Por Ollie Williams, para CNN
(CNN) – Si quieres nuevos botines de fútbol, la elección –y el costo– pueden resultar abrumador.
Olvídate de buscar entre cientos de modelos nuevos, en docenas de tiendas y en sitios web. ¿Qué te parece si alguien con todo ese conocimiento llegara a tu casa para ayudarte?
No solo eso, ¿qué tal si ellos ven tus pies, escogen el modelo ideal de bota para ti, y luego cuidadosamente le dieran la forma ideal para un ajuste anatómico perfecto?
Eso estaría bien. Pero probablemente no recibirás ese trato de lujo al menos que te vuelvas jugador líder a nivel mundial… o que seas un caballo.
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Para los caballos, es un proceso estándar que un “herrador” cree a una herradura perfecta.
“Piensa en un herrero antiguo”, dice Haydn Price, herrador del campeón olímpico británico de los equipos de salto y doma.
“Todo el mundo sabe lo que hace un herrero, pero no mucha gente sabe lo que hace un herrador. Lo principal y más importante, eres un herrero quien se especializa en colocarle herraduras a los caballos”.
Aprendiendo el oficio
Para llegar a ser un maestro herrador, tienes que dominar una amplia variedad de disciplinas. Por ejemplo, los herradores jóvenes, deben aprobar un examen de forja para demostrar que saben cómo dar forma al metal incandescente de manera segura y precisa - exactamente como lo haría un herrero.
Pero los herradores también deben invertir años aprendiendo la complejidad de los cascos de los caballos y de las demandas precisas del trabajo de cada animal, desde un caballo de tiro hasta un caballo de carreras pura sangre y todo lo intermedio.
“Es un sistema riguroso de formación que dura cuatro años”, dice Claire Brown, quien lanzó el sitio web “Forge and Farrier“ hace siete años y cuyo marido, Nigel, ha estado en el negocio desde hace casi dos décadas.
“Hay mucha competencia para ser aprendiz; hay muchos más solicitantes que espacios. Recibimos solicitudes cada semana, pero solo tomamos un aprendiz nuevo cada dos años”.
Selector de herraduras
El objetivo principal de un herrador es elegir la herradura perfecta de las miles de variedades disponibles, luego, asegurarse que cada herradura se ajuste perfectamente al caballo, lo cual normalmente se hace al ajustar cada herradura a la medida.
Si es un trabajo sencillo, usualmente se requiere una hora cambiar las cuatro herraduras del caballo. Bajo presión -por ejemplo, en una gran competencia– un herrador podría cambiar una herradura en cinco minutos si todo sale según lo previsto.
Price dice que la gran cantidad de diseños disponibles en el siglo XXI, al igual que la proliferación de diseños de botines de fútbol, ha cambiado la naturaleza del trabajo de un herrador.
Cuando Price participó por primera vez –en la década de los noventas– en el programa británico de clase mundial, trabajando con los mejores jinetes, se dio cuenta que este era el reto que quería: jugar un pequeño papel en ganar medallas olímpicas.
“Cuando me fui de Londres 2012 y estaba camino a casa, sentí que por primera vez en mi vida había realmente logrado algo”, comenta Price, quien trabajó para el equipo británico una vez más en los Juegos Ecuestres Mundiales Alltech FEI en Francia, que se llevaron a cabo en agosto de esta año.
Price supervisó el herrado de caballos como Valegro de Charlotte Dujardin, quien ganó el oro individual y por equipos de doma clásica, así como los cuatro caballos británicos que viajaron al campeonato de salto por equipos.
“No es el evento lo que es difícil”, dice Price. “Es la presión antes del mismo. Los caballos tienen un deseo increíble de superarse y la presión antes del evento puede ser impresionante”.
“Cuando todo marcha bien, la primera emoción es alivio. Cuando supe que ganamos la medalla de oro en Londres 2012, lloré, y no me da miedo admitirlo”.
“Por primera vez en mi vida, yo entendí -cuando ves a un hombre maduro llorar en televisión cuando se bajan de botes de remo o en atletismo- entendí de dónde viene”.
El reto del herrador
Price pasa aproximadamente una cuarta parte de un año trabajando con los mejores caballos británicos, conduciendo alrededor de 28.000 kilómetros en el proceso.
Desde los 14 años de edad, la herraduría se apoderó de él. Mientras que el centro de atención cayó sobre los jinetes en Londres 2012, la búsqueda y el montaje de las herraduras perfectas para el oro olímpico que se quedó en casa marcaron la culminación de la obra de su vida.
“Yo ya no hago competencias de herraje”, dice. “Mi competencia es una autoimpuesta: mantener a estos caballos en su máximo rendimiento”.
“Las competencias son de mucha habilidad y no les quito nada, pero te juzgan en un momento en el tiempo”, agrega.
“A mí me juzgan por el trabajo que hago en el día a día, para mantener a los caballos sanos y saludables, año con año con año. Eso, para mí, es el desafío del herrador”.