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(CNN) – Cientos de niños han sido sistemáticamente violados, golpeados y víctimas de tráfico sexual en una ciudad del norte de Inglaterra durante más de 12 años, una situación que continúa, indicó el gobierno en un informe británico.

Las “espantosas” revelaciones también exponen las tensiones culturales y la falta de comunicación entre las autoridades y las minorías étnicas de esa localidad que podrían haber ayudado a frenarlo.

Los trabajadores sociales encontraron indicios de explotación sexual desde el principio, pero no hicieron nada, según la Comisión Independiente de Investigación de Explotación Sexual Infantil en Rotherham.

El gobierno de la ciudad publicó recientemente el informe de la investigación en su sitio web. Y así los reportes abusos se multiplicaron, incluyendo violaciones y amenazas de muerte de pandillas a punta de pistola.

Entre 1997 y 2013 hubo al menos 1.400 casos de abusos, según los cálculos más conservadores, dice el informe. Este año, los investigadores especializados trabajan en 51 casos. Otros equipos buscan más casos.

Abuso sexual tortuoso

La explotación ha alcanzado un nivel equivalente a tortura, según el informe.

“Hubo casos de niños rociados con gasolina y amenazados con ser incendiados, amenazados con armas de fuego, y los hicieron presenciar violaciones brutales y fueron amenazados para que no lo contaran a nadie”, según el informe.

Algunas víctimas no habían alcanzado ni siquiera la adolescencia. “Varios abusadores violaron a niñas de apenas 11 años”, revela la investigación.

El informe acusa a los políticos, servicios sociales y la policía de fracaso “flagrante” para detenerlos, citando la incapacidad para atravesar barreras culturales en una pequeña localidad musulmana de Rotherham.

El miedo a la etiqueta del racismo

Los agresores a menudo trabajaban juntos y eran en su mayoría de origen paquistaní; las víctimas eran niñas en su mayoría blancas, dice el informe.

Un informe anterior señaló que las pandillas “asiáticas” originalmente explotaban a las mujeres y las niñas “para su satisfacción personal”, pero más tarde comenzaron a ganar dinero con ello.

Muchos trabajadores sociales no intervinieron en los casos por temor a ser tildados de racistas o avivar una reacción de la derecha en la ciudad.

“Varios (consejeros) entrevistados creían que la apertura de estos temas podría ‘dar oxígeno’ a las perspectivas racistas que podrían a su vez atraer a los grupos políticos extremistas y amenazar la cohesión comunitaria”, de acuerdo al informe.

“Hasta cierto punto, esta preocupación era válida, con la aparente orientación de la ciudad por grupos como la Liga de Defensa Inglesa”, agrega.

Aunque las víctimas eran en su mayoría blancas, el informe detectó abuso sistemático por parte de grupos de hombres asiáticos contra mujeres en sus propios grupos étnicos.

A menudo no había denuncias, porque las víctimas temían la venganza o la vergüenza pública en sus comunidades, según el informe. Los perpetradores pueden estar usando ese miedo para chantajear a estas víctimas en una continua servidumbre sexual.

Mujeres ignoradas

Las diferencias culturales también obstaculizaron la participación efectiva entre los miembros de la comunidad paquistaní de Rotherham.

Las autoridades recurrieron a líderes comunitarios varones y a los imanes y dejaron de lado a las mujeres. Muchas paquistaníes dijeron a los investigadores que las hacían sentirse privadas de sus derechos y evitaban que la gente hablara abiertamente sobre el abuso.

Bajo la alfombra

Algunos trabajadores sociales también esperaban que los casos que estaban analizando se desvanecieran. Eso puede haber sido reforzado por el hecho de que la gran mayoría de los abusadores sexuales de niños en Gran Bretaña son varones blancos.

Los informes de investigación sobre el problema empezaron a aparecer hace unos años, pero tuvieron poco efecto. “El primero de estos informes fue suprimido con eficacia, debido a que algunos oficiales superiores no creyeron en los datos que contenía”, según el informe.

Directores de servicios sociales minimizaron el problema. Los funcionarios pensaron que los informes eran exagerados. Las fuerzas del orden le dieron poca importancia.

“La policía no le dio prioridad (al abuso sexual infantil), tratando a muchas víctimas infantiles con desprecio y no actuando sobre su abuso como un delito”, dijo el informe.

Autoridades desbordadas

Al momento de que aumentó el problema en 2009, los pocos trabajadores de servicios sociales se vieron desbordados por el número de víctimas potenciales.

Ha habido una notable mejora en la capacitación de la policía para reconocer el abuso sexual y trabajar conjuntamente con los servicios sociales, dice la investigación.

“Pero el equipo se esfuerza por mantener el ritmo de las demandas conforme a su carga de trabajo”, según el documento. Y las finanzas se están agotando.

Y aún así, pocos casos siquiera llegan a los tribunales.