Por Peter Bergen, analista de Seguridad Nacional de CNN
Nota del editor: Peter Bergen es analista de seguridad nacional de CNN, director de la New America Foundation y autor de “Manhunt: The Ten-Year Search for bin Laden-From 9/11 to Abbottabad”.
(CNN) —Barack Obama llegó a Washington para terminar con las guerras, no para empezarlas.
Eso era muy claro hasta hace tres meses, cuando Obama ofreció un discurso magistral el 23 de mayo en la National Defense University en Washington, en el que hizo un llamado para acabar con “la guerra sin límites contra el terror” y “el pie de guerra perpetuo” que ha existido en Estados Unidos desde el 9/11.
Obama enfocó parte de su discurso en la Autorización para el Uso de la Fuerza Militar que el Congreso aprobó días después del 9/11 y que le otorgó al presidente George W. Bush la autoridad para declararle la guerra a Afganistán.
Ningún miembro del Congreso que haya votado por esta resolución en ese momento se dio cuenta de que, de hecho, estaba autorizando lo que sería la guerra más larga de Estados Unidos.
Tampoco se dieron cuenta de que prácticamente estaban otorgando un cheque en blanco al presidente para librar guerras encubiertas en países como Pakistán y Yemen, donde, de acuerdo con datos recabados por la New American Foundation, han muerto miles de personas en ataques de la CIA con aeronaves no tripuladas casi sin la opinión del Congreso.
Durante su discurso de defensa, Obama prometió ayuda para terminar con la Autorización del Uso de la Fuerza Militar que puso en marcha una guerra aparentemente eterna que Estados Unidos ha librado desde 2001.
Este es el contexto de la decisión de Obama de acudir al Congreso para buscar la autorización para realizar un ataque militar en Siria. Obama quiere dejar la presidencia en 2016 siendo el presidente que hizo más difícil, no más fácil, para futuros presidentes, declarar la guerra de manera unilateral sin la participación del Congreso.
Al acudir al Congreso en busca de la autorización de cualquier operación militar en Siria, vemos al Obama exprofesor de legislación constitucional, pero también vemos al Obama pragmático.
La administración Obama siempre pudo haber argumentado en los últimos días que podía justificar el ataque al régimen de Bachar al Asad por cuestiones humanitarias para evitar futuras masacres de sirios con armas químicas, a pesar del hecho de no contar con la autorización internacional para atacar a Siria y de que no se ha dado una resolución en el Congreso sobre dicho ataque.
Sin embargo ese documento sería una novedad en materia de legislación internacional y no sería particularmente convincente en materia de política interna ante un público estadounidense que, en el mejor de los casos, tiene una opinión dividida sobre si Estados Unidos debe desplegar sus fuerzas en Siria.
Por supuesto, generalmente, las acciones militares unilaterales Estados Unidos no son controversiales después de ataques sobre blancos estadounidenses por parte de fuerzas o grupos extranjeros.
El presidente Clinton no buscó la aprobación del Congreso para lanzar misiles crucero sobre campos de entrenamiento de al Qaeda en Afganistán en 1988, después de los ataques del grupo terrorista sobre dos embajadas de Estados Unidos en África.
Tampoco lo hizo el presidente George H.W. Bush antes de la invasión a Panamá en 1989 que él mismo autorizó cuando un marino de Estados Unidos fue asesinado y se temía por la seguridad de decenas de miles de estadounidenses en ese país.
Siria no ha atacado blancos o ciudadanos estadounidenses, así que el argumento de que un ataque al régimen de al Asad está diseñado para proteger intereses o vidas estadounidenses es muy cuestionable.
Eso deja la administración de Obama con la opción obtener algún tipo de autorización por parte de cuerpos internacionales como las Naciones Unidas, la OTAN o la Liga Árabe.
Como es bien sabido, no existe la menor posibilidad de obtener una autorización de las Naciones Unidas, ya que Rusia y China han dejado claro que vetarían tal resolución.
También parece haber pocas posibilidades, por el momento, de que la OTAN autorice una misión “humanitaria” como lo hizo en Kosovo en 1999 para repeler la agresión serbia. Incluso si se diera tal autorización, ahora mismo de un importante miembro de la OTAN, el Reino Unido no podría participar debido a que el parlamento británico votó en contra de la misión.
De hecho, la OTAN dijo que busca una “respuesta internacional firme” ante el uso de armas químicas en Siria, pero que no tomará una acción militar por sí misma.
La Liga Árabe, que autorizó la opresión para derrocar a Muamar Gadafi en 2011 no ha dado señales hasta ahora de estar lista para autorizar la guerra contra Siria. La Liga dijo que la comunidad mundial debe tomar una acción contra los responsables del uso de armas químicas pero no especificó si apoyaría una acción militar por parte de Estados Unidos u otros países. Dicho eso, Arabia Saudita, que generalmente es muy cautelosa, exhortó públicamente el domingo a que hubiera una guerra.
Al acudir al Congreso para la autorización, vemos no solo al exprofesor de legislación constitucional sino al pragmático en Obama, así como al tomador de riesgos calculados.
En asuntos de importancia considerable en los que el beneficio potencial es grande, Obama ha mostrado que está dispuesto a tomar riesgos. No vayamos más lejos que su decisión de hace dos años de autorizar una redada de los Navy SEALS para capturar o matar a Osama bin Laden, operación que autorizó contra la opinión del vicepresidente Joe Biden y el entonces Secretario de Defensa Robert Gates. Si esa operación hubiera fracasado, como lo suponía una serie de altos funcionarios de seguridad de la administración, Obama estaría pasando el tiempo ahora mismo entre Chicago y Hawaii.
Para Obama, la autorización del Congreso sobre el uso de la fuerza en Siria sería de gran ayuda si necesitara autorizar acciones militares adicionales en ese país más adelante. También le ayudaría si se siente obligado a declarar la guerra a Irán. Por supuesto si no obtiene dicha autorización, tendrá que soportar el mismo tipo de humillación que el primer ministro británico David Cameron ha soportado recientemente.
Sin embargo, Obama calcula que los escépticos republicanos del Congreso tendrán que explicar al público estadounidense la razón por la que no autorizaron una acción militar en Siria después del uso de armas químicas a gran escala mientras continúan describiendo al aliado más importante de Siria, Irán y a su programa de armas nucleares (que todavía está por producir armas nucleares) como una seria amenaza para el mundo.
Podemos estar seguros de que en los próximos días, la administración argumentará que si no se castiga a Siria por el uso repetido de armas químicas a gran escala, puede olvidarse de cualquier oportunidad para frenar o acabar con el programa nuclear de Irán, asunto de gran importancia para gran parte del Partido Republicano.
Para los que se encuentran en la izquierda del Partido Demócrata en el Congreso, quienes generalmente son escépticos de las acciones militares de Estados Unidos, Obama puede preguntar, básicamente, “¿Si no es ahora, cuándo?”, ¿en qué punto intervendrán los autonombrados liberales para detener el uso de armas químicas que son tan viles que han sido prohibidas en el mundo civilizado durante casi un siglo?
Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Peter Bergen.