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Por Mycle Schneider, especial para CNN

Nota del editor: Mycle Schneider es consultor internacional independiente de políticas energéticas y nucleares con sede en París. Es coordinador y autor principal del World Nuclear Industry Status Report (Informe del Estado de la Industria Nuclear Mundial).

“Descuidada” fue la palabra con que Toyoshi Fuketa, comisionado de la Autoridad Japonesa Reguladora Nuclear, describió la calidad de la inspección de cientos de tanques de agua en la afectada planta de Fukushima después de haber descubierto recientemente un serio derrame radioactivo.

El Ministerio de Relaciones Exteriores de China fue más allá y expresó que era “estremecedor” que el agua radioactiva siga derramándose en el Océano Pacífico dos años después del incidente en Fukushima.

Ambos comentarios van al grano y, a pesar de que muchos dentro y fuera de Japón no se percataron de la gravedad del desastre del 11 de marzo de 2011 y qué tan malo podría llegar a ser, parece claro que nos han engañado sobre la escala del problema que afronta Japón. El país necesita ayuda internacional, pronto.

Si bien se ha calculado que la cantidad de radioactividad liberada en el ambiente durante marzo de 2011 se encuentra entre el 10 y el 50 por ciento de lo que se liberó en el accidente en Chernobil, las 400.000 toneladas de agua contaminada almacenada en el sitio de Fukushima contienen más de 2,5 veces la cantidad de Cesio que se dispersó en la catástrofe de 1986 en Ucrania.

Por lo tanto, ¿de dónde viene esta enorme cantidad de agua altamente contaminada, una cantidad suficiente para llenar 160 piscinas olímpicas? En las secuelas del terremoto y tsunami de 2011, los núcleos de los reactores de las unidades 1, 2 y 3 se derritieron a través de las vasijas del reactor en el concreto.

Nadie sabe cuán lejos llegó el combustible fundido en el compartimento; los niveles de radiación en los edificios de reactores son letales, los robots quedaron atrapados entre los escombros y algunos nunca volvieron.

El combustible fundido todavía debe enfriarse constantemente y el operador, Tokyo Electric Power Company (TEPCO), inyecta diariamente alrededor de 400 toneladas de agua en las vasijas perforadas del reactor. El agua arrastra elementos radioactivos y corre directamente a los sótanos que se inundaron en el tsunami.

Para 2015, se espera que más de 600.000 toneladas de líquido altamente radioactivo se acumulen en tanques temporales, algunos de ellos bajo tierra, muchos atornillados en lugar de soldados, y ninguno jamás concebido para contener este tipo de líquido a largo plazo. Este peligroso líquido se bombea en una tubería improvisada de 4 kilómetros de largo, una parte de ella de vinilo en lugar de acero, y plagada de fugas durante el invierno, cuando las tuberías exteriores se afectan por las heladas.

La explicación de TEPCO sobre el descubrimiento de la fuga de 300 toneladas de agua altamente radioactiva mostró un alarmante nivel de amateurismo.

“Encontramos agua esparcida en el nivel inferior de los tanques cercanos al tanque No. 5… Por lo tanto revisamos el nivel del agua en este tanque y… confirmamos que el nivel actual del agua es aproximadamente 3 metros por debajo del nivel normal”.

Al parecer TEPCO admitió que tan sólo 60 de los 350 tanques en esa área están equipados con medidores del volumen. La “inspección” la realiza visualmente un trabajador con un detector de radiación.

Mientras, la tierra alrededor del tanque con fugas tuvo una filtración por hora equivalente al límite legal establecido para los trabajadores nucleares en el plazo de cinco años. No hay dispositivos remotos para medir la radiación, no existe el manejo a distancia.

La fuga en el tanque es tan sólo el último elemento en una larga lista que enumera las cosas que están yendo mal en el sitio que aún podría convertirse en el percance radioactivo más grave de la historia.

Y la situación todavía podría empeorar. Un incendio devastador de combustible usado podría hacer que se viera pequeña la dimensión de la catástrofe al exceder la cantidad de radioactividad liberada en Chernobil por docenas de veces más.

Primero, las paredes de la piscina podrían filtrar agua para enfriar más allá de su capacidad de transporte o un edificio de reactor podría derrumbarse después de una de las cientos de réplicas.

Luego, el recubrimiento del combustible podría entrar en ignición espontáneamente liberando todo su inventario radioactivo.

La incapacidad de TEPCO para estabilizar la situación y el estrepitoso fracaso del gobierno japonés, ahora dueño mayoritario de TEPCO, no deberían sorprendernos. De hecho, hasta ahora, la Autoridad Reguladora Nuclear parece haber estado muy ocupada intentando reiniciar los reactores parados en el país como para prestar la atención debida a la estabilización de Fukushima.

El hecho es que Fukushima Daiichi presenta retos de una complejidad sin precedentes. El mantener fríos los tres núcleos de reactor fundidos y cinco piscinas de combustible usado en una zona de desastre es un trabajo de proporciones titánicas.

Es por ello que dos semanas después de que estallara la crisis, sugerí la creación de un Equipo Internacional de Trabajo (ITFF por sus siglas en inglés) que reuniría a los expertos del mundo en áreas de interés clave: física e ingeniería nuclear, enfriamiento de núcleos, control del agua, almacenamiento de combustible usado y desechos radioactivos, integridad de los edificios y protección contra la radiación.

Dos años han transcurrido, la necesidad de este equipo de trabajo únicamente ha aumentado.

Un ITFF necesitaría establecerse por lo menos durante dos años para ser efectivo, y podría tener dos copresidentes, uno japonés y uno extranjero.

Un grupo principal de alrededor de una decena de expertos trabajaría a tiempo completo en el proyecto y se apoyaría en la experiencia de otra decena expertos cuidadosamente seleccionados por el grupo principal. Expertos independientes deberían  formar una parte significativa del grupo principal (por ej. sin vínculos a intereses corporativos o del estado).

Adicionalmente, el ITFF podría trabajar con una red abierta de expertos, libre de solicitar a algún experto en cualquier campo que considere pertinente. Podría pedir abiertamente retroalimentación a sus recomendaciones y hacer lo posible por evaluar comentarios y sugerencias.

Por supuesto, dicho grupo de trabajo no “supervisaría” o “controlaría”, esta responsabilidad permanecería en el gobierno japonés y en el regulador. Sin embargo, el ITFF podría dar recomendaciones a corto, mediano y largo plazo sobre estrategias para la estabilización del sitio.

¿Será que el llamamiento a formar un equipo de trabajo cobrará fuerza? He presentado el concepto básico a las autoridades de seguridad en varios países, embajadores en funciones y fuera de ellas, ministros y a la Comisión Europea. Aunque algunos funcionarios han indicado que se está llevando a cabo una asistencia bilateral limitada , hasta ahora, el obstáculo en Japón parece ser el “patrón de negación” en Japón, un problema que ha afectado no solo a TEPCO, sino aparentemente también al gobierno japonés y a las autoridades de seguridad.

Afortunadamente, ha habido algunos indicios en las declaraciones oficiales de TEPCO y del gobierno japonés en los últimos días que dan la esperanza de un cambio en sus actitudes.

Además, la imagen de Japón ante el mund, y la confianza de los japoneses en sus instituciones se beneficiarían mucho con un proyecto internacional explícito y concreto.

La cuestión está en si los miembros de la comunidad internacional podrán reunir la voluntad para dejar a un lado sus propios intereses y ayudar a Japón a superar la negación que amenaza con provocar una catástrofe.

(Las opiniones expresadas en este artículo corresponden exclusivamente a Mycle Schneider)