Por Elizabeth Cohen
(CNN) — A principios de este verano, Kelsey Mirkovic, una detective de enfermedades de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, entró a una choza con su equipo en Gueckedou, Guinea, para hablar con un hombre que tenía Ébola.
Su misión: obtener los nombres de todas las personas que tuvieron contacto con él mientras estuvo enfermo, para poder evitar que esas personas propaguen la enfermedad.
“¿Quiénes viven aquí contigo? ¿Quiénes han comido de tu mismo plato? ¿Quiénes te han bañado y cuidado?”, le preguntaron.
El hombre respondió que solo su esposa.
Mirkovic y su equipo sabían que no era cierto.
Sabían que tenía hijos y que en África Occidental las familias, e incluso los vecinos, comen del mismo plato, así como bañan y cuidan a las personas enfermas. Le explicaron al hombre lo importante que era detener el Ébola, y que sus amigos y familia serían tratados con respeto.
Sus súplicas no funcionaron.
Mirkovic vio ocurrir esta escena una y otra vez. Uno de sus colegas en CDC que ha trabajado en Liberia dice que los datos preliminares muestran que es posible que falten de 40 a 60% de los contactos de pacientes identificados con Ébola.
“Esta es una de las partes más difíciles de la respuesta”, dijo el Dr. Brett Petersen, un oficial médico de los CDC.
Mirkovic está de acuerdo. Ella dice que entiende por qué los pacientes de Ébola no quieren dar nombres: en las comunidades donde trabajaba había rumores que si aparecían en una lista de contactos significaba que iban a morir, y las muertes ocurrirían en el mismo orden en que aparecían en la lista.
“Entiendo que tengan miedo”, dijo ella. “Pero es muy frustrante”.
El brote de Ébola en los países de África Occidental, como Guinea, Sierra Leona, Liberia y Nigeria, ha resultado en la muerte de casi 1.500 personas. Con un solo contacto que no deje rastro será suficiente para iniciar una nueva línea de transmisión de Ébola.
“Es como combatir un incendio forestal. Si dejas atrás incluso una sola brasa ardiente, un caso sin ser detectado, podría reavivar la epidemia”, según el Dr. Thomas Frieden, director del CDC, les dijo a los periodistas en una conferencia de prensa a principios de este verano.
“El rastreo de contactos es un gran reto”, dijo la doctora Margaret Chan, directora general de la Organización Mundial de la Salud. “En algunas áreas, las cadenas de transmisión se han propagado de forma clandestina. Son invisibles. No son reportadas”.
No se cuenta con una cifra exacta de cuántos contactos se han perdido. Petersen dijo que los CDC llegaron a la cifra del 40 y el 60% debido a que en algunas comunidades cada una de las personas enfermas solo ha incluido a un promedio de dos contactos, y los hogares comúnmente tienen cinco o seis personas.
Mirkovic, una oficial del servicio de inteligencia epidémica de los CDC, dijo que cuando ella y su equipo sentían que los pacientes no estaban siendo sinceros, trataban de obtener información de los vecinos o líderes de la comunidad.
A veces eso ayudó, pero otras veces no fue así.
“Por desgracia, no hay nada que podamos hacer”, dijo. “No podemos obligarlos” a dar contactos.
La Organización Mundial de la Salud considera que el 10% de los contactos van a desarrollar los síntomas de Ébola. A veces, algunos de estos casos de Ébola también se pierden.
“Muchas familias esconden a sus seres queridos infectados en sus hogares”, según un comunicado de prensa emitido el viernes por la OMS.
Mirkovic, quien dejó Guinea a finales de julio, dijo que sentía que la situación podría mejorar a medida que los trabajadores de salud se ganarán más la confianza de la comunidad.
Pero hay otro problema con eso: la disponibilidad de los trabajadores para darle seguimiento a los contactos.
Por ejemplo, en Sierra Leona, existen 2.000 contactos que necesitan seguimiento, pero el grupo Médicos sin Fronteras dice que solo ha podido darle seguimiento a más o menos 200 de ellos.
Los equipos del grupo en Sierra Leona y Liberia “ya no se dan abasto”, ya que la epidemia está “fuera de control”, escribió el grupo en un comunicado de prensa.