Por Tim Kane, CNN
Nota del editor: Tim Kane es economista e investigador en Hoover Institution, en la Universidad de Stanford. Su libro más reciente “Balance: The Economics of Great Powers from Ancient Rome to Modern America”, fue escrito en conjunto con Glenn Hubbard.
(CNN) – “Debemos estar cerca, pero no podemos verlos”. Ésa fue una de las últimas señales de voz transmitidas por Amelia Earhart en el verano de 1937, en algún punto sobre el inmenso Océano Pacífico durante su desafortunado vuelo alrededor del mundo.
Se llevó a cabo una intensa búsqueda liderada por la Marina de EE.UU. para encontrar a Earhart y a su avión, pero luego de varias semanas, no encontraron nada.
“Muy bien, buenas noches”. Esas fueron las últimas palabras transmitidas hace 17 días desde el vuelo 370 de Malaysia Airlines, en algún punto sobre el Mar del Sur de China entre Kuala Lumpur y la ciudad de Ho Chi Minh.
Una búsqueda internacional liderada por el gobierno indonesio y Malaysia Airlines, en la que también participaron gobiernos y compañías privadas de Estados Unidos, Gran Bretaña, China, Australia, Noruega, Japón, Nueva Zelanda y otros han delimitado una posible región de búsqueda a una amplia sección del Océano Índico al sureste de Perth, Australia.
“Éste es probablemente uno de los más grandes esfuerzos que verás en términos de vigilancia marítima y operaciones en conjunto”, dijo el martes el ministro de defensa de Australia, David Johnston.
Los informes ahora parecen respaldar la teoría, divulgada por el instructor de pilotos Chris Goodfellow, de que una seria emergencia llevó a los pilotos a desviar el Boeing 777 hacia el aeropuerto más cercano (eso explica el giro que dieron hacia el sur) mientras simultáneamente trataban de combatir un fuego eléctrico de algún tipo hasta que no pudieron más. Los expertos creen que el vuelo continuó en piloto automático hasta que, como en el caso del Lockheed Electra de Earhart, se quedó sin combustible, y se estrelló en el océano.
Earhart desapareció el 2 de julio de 1937. El MH370 desapareció el 8 de marzo de 2014, hace más de dos semanas.
En esos 77 años, casi todo acerca del mundo ha cambiado.
Earhart y su copiloto, Fred Noonan, desaparecieron solo unos años antes de que se iniciara la Segunda Guerra Mundial y surgiera una nueva orden mundial: lo que a menudo se conoce como el siglo estadounidense. Y los esfuerzos de búsqueda de tres semanas por encontrar el paradero de Earhart fueron completamente estadounidenses, dirigidos por la Marina.
El vuelo 370 era operado por la aerolínea nacional de Malasia, e iba en ruta hacia Pekín. El vuelo era lo opuesto a pionero; transportaba a 227 pasajeros, como lo hacía rutinariamente. Un boleto en clase económica tenía un valor de más o menos 530 dólares. Pero en este caso, los esfuerzos de búsqueda son extraordinarios y tienen un alcance mucho más internacional.
Esta vez, no son solo estadounidenses. Australianos, chinos y noruegos están desplegando a sus fuerzas aéreas y marinas con tecnologías de punta por varias semanas con el fin de ayudar. Un radar paquistaní, satélites chinos e incluso la NASA han participado en la búsqueda. Agreguémosle a eso incontables horas de personal analítico. Al final, fue una compañía de satélites británica privada, Inmarsat, la que confirmó la probable trayectoria del vuelo y su final.
Según algunos informes, éste es el esfuerzo de búsqueda más costoso de la historia. Aunque el gobierno indonesio fue criticado fuertemente por los retrasos y traspiés durante los primeros días de la investigación, parece que la comunidad internacional se ha unido en gran medida al enfocar recursos masivos para encontrar el avión.
No había nadie famoso en el vuelo; sin embargo, de alguna forma no le damos gran importancia al hecho de que docenas de naciones estén gastando millones de dólares para resolver el misterio.
Juntos.
Todo esto se ubica en un fuerte contraste a la conquista oportunista que Rusia hizo de la península de Crimea, una parte importante de la nación vecina de Ucrania. Ese tipo de apropiación de territorio nacionalista me recuerda menos a la Guerra Fría que a las normas del siglo XVIII y a casi todos los siglos anteriores en la historia. Sin lugar a dudas, hay algo extraordinario y peligroso sucediendo en Crimea, pero una evaluación más calmada, paciente e histórica distingue el nacionalismo reflexivo de un antiguo imperio debilitado, de las tendencias mayores en un mundo globalizado.
¿Qué pasa con la guerra civil en Siria? ¿O con las fuertes tensiones en la península de Corea del Norte? ¿O con las disputas entre Japón y Corea sobre el “Mar de Japón” versus el “Mar Oriental? ¿O con las protestas en Venezuela?
Todos estos son lugares importantes donde la comunidad internacional ha estado paralizada en gran medida, incapaz de actuar más allá de hacer un llamado a realizar investigaciones multilaterales y emitir condenas insustanciales.
Así que lo que aún está por verse es si esta coalición internacional sin precedentes que se ha unido para realizar búsquedas en el océano a fin de dar con los restos del vuelo 370 es uno de los pocos aspectos positivos en una tragedia que de otro modo resulta devastadora para las familias de los 227 pasajeros y 12 miembros de la tripulación. O si ésta es simplemente una proposición única donde cada nación está actuando según sus propios intereses para hacer lo que debe por sus propios ciudadanos, mientras finge una cooperación para el escenario mundial.
Prefiero ver la bondad aquí, que el mundo puede unirse y trabajar en conjunto cuando realmente cuenta.
A veces, es necesario que ocurra una tragedia para recordarnos de los milagros cotidianos de nuestra época.