Por Karla Cripps, CNN
(CNN) – Así que el príncipe Guillermo y la duquesa Catalina combinarán el trabajo con el placer esta semana, mientras llevan a su privilegiado primogénito, el príncipe Jorge, en un tour de tres semanas por Australia y Nueva Zelanda.
Qué envidia.
Contar con su propio avión repleto de empleados personales ciertamente facilitará el vuelo de 20 horas, a diferencia del resto de nosotros.
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En primer lugar, es probable que el personal de la familia real no haga miradas de fastidio cuando Catalina pase apuros por calmar el llanto de Jorge, porque sus pequeños oídos le duelen debido al cambio en la presión del aire.
Tampoco tendrá que apresurarse para ser la primera en la fila de todos los que quieren ir al baño después de comer, a fin de cambiar su regio pañal sucio.
Para la mayoría de viajeros, los vuelos prolongados con niños (particularmente con bebés) pisotean cualquier idea romántica de que lo importante es el viaje, y no el destino.
Como una madre canadiense que vive en Bangkok, Tailandia, todos los años, he hecho con mis dos hijos (actualmente de cinco y seis años de edad) el viaje de 20 horas o más y múltiples vuelos de vuelta a casa para visitar a la familia desde que nacieron.
Estas son unas cuantas cosas que he aprendido en el camino.
1. Antes del viaje: ordena por anticipado las comidas de los niños
En tu vuelo promedio de larga duración -es decir, viajes de más de ocho horas-, si viajas en clase económica, todavía sirven comidas sin costo adicional.
Ahí es donde termina la buena noticia.
Para ser justo, la comida de las líneas aéreas ha mejorado en los últimos años. Pero no ha sido mucho.
Cuando retiras la tapa de aluminio de ese plato caliente con forma rectangular, rara vez escucharás comentarios como “vaya, no puedo esperar a comer esta grotesca mezcla de pollo correoso y guisantes”.
Y te deseo suerte si quieres servirle eso a cualquier niño de cinco años. (Adelante, dime que tu hijo es un maravilloso comensal que adora el pollo correoso y los guisantes duros. Mentiroso).
Afortunadamente, muchas líneas aéreas te permiten ordenar las comidas de los niños cuando reservas tu vuelo. Esto es esencial; normalmente solo llevan las comidas que fueron ordenadas, por lo que no es común que tengan alguna extra.
Algunos de los platillos que les han servido a mis hijos en vuelos recientes son macarrones con queso, ravioles con salsa de tomate y arroz frito con cerdo. Yo he querido cambiar con ellos, pero no han aceptado.
2. No está mal si les das un poco de comida chatarra
Sí, sí. La comida chatarra es mala; el mundo está engordando.
Pero hasta que hayas experimentado el horror de no dormir en una cama por más de 30 horas debido a la promesa que le hiciste a tu sobrina que viajarías de Bangkok a Cancún para que tu hijo de seis años pudiera llevar los anillos en su boda, realmente no puedes juzgar a una mamá por permitir que sus hijos abran un paquete de galletas Oreo para que ella pueda tener unos minutos de paz.
En los vuelos largos, siempre llevo unos cuantos paquetes extra de refrigerios que a mis hijos solo les permito comer en raras ocasiones, junto a sus acostumbradas meriendas saludables.
Pero evito el chocolate (se ensucian) y otros artículos con alto contenido en azúcar, por razones obvias. Ahora no es el momento para darles demasiada azúcar, pero tampoco es una ocasión para ser estricto respecto a la nutrición.
Créeme, esa pequeña bolsa de papalinas va a mantener más tranquilo a tu hijo en esos primeros momentos críticos del vuelo que las barras orgánicas de granola con trozos de arándano y libres de gluten que tu devoraste unas cuantas horas antes.
Thai Airways incluso les da a los niños viajeros una lonchera metálica con temas de dibujos animados que contiene una barra de chocolate, un jugo grande, gomitas y galletas.
Lo sé. Son malos.
Sin tomar en cuenta de qué les das de comer a tus hijos, el masticar hace que los cambios en la presión del aire no afecten tanto sus oídos.
3. Considera la posibilidad de volar cuando ellos duermen
Algunos niños pueden dormir en cualquier lugar. Otros no, y se convertirán en pequeños monstruos aterradores con coletas justo frente a tus horrorizados ojos.
Pregúntate a ti mismo en qué categoría se ubica tu hijo cuando reserves ese vuelo de Tokio a Atlanta, que se realiza durante la noche.
Personalmente, prefiero los vuelos nocturnos ya que también me dan la oportunidad de dormir un poco. Incluso tal vez pueda ver una película mientras disfruto mi pollo correoso y pido una copa de vino blanco.
Además, tratar de llenar un vuelo completo de 13 horas con actividades que sean divertidas pero tranquilas a la vez es un desafío.
Para el final de un particular vuelo largo de Vancouver a Hong Kong, en el que no dormí nada, quería gatear por el pasillo y dejar que los asistentes de vuelo me pasaran encima con el carrito de las bebidas, para sacarme de mi sufrimiento.
4. Toma ventaja del hecho que podrás ser de los primeros en abordar
“Ahora invitamos a los pasajeros que viajen con niños pequeños a que aborden en este momento”.
Cuando oigas estas palabras mágicas, toma a los niños y apresúrate.
Por supuesto, abordar primero implica que pasarás aún más tiempo confinado en un espacio cerrado con tus pequeños.
Pero tener unos minutos extra para ubicar a tus hijos mientras se pelean por el asiento de la ventana, y en realidad encontrar un espacio en el compartimiento superior para tu equipaje de mano justo sobre tu asiento son recompensas suficientes.
5. Los primeros asientos no son para todo el mundo
No podemos negar que los primeros asientos son increíbles. Tener más espacio para estirar las piernas, y espacio adicional para poner los juguetes siempre es una ventaja si viajas con niños.
Si viajas con un bebé, además es uno de los pocos lugares en el avión donde se pueden colocar los cochecitos de la aerolínea. Debes solicitarlos con anticipación, pero son altamente recomendables si tu bebé pesa menos de 25 libras y el vuelo durará más de cinco horas.
Pero recuerda que los apoyabrazos por lo general no se levantan en los primeros asientos, ya que ahí es donde se guardan las bandejas.
No es ideal si viajas en un vuelo nocturno y tratas de lograr que un niño de dos años duerma cómodamente, lo que normalmente implica levantar el apoya brazos y pasar unas pocas horas con un par de pequeñas piernas extendidas en su regazo.
6. Los aparatos están bien; los audífonos están mal
¿Recuerdas lo que dije acerca de la comida chatarra?
Lo mismo aplica para los aparatos electrónicos.
Ahora no es el momento de cumplir con tu regla de “no más de 30 minutos de televisión al día”.
El sistema de entretenimiento durante el vuelo es tu mejor amigo en el viaje. Horas de películas y programas de televisión para niños.
Si tienes un iPhone o iPad, instálale nuevas aplicaciones para niños que tus hijos nunca antes hayan probado antes del viaje.
También es prudente comprar audífonos adecuados que se ajusten bien a las cabezas de tus hijos.
Los auriculares de las aerolíneas (especialmente esos molestos audífonos) no están hechos para oídos pequeños.
7. Las drogas no funcionan (para todos)
¿Cuál es la primera respuesta que te dan las personas que no tienen niños cuando saben que volarás al extranjero con tus hijos?
“Drógalos”.
Por mucho que todos soñemos con disfrutar un vuelo silencioso interrumpido solamente por el suave ronquido de niños fuertemente sedados, toma en cuenta que esa medida de Benedryl que le diste a la pequeña Jane antes de salir podría salir mal.
Es prudente conocer los efectos que la medicina podría tener en ella antes de tu vuelo, ya que los antihistamínico pueden poner a algunos niños hiperactivos.
Obviamente no quieres que tu niño de 3 años, a quien le diste medicinas para la gripe, entone el tema de “Little Einstein” a todo pulmón durante 10 horas.
También vale la pena tener en mente que en algunos círculos de crianza, drogar a tus hijos se considera el equivalente al abuso infantil.
8. El elemento sorpresa
Además de los refrigerios, juegos y otras medidas esenciales de prevención para que no hayan crisis (su manta favorita no puede faltar) es prudente empacar una pequeña sorpresa.
Ahora que mis hijos son mayores, dejé de hacer esto, pero cuando ellos tenían alrededor de tres años y estaban menos prendados de sus aparatos, me parecía útil comprar unas pequeñas sorpresas que les daba a mitad del vuelo, con las cuales se entretenían durante algunos preciosos momentos.
Piensa en artículos que no hagan ruido como calcomanías, crayones nuevos, libros para colorear, rompecabezas, pequeños carros y muñecas. Algunas aerolíneas también ofrecen regalos adicionales para niños, lo cual siempre es un toque agradable.
Mientras tanto, si dejas que tus hijos preparen sus propias mochilas de juguetes, es prudente que las revises para ver qué llevan dentro.
Mi hijo de cuatro años una vez había empacado una pistola de agua en su maleta de mano antes del vuelo y sollozó lo siguiente en medio de la devastación: “¡Pero no es reaaal!”, mientras veía cómo un indiferente agente de seguridad del aeropuerto la arrojaba a la basura.
9. No te olvides de quién está en control
La mayoría de personas lo entienden. Los niños son niños y se espera que haya algo de movimiento.
Pero realmente es tarea del padre asegurarse de que su hijo esté entretenido y no vuelva locos a todos.
A nadie le agradará el tipo que deja que su hijo/a corra como loco en el avión gritando o pateando los respaldos de los asientos de las personas mientras abre y cierra la bandeja de la comida en un vuelo de 12 horas que atravesará el Pacífico.
Antes de cualquier viaje, encuentro que ayuda recordarle a los niños qué pasará y qué se espera de ellos.
Especialmente la parte de tener que sentarse y ponerse el cinturón de seguridad cuando la luz está encendida.
Si el niño tiene más de tres años, por lo general lo entenderá. Y si no lo hacen, una firme instrucción del asistente de vuelo probablemente funcionará.
¿Quieres ganar puntos adicionales? Sigue el ejemplo de este papá y reparte dulces y audífonos a tus compañeros viajeros.
Cuando el avión finalmente llega a la puerta después de una larga noche en la que te repetiste una y otra vez “esto ya va a pasar”, nada se compara al momento en que ese pasajero que sale del avión te expresa estas conmovedoras palabras de validación: “Oye, qué bien portados son tus hijos”.
¿Y si no se portaron bien?
A quién le importa.
Tú diste lo mejor de ti.