a lo que se suman los problemas en los núcleos sociales y las fallas en las escuelas, todo es un caldo de cultivo para la violencia”.
Las diferencias sociales inciden en el acceso a la educación. Los más perjudicados son las poblaciones más pobres y rurales, y “los jóvenes y adultos que no concluyeron la educación obligatoria en las edades correspondientes”, según Deliberador.
Un 13% de la población brasileña vive en zonas rurales, de acuerdo con datos del Banco Mundial. Un 5,6% del PIB se invierte en educación, proporción mayor que países como México, Alemania o Estados Unidos.
En 2011, la tasa de escolarización de los niños entre seis y 14 años alcanzó el 98,2% y la de jóvenes entre 15 y 17 años, descendió a un 83,7%. La ejecución de programas como Bolsa Família, una ayuda económica a familias de clase baja que comenzó en la administración del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, incidió en la disminución de la pobreza en un 19,8%, y ayudó en la escolarización de las clases más depauperaas.
Los análisis del Mapa de la Violencia no muestran que la deserción escolar (24,3% en educación básica) incida en el incremento de la violencia.
“Brasil convive, trágicamente, con una especie de epidemia de indiferencia, casi complicidad de gran parte de la sociedad, con una situación que debería estar siendo tratada como una verdadera calamidad social. Es como si estuviésemos diciendo, como sociedad y gobierno, que el destino de esos jóvenes ya estaba trazado”, dijo el director ejecutivo de Amnistía Internacional en Brasil, Atila Roque, en un artículo de opinión el 3 de septiembre de 2012 en el diario nacional Valor Económico.
La violencia fue uno de los asuntos de la agenda del papa Francisco durante su visita a Brasil: “Queridos jóvenes, llevar el evangelio es llevar la fuerza de Dios para arrancar y arrasar el mal y la violencia; para destruir y demoler las barreras del egoísmo, la intolerancia y el odio; para edificar un mundo nuevo”, dijo a los jóvenes el 28 de julio en la misa de clausura de la Jornada Mundial de la Juventud.