CNNE 159600 - 120412080600-broken-piggy-bank-story-top

Por Marcelo Duque, especial para CNN

Nota del editor:  Marcelo Duque es analista e investigador en temas de pensiones desde hace más de 20 años. Sus columnas de opinión se publican en medios de comunicación de Estados Unidos y América Latina. Es director y creador de la firma Cómomepensiono.com y se desempeña como docente de las maestrías de la facultad de Ciencias Administrativas y Económicas en la Universidad Icesi en Colombia.

Una alcancía puede transformar el futuro de nuestros hijos. Si les enseñamos, desde muy niños, a adquirir el hábito del ahorro, lograremos que ellos comprendan la importancia que tiene esta valiosa virtud y los grandes beneficios que tendrá para ellos en su juventud y edad adulta.

Por ejemplo, si un niño empieza desde los 5 años a depositar en su alcancía 2 dólares diarios, equivalente a 60 dólares mensuales, a sus 25 años tendría un capital de 160.000 dólares.

En nuestras manos está ayudar a hacer más próspero el futuro de nuestros hijos de una manera sencilla y amigable, utilizando desde ahora una herramienta tan simple como una alcancía. La clave está en convertir la práctica del ahorro en parte de la rutina familiar, en un tema de conversación constante en el hogar, particularmente en la fase inicial de la vida de nuestros hijos, donde ellos están dispuestos a aprender de los padres las buenas costumbres que queramos enseñarles.

El reto radica en desarrollar la disciplina del ahorro constante y no retirar antes del tiempo previsto el dinero allí guardado.

Es fundamental inculcarles hábitos ganadores para su futuro y dichos hábitos, adquiridos desde la infancia, serán los que incidirán en su crecimiento de manera positiva. La costumbre de ir guardando pequeñas sumas de dinero, de manera regular y rutinaria, les ofrecerá la posibilidad de tener un horizonte seguro y tranquilo.

A veces creemos que se requieren grandes esfuerzos para construir prácticas triunfadoras en nuestros hijos, pero no hay tal, es más un asunto de método, disciplina y rutinas eficientes. Esto, acompañado de diálogo constante, comprensivo y enriquecedor conformarán los pilares de una formación exitosa.

Con lo anterior centraremos nuestros esfuerzos en lo que más deseamos como padres: que nuestros hijos tengan mayores posibilidades de éxito profesional y buena calidad de vida en su edad adulta. La esencia es crear conciencia de futuro, en que algún día llegarán a ser adultos y deberán tener recursos para vivir mejor su vejez.

Hablemos con nuestros hijos. Enseñémosles que un ahorro pequeño puede convertirse en un gran capital con el tiempo. Es fundamental, insistirles en estos cinco consejos:

  1. Tener siempre la disciplina de ahorrar la cuota diaria y mensual que hayamos definido
  2. No gastar el dinero ahorrado
  3. Hacer de cuenta que no existe el capital para no gastarlo
  4. Aumentar la cuota mensual si es posible
  5. Sólo en situaciones económicas extremas –si no hay otra opción- se recomienda hacer uso de parte del dinero guardado.

Más importante que el dinero en sí, es que dejaremos como legado a nuestros hijos la sana costumbre de pensar en el mañana. Nos agradecerán siempre, que les hayamos inculcado el hábito del ahorro y de ésta manera contribuiremos con la construcción de prácticas positivas para toda su vida, prácticas que les ayudaran a lograr sus metas pero, a la vez, a enfrentar momentos difíciles, donde el ahorro, podrá ayudarles a superar tales dificultades.

No es necesario tener hoy 10.000 o 20.000 dólares, para empezar con un plan de ahorro, se  trata más de crear  un método, adquirir disciplina y rutinas deseables para la posteridad y por consiguiente para la prosperidad familiar. Empieza ahora, no lo aplaces más.

Según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Banco Mundial (BM) habrá más de 120 millones de personas en Latinoamérica que no lograrán una jubilación en los próximos 20 años. Si educamos a nuestros hijos en la sana costumbre del ahorro, podemos estar seguros de que mañana no harán parte de ese grupo.

Esa es la demostración del poder de una alcancía.

(Las opiniones expresadas en este artículo corresponden exclusivamente a Marcelo Duque)