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Nota del Editor : John D. Sutter es columnista de CNN Opinión
Por John D. Sutter, CNN
Shelton Kokeok vive en el borde del mundo en Shishmaref, Alaska y está pensando en mudarse porque su pueblo está a punto de desaparecer debido al cambio climático.
Un grupo de expertos de la ONU alertó el viernes con un 95 % de certeza de que los efectos del cambio climático son reales y en gran parte causados por el hombre.

La pequeña comunidad esquimal Inupiat en una región casi ártica de Alaska - que tuve la suerte de visitar en un viaje de trabajo en 2009 y que es el hogar de algunas de las personas más dulces y más colorido que conocerás - lleva años observando cómo les afecta el cambio climática.

Cada vez hay menos hielo marino, la erosión de la costa es cada vez mayor y el permafrost está empezando a derretirse. Las temporadas de caza han cambiado y los lagos se han secado. La costa se ha vuelto tan inestable que una casa cayó por el acantilado de la isla que alberga el pueblo. Cuando estuve allí, la ciudad estaba considerando mudarse a un terreno más estable.

El informe señala cómo afecta el cambio climático a los negocios y destaca que la primera consecuencia para los seres humanos será la escasez de agua, que en algunos sitios, como Miami está empezando a notarse.

Stanley Tocktoo, el alcalde de Shishmaref, me dijo por teléfono el jueves que los residentes han aplazado sus planes de mudarse de la ciudad. El dinero es una de las razones. Otra es que no fueron capaces de encontrar un lugar adecuado en el que todo el mundo estuviera de acuerdo para el nuevo emplazamiento.

“La isla ya tiene sólo un cuarto de milla de ancho (tres millas de largo). No sé cuánto tiempo vamos a ser capaces de aguantar, probablemente es ya más estrecha del cuarto de milla que solía tener”, dijo. “Las inundaciones son cada vez más feroces, es insostenible seguir viviendo aquí”, añadió.

Debe parecer ridículo que en 2013 alguien trate de negar la realidad del cambio climático, que está causando sequías más severas, tormentas más fuertes, el aumento de los mares y la fusión de los cascotes polares.

Está claro que todo está cambiando para peor y que somos culpables de ello.

Estoy agradecido al Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático que sigue actualizando los últimos avances científicos que lo demuestran.

Es obvio que tenemos que prestar atención y buscar nuevas maneras de actuar de forma urgente para mitigar el impacto futuro del cambio climático y los cambios que ya están ocurriendo en todo el mundo.

Las Islas Marshall y otras naciones del Pacífico que podría ser engullidas por la subida de los mares se han unido para tratar de hacer que sus economías estén basadas en energías renovables del 50% al 100%.

La urgencia es una realidad para ellos. Temen por su supervivencia.

Pero en los Estados Unidos, todavía corremos con los ojos cerrados.
Sin duda, el presidente Barack Obama ha intentado abordarlo, entre los disturbios en Siria o la resurrección de la clase media en el país. Pero el Congreso no ha seguido su ejemplo. Estados Unidos sigue siendo un rezagado serio en la acción climática.

Tal vez deberíamos abrir los ojos y mirar hacia Alaska.

Allí, la evidencia es como una bofetada en la cara. Una llamada de atención.

“La ciudad se está derrumbando, cada vez es más pequeña”, explica Shelton Kokeok, un hombre de 68 años de edad que vive con su esposa, Clara, en el mismo borde de la costa Shishmaref, que se está derritiendo y cayendo al mar.

Un proyecto multimillonario del cuerpo de ingenieros del ejército ha puesto en marcha un proyecto para dar un poco de tranquilidad a Kokeok. Consiste en apilar rocas en lo alto de la orilla, como si implorasen a la tierra para que se quede. Pero incluso los ingenieros saben que las medidas son temporales.

Tenían 45 millones de dólares para hacer frente a los problemas de erosión costera que se relacionan con el cambio climático, según Bruce Sexauer, jefe de planificación para el Distrito de Alaska. Ese dinero no fue suficiente. La pared de roca en Shishmaref se planeó para ser casi el doble de lo que es, pero el dinero sólo está disponible si el pueblo asume el 35% del coste para su construcción.

Estoy bastante seguro de que un lugar donde la gente caza focas para alimentarse y cosecha hielo para obtener agua no tiene millones de sobra. Es un hermoso y generoso pueblo. Pero no es rico.

El muro, tal como está, es probable que sostenga a Shishmaref varios años. Sin embargo, mucho se ha perdido ya.

Cuando lo visité hace cuatro años, Kokeok me dijo que su hijo menor, Norman, había muerto a causa de los cambios en el clima. Hace años Norman cayó a través de una fina capa de hielo en la primera semana de junio de hace varios años. Esa zona tendría que haber estado perfectamente congelada en esa época del año, dijo Kokeok.

Él me dijo, allá por 2009, que no ha sido el mismo desde entonces.
Me contó el jueves que fue capaz de ir a la caza del caribú con sus nietos y su hija este verano después de muchos años sin hacerlo.
La tierra aquí, y la comunidad, significa mucho para él.

Otra de las comunidades que sufren el cambio climático es Newtok. Fue objeto de una serie fascinante de The Guardian, y hoy está en proceso de reubicación, según Sexauer.

Dave Williams, un colega de Sexauer , me dijo que el permafrost se está derritiendo por debajo de la ciudad, por lo que es casi inhabitable.

“Algunos de los paseos marítimos están bajo el agua durante el verano”, dijo. “No se puede bajar de la pasarela y caminar en cualquier lugar sin calarte hasta la entrepierna y cubrirte de lodo . Ahora, cuando se inunda, las casas que estaban por encima del nivel del agua e quedan rodeadas por el agua o llenas de ella y ya no se puede ir a ninguna parte …. Ha ucurrido lentamente, durante años y años”.

Poco a poco, durante años y años.

Pero aún así, es imposible no darse cuenta.
Podía pensar en algunos senadores a los que me gustaría enviar hasta esa aldea para que vadearan en el fango. Tal vez sería aliviar su sensación persistente de duda financiado por la industria.

O, por lo menos, tendrían que poner excusas por un par de pantalones echados a perder.