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Por Jonathan Stevenson

Barcelona, España (CNN) — En Madrid y Barcelona, hablarán de esto durante muchos años más.

De todas las formas de romper el monopolio del Barça en los títulos de la liga española, ir a la casa de los campeones y robarles la corona en su propio estadio es difícil de superar.

En la tierra catalana el pasado sábado, el Atlético de Madrid produjo un final a una de las temporadas más apasionantes del fútbol español; o de cualquier liga europea, que se ha producido.

Pero mientras el Atleti celebraba, la búsqueda comenzaba en Barcelona.

El ganador se lo lleva todo

Por primera vez desde 1951 (y solo la tercera en la historia), el destino del título descansaba en las manos de dos equipos que se enfrentaban entre sí el último día. El Barça entretenía a un Atlético que no había ganado la liga local desde 1996; tiempo durante el cual el Barça añadió ocho títulos más de La Liga a los honores del club.

La ecuación era sencilla: ganaba el Barcelona, y el Barça sería coronado campeón por cuarta vez en cinco temporadas; ganaba el Atlético o empataba, y el Atleti se llevaría el título por primera vez en 18 años, cuando el actual entrenador, Diego Simeone, era capitán.

Al final, fue un triunfo merecidamente, correspondientemente y gloriosamente para Simeone; y uno que ahora impulsa al entrenador argentino a la estratósfera, así como la escala épica de la revolución que presidió desde que se hizo cargo de Los rojiblancos en diciembre de 2011.

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¿Campeones de Europa?

Un equipo que raramente ganaba algo, que solo encontraba nuevas formas de perder, fue por fin transformado; el triunfo en la Liga de Europa en 2012 fue seguido rápidamente de la Supercopa de la UEFA y después la Copa de España en 2013. Simeone moldeó e inspiró a un grupo de talentos dispares y lo convirtió en una escuadra con una mentalidad de ganar a toda costa y nunca dejar morir.

Con la liga ahora también en la bolsa, Simeone y su equipo tienen la oportunidad de añadir el premio máximo a su gabinete de trofeos que se expande cuando se enfrenten a sus archirrivales del Real Madrid en la final de la Liga de Campeones de Europa este sábado en Lisboa.

“Diría que esta victoria significa algo para todos”, dijo Simeone, quien vio a su equipo ganar el empate 1-1 que necesitaban a pesar de perder los servicios del delantero Diego Costa que anotó 27 goles y el mediocampista Arda Turan dentro de los primeros 20 minutos.

“Muestra que hay más de una forma de ganar. Es uno de los días más importantes en la historia del Atlético de Madrid”.

Sin embargo, pocos de los aficionados del Atleti estaban ahí para celebrar una hazaña tan sísmica. Oficialmente, 447 de sus aficionados estaban presentes en el Camp Nou con capacidad de 98,000 personas, aunque algunos otros fueron fácilmente vistos alrededor de la arena gigantesca.

Sin embargo, lograron hacerse escuchar, especialmente cuando Diego Godín igualó después del medio tiempo. El Atleti se quedó donde estaban durante al menos una hora después del silbatazo final para cantar, bailar y aclamar a sus héroes.

Esos hombres deben de haberse visto diminutos, como figuras de juguete, desde su posición en la cima de la tercera grada detrás de la portería donde Godín hizo historia, pero no parecía importar un poco.

Y a su favor, el Barcelona se aseguró de que el Atleti tuviera recuerdos más preciados de sus días especiales mientras eran fieles a su lema “Más que un club”.

‘Mostraron que el Barça es un club grandioso’

Los aficionados locales respondieron a la aparente ignominia de que se llevaran el título de su propia cancha uniéndose en el momento en el que el partido se terminó, procediendo a darle a los jugadores del Atlético la ovación de pie que merecía su esfuerzo hercúleo. Dos minutos después y “Atleti, Atleti” resonaba alrededor del anfiteatro mientras Simeone y sus gladiadores, casi incrédulamente, miraban y se sumergían en la adulación.

“Los jugadores y entrenadores del Barça vinieron a felicitarme inmediatamente después del partido”, añadió Simeone. “Mostraron que el Barça es un club grandioso”.

Así que, ¿qué hay de este club grandioso? Para alguien que está tan acostumbrado a ganar y para los aficionados que usualmente son rápidos para ondear sus pañuelos blancos como una forma de registrar su desdén, parecían aceptar terriblemente su destino.

El estado de ánimo en la ciudad todo el día fue optimista, pero extrañamente libre de la tensión que usualmente envuelve a ocasiones de tal magnitud; no lo olvides, este fue un título que el entrenador Gerardo Martino ya había concedido hace dos semanas, antes de que una sucesión de resultados extraños le diera a su escuadra una última oportunidad improbable de gloria.

Sin embargo, nunca se sintió como si fuera su título. Con el trauma doloroso del fallecimiento trágico del exentrenador Tito Vilanova en abril todavía fresco en su mente, y con varios jugadores que probablemente se irán este verano, incluso antes de este sábado el enfoque había cambiado a la próxima temporada y al futuro.

Un mes emotivo llegó a su máximo mientras el portero Víctor Valdés; quien estaba lesionado desde marzo, se despidió el pasado lunes y después el pasado jueves el capitán del club Carles Puyol, uno de los pilares del Barcelona desde mediados de la década de 1990, dio su última conferencia de prensa antes de salir del Camp Nou.

No es mucho que el Barça busque a la mitad de un nuevo equipo en el próximo par de meses casi como un alma de reemplazo.

¿Qué sigue para el Barça?

El excapitán Luis Enrique, quien jugó para los catalanes con distinción entre 1996 y 2004 y quien entrenó al segundo equipo del Barcelona de 2008 a 2011, dejó su puesto como entrenador en el Celta Vigo, yreemplazará a Martino, quien renunció después del partido del pasado sábado.

Enrique llevó al Celta Vigo al noveno lugar en La Liga en su única temporada a cargo, después de una designación difícil en el club italiano Roma en 2011-12.

Ahora que Lionel Messi, posiblemente el mejor futbolista del mundo y ciertamente su exponente mejor pagado, firmó un nuevo contrato, el Barça debe intentar redescubrir qué los hizo uno de los equipos más exitosos que el deporte haya visto.

“Me siento tan mal, que solo siento decepción y desilusión”, dijo el mediocampista Andrés Iniesta en las redes sociales. “El próximo año pelearemos para darles la alegría que ustedes y este club merecen”.

En cuanto al Atlético, cuyos aficionados celebraron toda la noche en la Plaza Neptuno en la capital española y después fueron a las calles de Madrid este domingo mientras sus campeones desfilaban por la ciudad en un autobús abierto, el enfoque está más en el corto plazo.

En el Estadio da Luz en Lisboa este sábado, buscarán poner su nombre en el mayor trofeo de todos por primera vez, y en el proceso negarle a sus rivales “La Décima” corona de la Liga de Campeones que tan frustrantemente ha eludido al club desde 2002.

Simeone, un hombre que tiene el espíritu de no ser el favorito en sus venas, ya se lame los labios anticipadamente.