Por Katia Hetter
Alto, Ga. (CNN) – El agotamiento de la nueva maternidad forjó una amistad y una tradición de viajes.
Después del nacimiento del hijo de Laurie Benken, Jonathon, ella se sentía totalmente agotada como sólo una madre primeriza puede estarlo. Cuando tenía siete meses de edad, dos amigas en su nueva clase de aeróbicos en agua le dieron un descanso que tanto necesitaba: pasaron una noche en el cercano Sheraton Cobb Galleria en Georgia.
“Recuerdo sentarme en la orilla del jacuzzi, riéndome y bebiendo mi whisky sour”, dijo Benken. “Me divertí tanto”.
Eso fue en diciembre de 1993.
En diciembre del próximo año, las amigas decidieron que lo verían más como vacaciones. Tomaron un fin de semana largo en Carolina del Norte; se detuvieron en pintorescos pueblos en el camino para comer, beber, comprar, pasarla bien y descansar por unos días.
Veinte años más tarde, Banken, Linda Wade, Audrey Schoninger y Linda Plevyak han visitado Carolina del Norte todos los años, en diciembre, para tener un fin de semana sólo de chicas. El viaje de este año inicia el 12 de diciembre.
Benken, de 51 años, y Wade, de 61, quienes se conocieron en su clase de ejercicios y más adelante se enteraron de que ambas trabajaban en Centros para el Control y Prevención de Enfermedades en Atlanta, han realizado el viaje todos los años.
A las dos mujeres normalmente las acompaña Schoninger, de 58 años, quien también asistía a las clases de aeróbicos en agua y quien ahora es instructora de dicha disciplina, y Linda Plevyak, de 49 años, hermana de Benken y profesora de ciencias. Otras amigas han ido y venido, pero este grupo principal es el que ha permanecido fiel. Aparte de Benken y Wade, no viven en el mismo lugar. Se mantienen en contacto por correo electrónico y por teléfono, y sobre todo, por medio de este viaje.
Después de 20 años de conducir, ir de compras, meterse al jacuzzi, beber y compartir la alegría de la navidad, ¿qué es lo que hace que la tradición funcione? Éstas son las lecciones que hemos obtenido de estas mujeres acerca de lo que se requiere para mantener una tradición.
La lealtad es de oro, en las compras y en la amistad
Luego de que se amontonan en un auto y hacen su primera parada para comprar cacahuates y cerveza en Jaemor Farms en Alto, Georgia, las cuatro mujeres se dirigen a Carolina del Norte a pasar allí el fin de semana.
Mientras la exploración es siempre parte del viaje, vale la pena visitar algunos de sus viejos lugares favoritos. Las amigas se han convertido en visitantes tan frecuentes en esta ruta, que el dueño de un negocio lo abre especialmente para ellas. Se trata de Ray, de la tienda Ray´s Florist Shop, la cual vende flores y decoraciones para el hogar. Descubrieron a Ray en 1995 en su antigua ubicación, al lado de un supermercado en Sylva.
Ahora, a menudo llaman al local antes de llegar, y Ray a veces invita a su prima Ginny para que llegue a ayudarlo y a saludarlas. O quizá lo hace sólo por Linda Wade, quien tiene fama de hacer tantas compras que llena el baúl del auto y hasta tiene que enviar algunas cosas por correo. Otras paradas regulares son Pheasant Hill Design en Waynesville, y el estudio de cerámica Mud Dabbers, en Balsam. Y a menudo pasan la noche en el Jonathan Creek Inn en Maggie Valley, y cruzan la calle para cenar en J. Arthur´s y apreciar las decoraciones navideñas.
Escapadas en diciembre = festividad incorporada
A pesar del ajetreo de la época de las fiestas de fin de año, viajar justo antes de navidad le ha traído buenos resultados al grupo la mayor parte del tiempo. Debido a que sólo Benken tiene hijos, es la única que tiene que hacer arreglos con su esposo para darse el fin de semana libre. (Pero a estas alturas, ya está acostumbrado).
Buscar luminarias navideñas y otros artículos para las fiestas se convirtió en parte de su tradición después de que vieron una vitrina particularmente hermosa en Dillsboro en 1994. Un año, posaron para las fotos en el camión de bomberos del pueblo de Sylva durante el desfile navideño. Otro año, disfrutaron la exhibición navideña y despliegue de luces de Waynesville, Carolina del Norte.
“Para una residente de Florida, es agradable sentir el espíritu navideño con una verdadera sensación de frío en el aire”, escribió Schoninger vía correo electrónico. Ella se mudó a Atlanta hace 13 años. “Y cuando cae nieve, ¡es algo mágico!”
El alcohol es esencial; el lujo no lo es
El gran derroche del grupo se dio en el tour navideño y degustación de vino de Biltmore House en 2003. Todas estuvieron de acuerdo en que valía la pena visitar Biltmore, el cual fue hogar de Cornelius Vanderbilt en Asherville, pero sabían que la experiencia iba a salir algo cara.
Las celebraciones del cuarteto usualmente son más casuales; giran en torno a la comida, bebida y diversión. Todas recuerdan una noche salvaje en el hostal de alojamiento y desayuno en Waynesville. El lugar estaba ofreciendo una fiesta navideña privada, así que las mujeres no pudieron usar la puerta principal sino hasta horas después. Estaba nevando, así que pidieron pizza, pero no les llevaron suficiente cerveza antes de acomodarse en su habitación. Así que treparon por la ventana para traer más.
Cuando regresaron, colocaron sus gorros y zapatos sobre la chimenea para que se secaron, y se envolvieron en alfombrillas navideñas y otras cosas que habían comprado durante el viaje. Otros años, los jacuzzis han sido una parte memorable. “Hemos pasado momentos maravillosos en la tina bajo las estrellas, cuando el aire nos congelaba pero mientras tanto, brindábamos con los famosos whisky sours de Laurie”, dijo Schoninger vía correo electrónico.
No mezcles alcohol con política o religión
En toda escapada en grupo seguro habrá momentos de prueba. ¿Es más importante tener la razón o pasarla bien?
El grupo ha evaluado esa pregunta. Benken recuerda la ocasión en la que discutieron sobre política o religión en algún momento en 2003, pero no dijo una palabra respecto a qué fue lo que inició la discusión. Fue una noche desagradable, pero las mujeres no renunciaron a su viaje anual, o a su amistad. Sólo tienden a evitar discusiones donde opiniones liberales y conservadoras se enfrentan.
El viaje es breve y el amor que sienten unas por otras es más importante. “Vale la pena no mencionarlo”, dijo Benken. “Aún queremos ser amigas”, dijo Wade. “Nos llevamos tan bien, que tenemos suficiente de qué hablar. Política y religión… nada de eso importa”, dijo Plevyak.
Nada de hombres de cierta edad
Las cuatro mujeres están casadas, y todas dejan a sus esposos para hacer este viaje anual. Sin embargo, no es completamente cierto que hombres no han sido incluidos en el viaje. Se ríen cuando recuerdan el viaje de 1999, cuando Benken todavía estaba amamantando a su hijo menor, Joseph, quien sólo tenía tres meses de edad. Así que el bebé las acompañó.
Y los invitados masculinos están permitidos. ¿Recuerdas al hijo mayor que inspiró el viaje en primer lugar? Ahora Jonathon es todo un joven; es estudiante de tercer año en la universidad de Western Carolina en Cullowhee. Cuando estaba en primer año, las mujeres se reunieron a almorzar con él una vez durante el viaje. “¡Fue divertido!”, dice la orgullosa mamá. Planean verlo de nuevo este año.
Se trata de las personas, no del lugar
En una tradición, ¿qué tan importante es visitar un lugar en particular cada año? No es tan importante, según decidieron las amigas hace mucho tiempo. Aunque Carolina del Norte ha sido su tradición, un año fueron a Tennessee.
Ahora Plevyak, quien siempre vuela desde su hogar en Cincinnati para iniciar el viaje en Atlanta, podría mudarse al oeste con su esposo en algún momento durante los próximos años.
¿Sin Lin? Esa no es opción, dijeron sus tres compañeras de viaje.
El punto es pasar tiempo juntas; no importa a dónde vayan. “Podríamos ir a otro lugar a seguir con la tradición”, dijo Benken. “Si tuviéramos que cambiar el lugar para seguir con la tradición, lo haríamos”, añadió Wade.
“En realidad no me importa a dónde vayamos”, escribió Schoninger. “Simplemente me encanta la excusa para reunirnos, pasar tiempo de calidad, estar juntas y ponernos al día”.
Eso significa mucho para Plevyak, quien originalmente se unió al viaje para pasar tiempo con su hermana sólo entre adultos.
“Todos los años, espero con ansias el fin de semana de chicas, porque me da la oportunidad de estar con las tres mujeres maravillosas que tanto aprecio”, expresó vía correo electrónico. “La conversación fluye como si hubiéramos estado juntas la semana pasada. A veces contamos las mismas historias, pero eso nunca parece importarnos, ya que las disfrutamos tanto como la primera vez que las oímos”.