Por Ben Brumfield, CNN
(CNN) — El papa Francisco movió a uno de sus predecesores cerca de la santidad este domingo, al beatificar este domingo a Pablo VI en el último día de la reunión de líderes de la Iglesia alrededor del mundo en Roma.
Fue un cierre ceremonioso para el sínodo de obispos sobre la familia, el cual ha abordado el acercamiento a la gente gay y lesbiana o dar la santa comunión a los católicos que se han divorciado o vuelto a casar, pero que la Iglesia Católica considera adulterio.
Pablo VI, cuyo pontificado inició en 1963 hasta su muerte en 1978, había enfrentado presiones similares durante la llegada del amor libre, cuando la Iglesia se opuso al control natal. El papa Pablo VI basó su decisión en las enseñanzas católicas sobre el matrimonio.
Pero la Iglesia honra otros aspectos de su trabajo, destacando sus esfuerzos por esparcir la justicia social y ver por la pobreza, temas que el papa Francisco también lleva en su bandera.
Pablo VI también es conocido por ser pionero de las visitas papales en el mundo, viajando a África, América Latina y Asia. Fue el primer papa que visitó cinco continentes, según apunta el Vaticano.
También fue el primer papa que visitó Tierra Santa desde San Pedro, señaló el servicio de noticias católicas.
Un viaje a Filipinas en 1970 pudo costarle la vida, pero también dio una de las dos precursores necesarios para su beatificación —una reliquia.
Cuando fue atacado por un hombre con una bayoneta en Manila, dos chalecos que usaba se llenaron de sangre, según el historiador John-Peter Pham. Uno de los chalecos fue llevado a la beatificación en un reliquiario.
El segundo precursor requerido para la beatificación es un milagro. El papa Pablo VI se involucró en un niño no nacido en California, según informó la radio Vaticana.
Un médico aconsejó a una mujer embarazada abortar a su pequeño hijo porque ponía en peligro su vida y la de él, pero se negó y en lugar de eso una monja oró por ella con una foto del papa Pablo, reportó CNS. El niño nació sano.
El anuncio de la beatificación llegó en mayo, dos semanas después que el papa Francisco canonizara a otros dos predecesores, Juan XXIII y Juan Pablo II, permitiendo que ambos ascendieran a la santidad. La ceremonia sin precedentes fue atestiguada por una multitud reunida en la Plaza de San Pedro en la Ciudad del Vaticano.