Por Megan Kaplan, CNN

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(upwave.com) – El escritor-productor de televisión, Normal Lear, alguna vez dijo, “la vida está compuesta de pequeños placeres. La felicidad está compuesta de esos diminutos éxitos”. Veamos si tenía razón.

El rumor: Los placeres pequeños y simples nos hacen más felices y saludables

Es la sensación que obtienes cuando estás en una cafetería y quien te atiende te dice que alguien delante de ti ya pagó tu café. O cuando tu hijo llega de la escuela con un 10 en su primer examen de español. O cuando ves una carta de un amigo que se asoma de la pila de correo basura cuando llegas a casa del trabajo. La felicidad está en las cosas pequeñas, ¿verdad?

El veredicto: Sí, los placeres pequeños crean una ‘espiral ascendente’ de bienestar

El sello distintivo de la felicidad es una emoción positiva, ya sea curiosidad, afecto, alegría, serenidad o placer; y las personas más felices experimentan estas emociones positivas más frecuentemente. “Los ‘pequeños placeres’ básicamente son otra forma de etiquetar a las emociones positivas”, dijo la profesora de psciología, Sonja Lyubomirsky, doctora y autora de The How of Happiness (El cómo de la felicidad).

Y explosiones de emociones positivas mejoran nuestro bienestar. Barbara Frederickson, doctora y una profesora distinguida de psicología en la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill, Estados Unidos, desarrolló una llamada teoría “amplia y construye” para explicar la mecánica detrás de las emociones positivas y cómo sus beneficios se acumulan con el paso del tiempo. Encontró que no solo llevan a una mejor salud física, sino que también mejoran las habilidades intelectuales y los vínculos sociales.

De acuerdo con Lyubomirsky, estas tres cosas; salud física, habilidades intelectuales y vínculos sociales, “son cosas que pueden llevarte a ser más exitoso… lo que, a cambio, te lleva a volverte más feliz, a través de una ‘espiral ascendente’”.

¿Qué tipos de placeres pequeños nos ponen en este camino optimista? Resulta que, puede ser cualquier cosa. Hay miles de formas de obtener placer, y varían de persona en persona. Quizá es un pedazo de chocolate o un café latte para ti. Para mí, es sentarme a tocar el piano durante 20 minutos.

“Cualquier explosión puede tener beneficios”, dice Lyuobomirsky. “Por otro lado, ciertas fuentes de placeres son más autoreforzantes y perdurables. Por ejemplo, el chocolate… pierde su potencia de dar placer después de un rato, a través de un proceso llamado adaptación hedónica. Pero el placer de conectarte con tus amigos o familiares, o escribir una gran oración, o superar tu mejor tiempo al correr puede beneficiarte en más de una forma; y no pierde su potencia tan rápidamente”.

¿La conclusión? El viejo cliché es verdad: son las pequeñas cosas las que significan tanto.

Este artículo fue publicado originalmente en upwave.com.