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Por James Moore, especial para CNN

Nota del editor: James C. Moore, de Texas, es un consultor empresarial y socio de Big Bend Strategies. Es coautor de libro Bush’s Brain: How Karl Rove Made George W. Bush Presidential y es analista político en televisión.

(CNN) – No te postules, Hillary.

Nadie está diciendo que la anterior secretaria de Estado, senadora por el estado de Nueva York, primera dama de Estados Unidos y Arkansas, y abogada de la Universidad de Yale no esté calificada para la Casa Blanca. De hecho, su currículo podría ser uno de los más impresionantes que se han presentado para el cargo. La vasta experiencia de Clinton indica que tiene todas las habilidades necesarias para ser presidenta de Estados Unidos.

Sin embargo, llegó el momento de que este país tome otro camino.

El primer argumento en contra de otra candidatura por parte de la familia Clinton es generacional. Los baby boomers (personas que nacieron en el tiempo de la explosión de la natalidad que sucedió durante y después de la Segunda Guerra Mundial) deben dejar de sostener la antorcha de liderazgo con sus dedos artríticos, y pasarla a otra generación. Bill Clinton, George W. Bush y Barack Obama habrán representado 24 años de la presidencia para el 2016, lo cual parece ser más que suficiente. La elección de Clinton potencialmente extiende la influencia de estas personas de tal forma, que se arriesga crear una brecha entre generaciones que aumente aún más la desafección política entre votantes jóvenes.

La edad es otro aspecto que debe considerarse, sin importar los llamados de protesta por parte de sus simpatizantes. Clinton tendría 69 años al hacer el juramento para tomar el cargo. Sería la segunda persona de mayor edad en convertirse en presidente, menor que Ronald Reagan por varios meses.

Las presiones de la Casa Blanca aumentan las aflicciones del tiempo. Se puede decir que el presidente óptimo combina sabiduría adquirida e intelecto natural con los remanentes de la energía de la juventud. Nadie hace esto al cumplir 70 años durante su primer año como presidente, el cual sería el caso de Clinton.

Aunque los médicos declararon que se encuentra en perfecto estado de salud después de un reciente incidente en el que presentó un coágulo sanguíneo en la cabeza, las probabilidades de sufrir enfermedad geriátrica durante la presidencia son muy reales para alguien que podría tener 77 años al final de un segundo período.

El comportamiento de Reagan durante sus últimos años sugiere que ya había empezado a verse afectado por los efectos del Alzheimer. Esto no se trata de discriminación por razones de edad. La acumulación de años define nuestro rango de capacidades, física e intelectualmente, y tanto los Clinton como la nación necesitan hacerle frente a la pregunta de si una persona a sus setenta y tantos años es la más adecuada para fungir como presidente. La respuesta obvia es no.

Sin embargo, no subestimamos la importancia cultural de tener la primera mujer como presidenta y la gloria que esto le otorgaría a la democracia más grandiosa de la historia. El Partido Demócrata también tendrá un interés especial en ser la organización política que le dio al país su primer presidente afroamericano, y la primera mujer presidente.

Clinton, quien está en una posición adecuada debido a su experiencia, enfrenta otros retos que le impiden que se le mencione en un capítulo de los futuros libros de texto como la primera mujer en el Despacho Oval.

Estados Unidos está cansado de las opciones políticas limitadas y de las dinastías. Una segunda presidencia de un miembro de la familia Clinton podría terminar en 28 años del control Clinton-Bush. Ahora, más que nunca, somos una nación que desesperadamente necesita renovarse con aquello que sea esperanzador y visionario. Desafortunadamente, hay muchos aspectos predecibles en una segunda candidatura de los Clinton.

Nadie necesita una máquina del tiempo para ver hacia el futuro y observar un video granulado en los anuncios de ataques en la televisión, donde una voz en barítono habla acerca de Benghazi, o comentarios acerca de cómo su esposo se hizo rico al acumular un valor neto de 55 millones de dólares desde que dejó el cargo.

“¿No ha sido ya suficiente para los Clinton?”, preguntaría la voz. “¿Y no se encuentra Estados Unidos ya cansado de los Clinton?”

A pesar de que los logros de Clinton como secretaria de estado son importantes, incluyendo los esfuerzos diplomáticos que evitaron una guerra entre Israel y los Hamás, probablemente se verá forzada a soportar ataques durante su campaña, que la acusarán de defectos en su carácter por haber perdonado las indiscreciones de su esposo, lo que significa que los votantes probablemente tendrán que soportar por lo menos algunos recuerdos dolorosos.

Sin embargo, ésta no es una recomendación para alejarse de una pelea. Clinton ha probado que sus nudillos políticos se han fortalecido, y que es hábil para hacer a un lado las acusaciones absurdas por parte de sus oponentes. En lugar de dirigir y ganar una campaña agresiva, podría haber una tarea más honorable para la anterior secretaria de estado.

Siempre existe un momento adecuado para salir del escenario, y el no reconocer ese momento oportuno puede llevar a una decadencia de la imagen que, a largo plazo, empaña los logros de una persona en lo mejor de su trabajo.

Hillary Clinton puede salir de escena con gracia. Sí, tiene todo el derecho de postularse para el cargo de la presidencia, y está sumamente capacitada para desempeñarlo. Sin embargo, eso no significa que sea la persona más adecuada en este momento de la historia de Estados Unidos.

No hay nada inexorable acerca de la candidatura presidencial de cualquier persona, sin importar qué tan vehementemente se discuta por parte de quienes apoyan a Clinton. Las presuntas candidaturas, que inicialmente parecen ser opciones lógicas como consecuencia de la devoción y una política firme, a menudo llevan al fracaso. La presentación de las candidaturas de Dole, McCain y Romney, supuestos candidatos con ideas políticas desconectadas generacionalmente, han desgarrado el poder del Partido Republicano posiblemente por varias décadas.

Postularse para presidente porque es algo que se espera, y parece ser la decisión más obvia, claramente no es la motivación correcta.

El servicio que Clinton ha hecho a su país ha trascendido incluso los sueños esperanzadores que compartió con su esposo en su juventud. Más allá de su tiempo en el gobierno como senadora de Estados Unidos, como secretaria de estado y como consejera de Bill durante su presidencia, la fundación que lleva su nombre, la cual dirige con su esposo e hija, está teniendo un impacto profundo, tanto en este país como mundialmente, facilitando educación, atención de salud y programas de nutrición. Esta organización no lucrativa necesita de su dirección e iniciativa.

Estados Unidos, sin embargo, está listo para opciones diferentes que representen a una nueva generación en la presidencia.