(CNN) – Durante la escuela secundaria, Tevante Clark se avergonzaba de su sobrepeso.
Su gran tamaño no era lo único que lo deprimía, sino también la distancia que sentía que crecía entre él y algunos de sus amigos más cercanos. Durante cuatro años, vio como sus amigos constantemente lo dejaban fuera de las conversaciones, le daban la espalda en la escuela y luego empezaron a excluirle completamente de sus salidas nocturnas los viernes por Chapel Hill, Carolina del Norte. Estaba destrozado, pasaba muchas noches solo y se sentía rechazado.
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Con una altura de 1,75, Clark alcanzó su peso máximo de casi 185 kilos cuando tenía 19 años.
“Me iba a casa y le preguntaba a mi mamá por qué me estaba sucediendo esto, pero sabía que era por mi peso”, dijo. “Cuando salía con mi mamá a comprar, esperaba en el auto porque me sentía muy avergonzado”.
Cuando empezó a ir al Vance-Granville Community College, siguió luchando con esos sentimientos.
“Tenía pensamientos suicidas a causa de mi peso. Incluso escribí una carta al respecto que mi madre encontró, y rompió a llorar”, dijo.
“Estaba cansado de todo, cansado de que la gente se riera de mí, cansado de tener sobrepeso, cansado de que me trataran de manera diferente”, contó. “Pensé en el suicidio, pero no quería dejar sola a mi madre”.
Después de encontrar la carta en su habitación, su madre dijo que sabía que algo tenía que cambiar.
“Vi cuán deprimido estaba, y eso era lo que más me dolía”, recordó su madre, Beverly Clark.
Pero no iba a dejar que luchara solo. Ella recientemente había bajado más de 45 kilos después de pasar un susto con su cardiólogo, cuando le dijo que estaba a punto de tener un ataque cardíaco debido a su peso. Esa experiencia le hizo creer que su hijo también podría perder peso.
“Él era adicto a la comida chatarra, como lo era yo. Tenía una afición por lo dulce. A él le gustaba picar pasteles, galletas, sodas y frituras”, explicó.
Estaba convencida de que todo lo que su hijo necesitaba era un poco de orientación sobre la moderación. Pero Tevante Clark solo quería perder peso. Se acercó a ella después de muchas noches llenas de lágrimas y le preguntó si podía hacerse la cirugía de bypass gástrico.
Clark estaba desesperado. “Necesitaba un cambio”.
Como empleada del centro de atención de llamadas de la Universidad de Duke, su madre se enteró del programa de bienestar de la escuela llamado “Live for Life”, el cual ofrece un programa de pérdida de peso de 12 meses para los empleados y sus familiares. Ella quería que su hijo perdiera peso, pero también quería que probara métodos naturales antes de someterse a la cirugía. Así que le hizo una propuesta: inscribirse en el programa y tratar de perder peso de manera natural durante los primeros meses. Si ese método no funcionaba, entonces considerarían la cirugía.
Cuando empezó en el programa en julio de 2011, su objetivo era perder 18 kilos para calificar para la cirugía de bypass gástrico. Al inicio del programa, le asignaron un entrenador y un dietista.
Sally Neve, una enfermera y nutricionista, le ayudó a diseñar un plan para cumplir con sus metas de pérdida de peso, que incluía eliminar el consumo de bebidas azucaradas, comer más frutas y verduras, y ser consciente del tamaño de las porciones. Él reglamentó su dieta, al consumir tres comidas al día y dos refrigerios saludables entre comidas.
Neve también motivó a Clark a hacerse miembro de un gimnasio. Clark nunca había hecho ejercicio. Había jugado unos cuantos partidos informales de baloncesto en la escuela secundaria, pero nunca fue extenuante. Estaba nervioso y emocionado por la nueva experiencia, pero una parte de él estaba segura de que no iba a funcionar.
Mantuvo la esperanza de que si perdía solo unas cuantas libras, sería suficiente para convencer a su mamá de hacerse la cirugía de bypass gástrico.
Cuando Clark comenzó a ejercitarse en la máquina elíptica, a caminar en la cinta y comer porciones más pequeñas, rápidamente vio grandes cambios. En la primera semana, perdió 3 kilos. Después de unas semanas, empezó a caminar de 45 a 50 minutos todos los días en la cinta caminadora y la pendiente la tenía establecida en el nivel alto, a una velocidad que era casi un trote.
Después de tres meses, había bajado 18 kilos, y el deseo de hacerse la cirugía también se había disipado. Ahora pasaba dos horas al día en el gimnasio.
“Se volvió una persona diferente”, dijo Neve. “Se volvió más seguro. Su actitud era ‘Puedo hacer esto’. Creo que es muy importante que la gente tenga esa confianza de que pueden lograrlo”.
Cambió los refrigerios salados y dulces por alimentos saludables, como pollo a la parrilla y arroz integral para el almuerzo y verduras a la parrilla para la cena. Clark volvió a evaluar la forma en que afrontaba los alimentos, al seleccionar artículos como granos integrales y proteínas sin grasa que le ayuden para sus entrenamientos, no alimentos dulces altos en calorías para satisfacer sus antojos.
“Solo tenía que encontrar a alguien que le pudiera decir: ‘Puedes comer lo que quieras, pero con moderación’”, dijo su madre.
Después de finalizar el programa en diciembre de 2012, Clark pesaba 127 kilos; había perdido 57 kilos. Pero quería ser más delgado. Empezó a levantar pesas por su cuenta. Cada vez que no estaba seguro de cómo usar una máquina del gimnasio, le pedía a un miembro del personal de gimnasio que le mostrara cómo hacerlo. Descubrió que le gustaba levantar pesas.
“Me gustó la prensa para piernas. Nunca la había probado, y me enteré de que ejercita los músculos isquiotibiales y los cuádriceps. Cuando comencé a incorporarla en mi rutina de ejercicios, vi mejoras en mis muslos”, dijo. Agregar resistencia le ayudó a perder otros 45 kilos en un año. En dos años, había logrado bajar a 81 kilos , superando todas sus expectativas de pérdida de peso.
Ahora, feliz con su peso, sigue ejercitándose todos los días. Está enfocado en desarrollar músculo y no en perder peso. Hace ejercicios de cardio durante 15 a 20 minutos y luego agrega energía para desarrollar músculo al levantar pesas y cambiar su rutina de ejercicios.
El joven de 23 años incluso tiene un trabajo que lo obliga a estar en forma. Trabaja en un almacén de UPS y se mantiene de pie, levantando cajas pesadas varias horas al día.
“Si no hubiera perdido peso, no podría hacer este trabajo”, comentó. “Hay personas que trabajan conmigo que parecen estar en forma, pero no pueden levantar las cajas como lo hago yo. Esto hace que realmente quiera mantenerme en forma”.
¿Y su vida social? Dio un giro dramático para bien. Tiene nuevos amigos, y algunas viejas amistades que se quedaron con él mientras estaba luchando con su peso. Se reúnen semanalmente como grupo y pasan tiempo juntos. En ocasiones, incluso se encuentra con antiguos compañeros de clase que le rehuían cuando tenía sobrepeso.
“Ahora dicen que están orgullosos de mí por haber bajado de peso, y que soy una inspiración”, dijo.
Después de perder 102 kilos, dijo que la lección más importante que aprendió es no olvidar quién era debajo de todo ese peso.
“Tu vida va a cambiar, pero tú no tienes que cambiar”, afirmó. “Puedes ver las cosas de manera diferente, pero no cambiar lo que eres solo porque has cambiado físicamente. Recuerda a quienes estuvieron contigo y a quienes se quedaron contigo”.