Por Julianne Wurm
Nota del editor: Juliane Wurm es educatora y la fundadora de TEDxEast y de R3, una firma de consultoría que trabaja con marcas para crear contenido digital y experiencias en vivo. Ella es la autora de “Working in the Reggio Way: A Beginner´s Guide for American Teachers”.
(CNN) — Vi como los vendedores y mendigos se le acercaron. Me sentí agradecida de que ella caminara delante de mí, aunque sabía que después sería mi turno. Había mujeres vendiendo agua helada y niños con rosarios, esculturas de madera y pantalones de algodón. Todos estaban tratando de llamar su atención al decir: “Señora, señora… ¿quiere agua? Compre algo… ¿Pantalones, agua? Señora, señora, compre algo…”
La mujer a quien iba dirigida esta avalancha de peticiones -quién, al igual que yo, era una turista en los templos Angkor Wat en Camboya - caminó a lo largo de la carretera hacia el área donde los buses y conductores esperaban para recoger a los visitantes. Mientras pasaban los segundos, ella decía “no” y “no, gracias” y algunos de los vendedores se rindieron. Otros no.
Ellos no cedieron y permanecieron ahí, tirando de su blusa y diciendo una y otra vez: “Compre algo señora”. La mujer finalmente gritó “¡NO!”
Quedé sorprendida y de hecho aliviada al ver esto. Yo había hecho lo mismo el día anterior. Por supuesto, me sentí avergonzada por mi fuerte y exasperada respuesta.
Se trata de una simple palabra que se entiende en distintos idiomas y culturas. No. Pero evidentemente, como lo vi en el caso de esta extraña, darnos a entender al decir algo que parece tan simple es otro asunto.
Todos hemos estado en la posición de recibir un requerimiento que no queremos o simplemente no podemos aceptar, y para muchos, hay mucho más en juego que la respuesta que damos a los desconocidos en un lugar turístico a 12 zonas horarias de distancia.
Conocemos la sensación de “aquí viene” antes de que nos hagan una solicitud que puede no acoplarse a nuestras vidas. Todos hemos estado ahí -una petición llega por correo electrónico- y nos resistimos a dar una respuesta positiva. Son varias las razones. Simplemente no podemos, no debemos, no lo haremos, nos decimos a nosotros mismos, pero al final, sí lo hacemos.
Estas peticiones vienen de personas en nuestras vidas: nuestros jefes, colegas, hermanos, hermanas, niños, amigos, socios, incluso amigos de amigos, de otra forma conocidos como extraños. Nos piden cosas grandes y pequeñas, fáciles y difíciles de realizar. Por alguna razón, decir que no es mucho más difícil de lo que debería ser.
Por curiosidad, y con la orientación de Dan Ariely, un profesor de economía y psicología de la Universidad de Duke en Carolina del Norte, diseñé una encuesta en la que le preguntaba a las personas sobre sus experiencias al rechazar solicitudes. Nos preguntamos si había una forma de decir “no”, que no involucrara sentir culpa o enfado para el rechazado ni para el que rechazaba. Descubrimos varias cosas interesantes: muchos de nosotros decimos que no en formas que son débiles y mal concebidas, por lo que ni nosotros ni la persona a quien rechazamos, nos sentimos bien con la respuesta.
A juzgar por las aproximadamente 500 personas que se tomaron el tiempo para responder a nuestra encuesta, la experiencia de decir no y sentirse mal al respecto es común y curiosamente, tiene que ver con las líneas de género. Específicamente, las mujeres tenían más probabilidades de prever que se sentirían mal y de hecho se sintieron mal cuando dijeron no.
Nuestros resultados también indicaron que las mujeres se sentían aún peor al decir no, cuando la solicitud venía de otra mujer. Los hombres tenían más probabilidades de prever que no se sentirían tan mal. Después de que ocurriera, informaron que se sentían tal como se lo habían esperado cuando rechazaron las solicitudes que les hicieron.
Fue revelador ver las solicitudes reales que se hicieron. Desde solicitudes que involucraban dinero, co-firmar préstamos estudiantiles y autos nuevos (hechas por personas que no son familiares) hasta cuidar perros “terribles” sin amaestrar e incluso niños que saltan sobre los muebles y por lo general ignoran las reglas de la casa.
Hubo solicitudes de hacer voluntariado en la iglesia, preparar alimentos, hacer largos viajes en auto, proporcionar lugares para vivir, sofás donde dormir, cartas de recomendación e incluso hubo una solicitud que involucraba las cenizas y urna de un ser querido.
La mayoría de personas parecían realmente tomarse el tiempo para ver si llegar a un sí era posible. No era poco común que las personas incluyeran explicaciones acerca de las limitaciones que les impedirían decir que sí.
Algunos incluso le agradecieron a la persona que estaba haciendo la solicitud por pensar en ellos. En general, los encuestados fueron considerados y trataron de ayudar. En su rechazo a la solicitud, a veces ofrecían otras soluciones o compromisos. Esto consiste en un fuerte contraste a la reciente pelea en LinkedIn entre un profesional en el ámbito de la comunicación y una persona que buscaba empleo.
Por muy difícil que sea decir que no, las personas tienen que adquirir la habilidad, o se arriesgan a que se les agote su tiempo, dinero y recursos. Si eres alguien a quien lo inundan con solicitudes, a continuación presentamos algunas sugerencias para que superes tu propia resistencia a decir que no:
1. Tómate tu tiempo para decidir: no te sientas obligado a dar una respuesta en el mismo momento. Algunas personas usan respuestas automáticas de correo electrónico para tener más tiempo para considerar todas las solicitudes, y esto parece ser una estrategia que funciona bien.
2. Obtén más detalles sobre la solicitud: a menudo las peticiones terminan implicando mucho más trabajo de lo que parece inicialmente. Asegúrate de tomar en cuenta todos los detalles necesarios para tomar una decisión bien fundamentada. También siéntete en libertad de cambiar de opinión.
Muchos participantes indicaron que dijeron sí, pero luego se retractaron y rechazaron la petición después de pensarlo un par de días. Mira el No. 1.
3. Alíneate con tus prioridades: decir no puede ser difícil, pero si lo que se te ha estado pidiendo que hagas no se alinea con tus prioridades o valores, entonces será una pérdida de tu tiempo y energía, no importa cuál sea la petición.
Un participante compartió como su hijastro había pedido la urna funeraria y las cenizas de su padre, su difunto esposo. Habían estado casados por 20 años; ella quería conservarlo consigo incluso después de su muerte. Ella le dijo a su hijastro que cuando ella falleciera, las cenizas pasarían a manos de él, pero mientras tanto, ella iba a conservarlas. Un compromiso sensato puede hacer mucho.
4. Encuentra un método que puedas aplicar: varios participantes dijeron que habían establecido un sistema que pudieran aplicar para que los ayudara a tomar y a dar a conocer sus decisiones.
Por ejemplo, ellos tenían reglas sobre ciertos tipos de solicitudes: tenían un número predeterminado de solicitudes que aceptarían cada mes o cada año. Otros tenían varias respuestas previamente escritas en sus cuentas de correo electrónico que podían enviar una vez habían clasificado en que categoría se ubicaba la solicitud. Otros indicaron que preferían decir que no por escrito en mensajes de texto o correos electrónicos en lugar de verbalmente, porque eso facilita el proceso para ellos.
5. Renuncia a la culpa: la investigación indica que muchas mujeres prevén y se sienten mal al decir no. Eso no ayuda. Renuncia a la culpa, considera lo que has acordado hacer y lo que eres capaz de hacer y solo sigue adelante. Debes saber que decir que no tendrá efectos secundarios; debes sentirte bien con eso. Es una parte inevitable del proceso.
Los resultados de la encuesta inicial únicamente aumentaron nuestra curiosidad sobre el proceso completo de decir “no”. Debido a que las respuestas eran tan enriquecedoras, estamos ansiosos por explorar el tema más a fondo para obtener un mejor sentido de lo que funciona y qué estrategias están usando las personas.
También tenemos la curiosidad sobre cómo las posiciones de autoridad, así como las emociones tales como el arrepentimiento, el miedo y el enojo influyen nuestra habilidad para decir no. También esperamos obtener más información sobre cómo las relaciones y el género marcan el rechazo hacia las peticiones. Te invitamos a tomarte unos cuantos minutos para participar en la encuesta.
En este caso, por favor no digas que no.
Las opiniones expresadas en este comentario le pertenecen exclusivamente a Julianne Wurm.