Por Teo Kermeliotis

(CNN) — Desde principios de los años sesenta cuando no nos perdíamos la caricatura de “Los Supersónicos”, visiones fantasiosas de una utopía futurista del espacio llenaban nuestra imaginación y la gente al final se preguntaba: ¿Dónde está mi auto volador?

Buen punto, pero quizás ahora que nuestros sueños de la niñez se acercan lentamente a la realidad, deberíamos empezar a ponderar esto: si un auto volador estuviera hoy aquí, en el mundo real y no en el reino de la ciencia ficción, ¿nos sentiríamos cómodos controlándolo de manera segura mientras volamos a miles de pies de altura en el aire? ¿Poseeríamos las habilidades técnicas que se requieren para siquiera despegar, por no hablar de aterrizar sin ningún rasguño?

Si estás desde un móvil mira aquí las fotos

Antes de que te apresures a la puerta, corras a la escuela de pilotos más cercana y te inscribas en clases de vuelo, tómate un momento para conocer a Carl Dietrich, el director ejecutivo y cofundador de la compañía aeroespacial Terrafugia.

Dietrich y su equipo están trabajando para acercar a los consumidores al prospecto de un práctico auto volador; ellos aspiran a tener un automóvil que no requiera que su operador sea un piloto capacitado. Por lo tanto, la compañía Terrafugia, con sede en Boston, anunció en mayo del año pasado que iba a empezar a trabajar en el concepto del TF-X, un vehículo eléctrico híbrido enchufable de cuatro plazas que puede realizar despegues y aterrizajes verticales.

¿Quién toma las decisiones?

Aunque no es autónomo, Dietrich dice que el TF-X podría aumentar la así llamada “autonomía local dirigida por humanos”, un término que describe como “una frase elegante” que en esencia significa que el operador del vehículo no necesitará tener el conocimiento o las habilidades de un piloto.

“No necesitan tener conocimiento de eso porque la computadora está conectada a una red de datos que automáticamente los ayuda a planear la trayectoria del vuelo, a evitar el tráfico aéreo y a tomar en cuenta las restricciones del espacio aéreo, cosas de esa naturaleza”, dice Dietrich. Él explica que los operadores sí deberán tomar decisiones importantes de alto nivel, como determinar si es seguro despegar o aterrizar o aprobar la zona de aterrizaje por anticipado.

“Cualquier cosa que suceda en la tierra, la persona va a tomar una decisión”, dice Dietrich. “Una vez estés volando, la operación real de todas las superficies de control de vuelo estarán controladas por computadora porque, francamente, la computadora puede hacer un mejor trabajo que un piloto”.

Aun así, si crees que un vehículo semi autónomo te ayudaría a evitar los molestos embotellamientos simplemente al despegar del suelo, piénsalo dos veces.

“Eso es ciencia ficción y siempre lo será”, dice Dietrich; él explica que los despegues verticales requieren que aire sea expulsado hacia abajo, lo cual no es práctico y puede causar daños a los vehículos cercanos. En cambio, el TF-X podría despegar de aeropuertos y helipuertos, al igual que de espacios diseñados específicamente -del tamaño de una cancha de tenis- que carecerían de alumbrado público, señales viales y cables.

De los sueños a la realidad

Sin embago, el concepto del TF-X no es el primer intento de Terrafugia de surcar los cielos. La compañía, que fue fundada en 2006, apareció en los titulares en años recientes con Transition, un avión con carácter legal para la calle que puede entrar y salir de los aeropuertos de aviación generales.

Es más un avión que puede ser conducido que un auto volador, el vehículo de dos plazas puede desplegar sus alas -de la misma forma en que se baja el techo de un auto convertible- y volar con una velocidad media de 100 millas por hora (160 km/h); también puede estacionarse dentro de un garaje con capacidad para un vehículo, puede conducirse a velocidad de carretera y funciona con gasolina para automóviles.

Terrafugia ha estado volando prototipos del Transition desde 2009, y ahora está muy cerca de llevarlo al mercado. “Tenemos más de 100 pedidos del Transition”, dice Dietrich, y agrega que el vehículo tiene un costo de 279.000 dólares. “Esperamos enviar los primeros productos a los clientes en el segundo trimestre de 2016”.

Pero para que los usuarios puedan volar el Transition, deben tener por lo menos una licencia de piloto deportivo, lo que requiere 20 horas de tiempo de vuelo. A la mayoría de pilotos les toma de 30 a 35 horas para recibir sus certificados de pilotos deportivos.

Sin embargo, con su nuevo prototipo, Terrafugia cree que solo cinco horas sería suficiente para que los usuarios aprendieran a operar el vehículo TF-X, apelando a un segmento más amplio de la población. Dietrich dice que todo lo que los operadores tendrán que saber es cómo conectar con el vehículo, cómo determinar si es seguro despegar y aterrizar y qué hacer en caso de emergencia. En dichos casos, los operadores podrían tirar de una palanca que activaría el sistema de paracaídas para el vehículo completo.

¿El futuro es ahora?

Entonces, ¿qué tan lejos estamos de nuestro primer viaje en un TF-X?

“Es difícil decirlo exactamente, pero calculamos que será de 8 a 12 años”, dice Dietrich, quien admite que incluso si Terrafugia tuviera todo el capital requerido para desarrollar el TF-X (que no es el caso), la realización del proyecto depende de los desarrollos tecnológicos al igual que del hecho que los reguladores cambien la manera en que los aviones se certifican actualmente.

Dietrich dice que Terrafugia está “altamente involucrada” con comités internacionales para crear nuevos estándares de certificación que representen algunas de las nuevas tecnologías que están llegando cada vez más al mercado para los aviones tripulados y no tripulados, las cuales también aplican al TF-X; hablamos de cosas como motores eléctricos y baterías para los aviones de aviación general.

“Ese tipo de cosas nunca antes han sido certificadas, así que no sabemos cuánto tiempo les tomará a las entidades regulatorias adaptarse a la nueva tecnología”, dice. “Las reglas son muy antiguas y deben ser actualizadas”, agrega Dietrich. “Si las reglas se actualizan de manera exitosa, entonces vemos la posibilidad de que alguien obtenga lo que llamamos un permiso de operador de un TX-X en tan solo cinco horas”.

A la larga, dice Dietrich, la meta del programa TF-X es “hacer realidad la idea del auto volador”.

“Para poder lograrlo, tenemos que disminuir la barrera de entrada a la aviación”, agrega. “Tenemos que facilitarlo, hacerlo más seguro, tenemos que hacer que sea más rápido que conducir tu propio auto y tenemos que hacer que sea mucho más conveniente que operar un avión hoy en día”, continúa Dietrich. “No llegaremos ahí sino hasta dentro de algún tiempo, pero esa es la meta”.