Por Meera Senthilingam

(CNN) — “Estos tipos de pacientes tienen un desfiguro tal que no pueden comer, no pueden respirar apropiadamente. Se trata de funcionalidad”, dice el médico Richard Luskin, CEO del Banco de Órganos de Nueva Inglaterra en Estados Unidos.

Luskin se refiere al pequeño grupo de personas en todo el mundo que están en la lista de espera con la esperanza de obtener un nuevo rostro, y en Estados Unidos al menos, puede que ahora tengan a un donador más fácilmente.

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El mes pasado, la Red Unida para Compartir Órganos (UNOS, por sus siglas en inglés), una organización sin fines de lucro que administra el sistema de trasplante de órganos de Estados Unidos, aprobó las primeras políticas nacionales para el trasplante de extremidades, rostros y otras estructuras colectivamente conocidas como “aloinjertos compuestos vascularizados” (ACVs); que debería facilitar encontrar a los donadores.

Hasta abril de 2014, hubo 28 trasplantes de rostro en todo el mundo. Ataques de animales, quemaduras graves y heridas con armas dejaron a estos pacientes marcados de por vida, literalmente, en un lugar en el que no se pueden ocultar sus cicatrices; el rostro.

“Cualquiera con esta desfiguración afirmaría que no viven, sobreviven”, dice Luskin.

Un área que crece

El primer trasplante de rostro se realizó en Francia en 2005 para Isabelle Dinoire, cuya boca, nariz y barbilla fueron mordidas por su perro. Desde entonces el campo creció y los trasplantes que involucran combinaciones variantes de partes faciales se han realizado en otros seis países, incluido Estados Unidos.

A medida que los procedimientos mejoran y su seguridad aumenta, los registros de donadores y hospitales colaboradores preguntarán más lo siguiente: ¿Te gustaría donar tu rostro? O en el caso de la aprobación de UNOS, se les preguntará a los familiares de potenciales donadores la pregunta sensible de si querrán donar el rostro de su ser querido.

La aprobación de UNOS inicialmente será temporal durante 15 meses para permitir comentarios del público, pero las familias de los donadores recibirán una guía extra en lo que se refiere a tomar la decisión. “Los trasplantes de rostros permanecen como únicos y requieren criterios específicos como líneas de implantación y componentes étnicos”, explica un vocero de UNOS. “Por lo tanto, el consentimiento debe ser distinto e individual”.

“(Esto) ampliará el grupo de donadores para pacientes en lista de espera en varias organizaciones regionales y nacionales de obtención de órganos”, explica el médico Eduardo Rodríguez, profesor de Cirugía Plástica Reconstructiva en el Centro Médico Langone NYU en Estados Unidos. “Un gran componente para un procedimiento exitoso es la selección de pacientes tanto en el donador como en quien recibe la donación”, añade. “La similitud de una un emparejamiento perfecto puede ser muy desafiante”.

Pero este procedimiento que alguna vez fue experimental se vuelve más generalizado y aceptado. Richard Norris, de Virginia en Estados Unidos, recibió un nuevo rostro en marzo de 2012 y el mes pasado su rostro estuvo en la portada de la edición estadounidense de la revista para hombres GQ. Norris perdió la mayor parte de sus rasgos faciales después del impacto de una pistola, y perdió capacidades como su sentido del olfato. Pero después de la cirugía a manos de Rodríguez y su equipo puede vivir su vida de nuevo.

Riesgo de rechazo

Sin embargo, a medida que este modo de cirugía se vuelve la norma, los efectos secundarios y riesgos que vienen con esa operación que cambia la vida todavía son una preocupación y una cuestión de ética.

Como con cualquier otro trasplante, existe el riesgo de que el nuevo órgano sea rechazado por el sistema inmunitario del paciente y quienes reciben el trasplante tienen que tomar medicamentos inmunosupresores durante el resto de sus vidas, lo que los pone en riesgo de infecciones y cáncer. Pero, a diferencia de muchos otros trasplantes, reemplazar un rostro no es una cuestión de vida o muerte. La cirugía es clasificada por algunos como algo que cambia la vida, no que salva la vida, lo que plantea preguntas sobre si el riesgo está justificado.

“Para los trasplantes de corazón, los pacientes necesitan un trasplante o morirán. Estos pacientes (de trasplante de rostro) no tienen una falla de órganos pero tienen que tomar medicamento antirechazo y tienen una represión de por vida”, explica la médico Maria Siemionow, de la Universidad de Illinois en Estados Unidos, quien realizó un trasplante de rostro casi total en 2008 para la estadounidense Connie Culp, cuyo esposo le disparó en el rostro.

Pero Siemionow trabaja para resolver este problema. “Necesitamos nuevas terapias que serán menos dañinas”, dice.

La cirujana polaca desarrolla células quiméricas, que reúnen las células de un donador y quien recibe el trasplante durante la operación. “Fusionamos células de la médula ósea de los donadores y destinatarios para que estas células sean reconocidas como suyas por los sistemas inmunitarios de los receptores”, explica. No es una tarea fácil.

Al combinar las dos células y ponerlas en pacientes que reciben un trasplante, su sistema inmunitario aprenderá a reconocer las células de los donadores, que están presentes en su nuevo rostro, lo que hará que sus células inmunitarias tengan menor probabilidad de atacar el rostro.

“Si el (sistema inmunitario) puede reconocer más células como ‘propias’ el paciente necesitará menos medicamentos antirechazo”, dice Siemionow, cuya terapia experimental se espera que entre a pruebas clínicas en algunos años y cuando sea así, puede que haga que los trasplantes de rostro sean más aceptables para los críticos.

“La inmunosupresión es la principal preocupación ética y las nuevas terapias son vitales para el futuro de esta área”, dice.

Luskin siente que los beneficios de un nuevo rostro contrarrestan las dudas éticas. “No hay un problema ético”, concluye. “Vi a un paciente caminar por el pasillo de un hospital hace algunos años después de la cirugía y nadie lo notó. Se veía como un hombre normal. Para mí, ese es el punto de estas cirugías”.