Por Jacque Wilson
(CNN) — Los amigos describen a Mia Vayner como bulliciosa, extrovertida y apasionada. Ella no tiene miedo de decirte lo que piensa y tiene un sensacional sentido del humor.
“Mia es ambiciosa”, dice su esposa Evelyn Vayner. “Ha vivido una vida de obstáculo tras obstáculo….. aún así logra ver hacia el futuro y luchar por lo que quiere con más energía y decisión que cualquier persona que jamás haya conocido”.
Ese innato impulso le aseguró a Evelyn que Mia lograría su más reciente objetivo: bajar más de 113 kilos, a pesar de su paraplejía.
Evelyn conoció a Mia cuando iba viajando de mochilera por Australia al final de los años noventa. Mia creció en el interior y ofreció mostrárselo a Evelyn. Su amistad pronto se convirtió en algo más.
“Comprendí que Mía era trasgénero y, dado que soy de New York, realmente no le puse demasiada importancia”, dice Evelyn. “Inmediatamente, me atrajo su franqueza”.
La pareja ahora vive en Flushing, Queens. Mia es asesora de hoteles y bloguera; Evelyn trabaja en el campo editorial.
En 2009, Mia alcanzó su peso máximo: más o menos 245 kilos. Evelyn también había luchado contra la obesidad durante toda su vida. Darse una comilona nocturna, bolsas vacías de papas fritas y comer por causas emocionales eran comunes en su hogar.
Un día, Mia decidió que ya era suficiente.
“Muchas personas piensan que una vez estás en silla de ruedas, ya no eres nada”, dice. “Los doctores dijeron, ‘Así es, eres una buena persona gorda’. Y yo dije, ‘Al diablo con eso’”.
Mia se deshizo de su silla de ruedas motorizada y construyó una nueva tomando unas cuantas sillas rotas que consiguió en Craigslist. Su “Frankenchair”, como la llamó, tenía un diseño deportivo que le permitió moverse más eficientemente. Empezó poco a poco, empujándose alrededor de la cuadra.
En el primer mes, bajó 22 kilos. Para cuando había bajado 45 kilos, se empujaba una milla (1,6 kilómetros) todas las mañanas.
Evelyn y Mia también decidieron cambiar su dieta. Como vegetariana de toda la vida, Mia siempre había comido bien, “pero puedes llegar a comer una gran cantidad de comida vegetariana”. Redujeron el tamaño de las porciones y empezaron a comprar productos orgánicos, cultivados localmente.
“Cuando decidimos hacer este cambio, sabíamos que el progreso sería lento”, dijo Evelyn. “Queríamos que fuera así, porque sabíamos que la pérdida de peso rápida siempre había llevado al fracaso en última instancia”.
Para que su meta fuera siempre alcanzable, Mia se dijo a sí misma que bajaría 4 kilos 30 veces. Consiguió una pecera, y sacaba un premio de ella cada vez que alcanzaba otra meta pequeña. Para abril de 2011, pesaba 147 kilos.
“Rompo la dieta en ocasiones”, dice Mia. “No sirve de nada decir, ‘Nunca más volveré a comer pastel de chocolate’, porque tu esposa te encontrará en el suelo a las 3 a.m. con la cara cubierta de chocolate”.
A Mia no le gusta hablar del incidente que la dejó parcialmente parapléjica de la cintura para abajo. Una agresión física cuando era niña ocasionó daños en los nervios de su espalda, lo cual debilitó seriamente su columna vertebral. Otro accidente ocurrido a sus cuarenta años empeoró la condición y la dejó con la capacidad mínima de sensación en sus piernas.
“No he estado de pie desde que Bush fue presidente”, le gusta bromear.
Sin embargo, su discapacidad no le ha impedido que haga actividades que disfruta. Practica judo desde su silla de ruedas. Nada dos millas (3,2 kilómetros) todas las mañanas, y está pensando competir en una triatlón.
A Mia también le encanta la escalada en rocas. Ella y Evelyn se unieron al grupo Adaptive Climbing, de la ciudad de Nueva York y empezaron a escalar de dos a tres veces por semana en Brooklyn Boulders.
Kareemah Batts, fundadora de Adaptive Climbing Inc., dice que vio la determinación de Mia desde el primer día. Al inicio, a Mia le frustraba que no tuviera facilidad para escalar, dice Batts, pero no se daba por vencida.
“Estás luchando con tu cuerpo, para que haga algo que normalmente no hace”, le dijo Batts a Mia.
Mia ahora pesa 120 kilos, y sigue bajando de peso. Sus niveles de colesterol y presión sanguínea se encuentran en el rango normal, y ya no tiene diabetes tipo 2. Ha pasado de usar un vestido talla 36, a usar uno talla 16.
“La pérdida de peso ha cambiado la forma en que ve la vida, y el respeto que siente por sí misma. Además, le ha brindado otra manera de conectarse con su comunidad”, dice Evelyn. “Esto ha intensificado nuestro interés mutuo en todo tipo de cosas que pensamos no eran posibles”.