(CNN) – Antes de la carrera transcontinental en la película “Cannonball Run”, la persona que da la señal de inicio les dice a los competidores: “Ustedes son el grupo más distinguido de malhechores y degenerados que alguna vez se reunió en un sólo lugar”.

Ed Bolian prefiere el término “fraternidad de lunáticos”.

En el clásico de 1981 de Burt Reynolds, fue un giro cómico sobre una carrera inspirada en una rebelión de la vida real por el límite de velocidad estipulado en 88 km/h (55 millas/hora) en la década de 1970; Bolian se dispuso a emprender la seria misión de romper el récord de conducir desde Nueva York hasta Los Ángeles.

¿El récord? Alex Roy y David Maher lo establecieron al atravesar el país en 31 horas y 4 minutos, conduciendo un BMW M5 modificado en 2006.

Bolian, de 28 años de edad, originario de Atlanta, había soñado por mucho tiempo en participar en una carrera en la que compitiera por cruzar de la Costa Este a la Costa Oeste. Hace una década, como parte de una tarea de la escuela, Bolian entrevistó a Brock Yates, quien concibió la idea del Cannonball Baker Sea-To-Shining-Sea Memorial Trophy Dash, también conocido como Cannonball Run.

Yates, quien citó al organizador antes mencionado en la película que él mismo dirigió, ganó la primera Cannonball al inicio de la década de los años setenta, con un tiempo de 35 horas y 53 minutos.

“Le dije, ‘Algún día, me gustaría batir tu récord’”, recuerda Bolian.

Onza de prevención  

Parece ser un tipo de diversión prohibida -y ciertamente, Hollywood la adornó, como el sumamente confiado, infiel y malhablado jeque con un Rolls Royce y Sammy Davis Jr. disfrazado de sacerdote- pero Bolian dijo que se requerió de bastante investigación y trabajo preliminar.

Iniciando en 2009, más o menos cuando empezó a trabajar para Lamborghini en Atlanta, Bolian investigó acerca de autos, rutas, fases lunares, patrones de tráfico, equipo, kilometraje y modificaciones.

Inició su preparación hace más o menos 18 meses, y eligió un Mercedes CL55 AMG con 185.000 kilómetros (115.000 millas) para el viaje. El tanque de gasolina del Mercedes sólo tenía capacidad para 23 galones (104,6 litros), así que agregó dos tanques de 22 galones (100 litros) en el maletero; esto aumentó su rango a aproximadamente 1.280 kilómetros (800 millas). La rueda de repuesto tenía que ir en el asiento trasero con su acompañante, Dan Huang, un estudiante de Georgia Tech, el alma máter de Bolian.

Para frustrar a la policía, instaló un interruptor para apagar las luces traseras; también compró dos inhibidores de láser y tres detectores de radar. También encargó un inhibidor de radar, pero no estuvo listo a tiempo para la carrera. También contaba con un escáner de policía, dos unidades GPS y varios cargadores de teléfonos inteligentes y tabletas, por no mencionar tentempiés, café helado y una bacinilla.

Para cuando había terminado de modificar el auto, lo cual incluyó ajustes con un valor de 9.000 dólares, “parecía una estación espacial”, dijo, describiendo las luces y pantallas añadidas a la cabina.

Sin embargo, aún no había terminado.

“Sinceramente, lo más difícil fue encontrar personas que estuvieran lo suficientemente locas como para hacerlo conmigo”, dijo.

El copiloto Dave Black, uno de los clientes del concesionario de Lamborghini en Atlanta, no se decidió sino hasta tres días antes de partir, y el “pasajero de apoyo” Huang, no se involucró sino hasta 18 horas antes de que el equipo saliera de Atlanta rumbo a Manhattan.

Si su dificultad en encontrar un copiloto no fue un presagio, encontrarían uno en Manhattan. Mientras buscaba rutas fuera de la ciudad, una unidad de GPS le dijo a Bolian que virara a la derecha en rojo, en la dirección equivocada por una calle de una vía. Pronto lo detuvieron.

A Bolian le dieron una advertencia -y sintió una buena dosis de alivio ya que el oficial no hizo preguntas sobre el fuerte olor a gasolina cuando se paró cerca del conducto que expedía gases del baúl.

Inicia la carrera por el récord  

El trío ignoró lo que algunos podrían haber considerado un presagio y salió del Red Ball Garage en la calle East 31st, el punto de partida de la Cannonball, unas horas después. Para ser exactos, salieron el 19 de octubre a las 9:55 p.m., según una compañía de rastreo cuyos oficiales pidieron no ser identificados porque no sabían que Bolian conduciría de forma tan ilegal cuando los contrató.

Encontraron tráfico en Nueva York que los detuvo durante 15 minutos, pero pronto lograron una velocidad promedio de 144 km/h (90 millas/hora). En Pensilvania, encontraron al primero de muchos en la avanzada, un conocido de Bolian, quien conducía dentro del límite de velocidad a unos 241 a 321 kilómetros (150 a 200 millas) por delante del CL55 y les avisaba si había policías, alguna obra en construcción u otros problemas.

Pasaron por Ohio, Indiana e Illinois; llegaron a St. Louis antes del amanecer.

“Todo fue perfecto”, dijo Bolian, explicando que nunca se perdieron y que rara vez encontraron tráfico o se retrasaron por alguna construcción.

Para cuando llegaron al sur de Misuri, cerca de la frontera con Oklahoma, supieron que estaban “en camino a romper el récord actual si conducían dentro del límite de velocidad durante el resto del viaje”, dijo.

Sí, claro. Esto no se trataba de mantenerse entre los límites de velocidad.

Siguieron su recorrido hacia el oeste, y a medida que se acercaban a la frontera de Texas y Nuevo México, calcularon que podrían romper el récord de 30 horas, en algo así como el Santo Grial en la carrera transcontinental que Bolian comparó con correr 1,6 kilómetros en menos de 4 minutos.

No nos conformamos, y “decidimos hacerlo en 29”, dijo Bolian.

La compañía de rastreo no identificada dice que el Mercedes Benz se detuvo en el Portofino Hotel and Marina en Redondo Beach, California, a las 11:46 p.m. el 20 de octubre, tras conducir 4.510 kilómetros (2.803 millas). El tiempo total: 28 horas, 50 minutos y aproximadamente 30 segundos.

“La mayor parte del tiempo, no íbamos a una velocidad descabellada”, dijo Bolian, pasando por alto que su definición de “descabellada” es un poco distinta a la de la mayoría de la gente.

Cuando iban en marcha, lo cual, admirablemente, fue durante todo el viaje, a excepción de 46 minutos, mantenían una velocidad promedio de 100 mph (160 km/h). Su promedio total fue de 98 mph (157 km/h), y su velocidad máxima fue de 158 mph (254 km/h) según un dispositivo de seguimiento a bordo.

“Además de un camión de FedEx que no vio por los espejos antes de pasarse delante de mí, no tuvimos ningún problema”, dijo Bolian.

No intenten esto en casa  

Reconoce que su hazaña fue peligrosa, especialmente si consideras que Bolian sólo durmió 40 minutos durante el viaje, y Black, el copiloto, durmió una hora. Sin embargo, Bolian se ocupó de que el viaje fuera lo más  seguro posible; eligió hacerlo en un fin de semana con buen clima y luna llena. También procuró tomar rutas, en la medida de lo posible, donde no hubiera mucho tráfico u obras de construcción.

“Muchas personas en casa estaban rezando por mí, para que llegara a salvo. Lo más importante fue que mi esposa pedía por que no lo tuviera que repetir”, dijo, agregando que no tiene hijos, lo cual también fue un factor importante. “Eso fue algo que me estimuló a decidirme y salir de esto. Probablemente, esa sea la próxima aventura”.

Cuando le preguntaron si los avances tecnológicos que han surgido desde la época en que los otros competidores establecieron el récord le habían dado ventaja, Bolian respondió: “Absolutamente”. Debido a que dos equipos rompieron el récord de 32 horas en 2006 y 2007, tenía una “guía” detallada de cómo hacerlo, mientras que los competidores anteriores dependían de relatos que iban de boca en boca en la década de 1980.

“Le doy gracias a Alex por eso. Todos estamos agregando capítulos a la misma historia de la cultura automovilística en Estados Unidos”, dijo Bolian. Alex Roy no respondió a un correo electrónico en el que le pedíamos hacer comentarios.

Bolian había esperado revivir esa entrevista que hizo en la secundaria y decirle a Yates que había cumplido su promesa de romper su récord, pero Yates ahora padece de Alzheimer.

“Le haré una visita, sólo porque me parece hacerlo”, dijo Bolian, “pero no puedo contárselo”.

Cuando los malhechores de Cannonball quisieron hacer una declaración sobre la libertad personal, Bolian dijo que tiene absoluto respeto por las fuerzas de la ley. Su meta fue simplemente “hacerlo por mí, y hacer un tributo a este capítulo de la historia automovilística”, dijo.

Bolian también espera que haya roto el récord de Roy a tal grado que desanime a los futuros participantes de la carrera a intentar romper su récord, y esto no sólo es cuestión de su propio legado, expresó.

“Esto no es solamente algo que un grupo de lunáticos necesitemos hacer”, dijo.