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(CNN) – Cuando los obispos católicos en Roma comenzaron una importante reunión sobre la vida de la familia moderna hace dos semanas, el papa Francisco los animó a hablar con franqueza y “sin timidez”.

Sin duda, obtuvo lo que pidió.

Los obispos discutieron. Los conservadores contemplaron teorías conspirativas. Los liberales lamentaron la rigidez de sus colegas.

Durante todo el proceso, el papa se mantuvo en silencio.

Incluso cuando se publicó un informe sobre la reunión de los obispos que recibía a los homosexuales y lesbianas en términos sorprendentemente abiertos, Francisco no dijo una palabra.

Incluso cuando esa apertura fue debilitada no una, sino dos veces y luego, el sábado, fue descartada en gran medida, el papa no reveló nada.

A mitad de la reunión, (cuyo nombre oficial es el Sínodo de los Obispos para los Desafíos Pastorales de la Familia) los conservadores se quejaban de que Francisco había “hecho mucho daño” al no dar a conocer su punto de vista.

Pero si Francisco hubiera hablado, esto habría cerrado el mismo debate que él quería generar, dijo a los periodistas el cardenal Gianfranco Ravasi, un aliado cercano del papa.

“Roma locuta, causa finita”, dijo Ravasi. Esta frase en latín significa “Roma ha hablado, el caso está cerrado”. (El papa es el obispo de Roma).

Finalmente, cuando se cerró la reunión la tarde del sábado, el papa se dirigió a los casi 200 obispos que había convocado a Roma.

En un discurso ampliamente elogiado, él les dijo que la iglesia tenía que encontrar un punto medio entre mostrar misericordia hacia las personas marginadas y aferrarse a las enseñanzas de la misma.

Además, dijo, los líderes de la Iglesia todavía tienen un año para encontrar “soluciones concretas” a los problemas que asedian a las familias modernas: desde la guerra y la pobreza hasta la hostilidad hacia las uniones no tradicionales. Una reunión de seguimiento está programada para octubre del próximo año en Roma.

Todo esto podría generar preguntas en algunas personas. Si el papa es la cabeza de la iglesia, ¿por qué no puede simplemente hacer cambios por sí mismo?   ¿Por qué tantos católicos se resisten a revisar las enseñanzas de la iglesia?   Y ¿qué tiene todo esto que ver con Jesús?

Éstas son algunas cosas que debemos tener en mente.

¿Qué haría Jesús?  

Jesús no hablaba a menudo sobre asuntos prácticos, pero sí habló acerca del divorcio.

“Pero yo les digo que, excepto en caso de infidelidad conyugal, todo el que se divorcia de su esposa, la induce a cometer adulterio, y el que se casa con la divorciada comete adulterio también”, dice Jesús en el evangelio de Mateo.

Esa afirmación podría parecer reaccionaria hoy en día, dijo Candida Moss, una estudiosa del Nuevo Testamento y los inicios del cristianismo, pero en realidad, era bastante progresista en aquella época.

“En un mundo en el que las mujeres tenían que estar casadas para tener éxito”, dijo, “ser tan estrictos en cuanto al divorcio en realidad ayudaba a esas mujeres”. En especial ayudaba a las mujeres que eran cruelmente despreciadas por sus esposos, lo cual era permitido bajo la ley mosaica, añadió Moss.

Así que, cuando los obispos católicos debaten si permitir que los católicos divorciados y vueltos a casar reciban la Comunión (como lo hicieron en Roma durante las dos últimas semanas), muchos hacen referencia a esta enseñanza de Jesús.

Si Jesús lo dijo, según la lógica, la iglesia no lo puede cambiar.

Tradición  

Las raíces de la iglesia católica se remontan a Pedro, a quien Jesús le dio las llaves al cielo y a quien muchos consideran el primer obispo de Roma… es como un prototipo de papa, por así decirlo.

Entre aquel entonces y ahora, un lapso de más de 2.000 años, la iglesia ha acumulado capa sobre capa de enseñanzas y tradiciones. Los católicos dicen que esto es el “depósito de la fe” y muchos conservadores dicen que el trabajo de los líderes modernos de la iglesia es guardarlo, no cambiarlo.

De hecho, al igual que la verdad, con V mayúscula, algunos conservadores argumentan que ni siquiera el papa lo va a poder cambiar.

“El papa, más que cualquier otra persona como el pastor de la iglesia universal, está obligado a servir a la verdad”, le dijo a Buzzfeed recientemente el cardenal Raymond Burke, uno de los principales conservadores.

“El papa no tiene la libertad de cambiar las enseñanzas de la iglesia respecto a la inmoralidad de los actos homosexuales o a la insolublidad del matrimonio o cualquier otra doctrina de la fe”.

El cardenal Timothy Dolan de Nueva York, otro prominente líder de la iglesia, sugirió que la doctrina podría cambiar, pero solo si el papa llamaba a un consejo ecuménico.

Otros líderes liberales de la iglesia argumentan que las enseñanzas básicas de la iglesia católica pueden evolucionar con el tiempo, como lo hicieron, por ejemplo, en relación a la esclavitud.

“La doctrina se desarrolla”, dijo el cardenal alemán Reinhard Marx la semana pasada. “Decir que la doctrina nunca cambiará es tener una perspectiva limitada de las cosas”.

En la guerra de palabras entre los católicos conservadores y liberales, la batalla más grande está aquí: qué puede y no puede cambiar sobre los principios morales de la iglesia.

La iglesia universal  

La Iglesia Católica tiene aproximadamente 1.200 millones de miembros esparcidos en cientos de países, desde Afganistán hasta Zimbabwe. En muchos de esos países, la ética, particularmente la ética sexual, difiere mucho.

Por ejemplo, en África, el 75% de los católicos cree que los católicos divorciados y vueltos a casar están “viviendo en pecado” y no deberían recibir la Sagrada Comunión. En los Estados Unidos y América Latina, solo un 30% está de acuerdo con eso.

En cuanto al matrimonio entre personas del mismo sexo, la brecha es igual de amplia. África (99%) y las Filipinas (84%) rechazan el matrimonio entre personas del mismo sexo, mientras una ligera mayoría de católicos en Estados Unidos lo apoyan.

El Papa, como cabeza de la Iglesia Católica, tiene que considerar a su rebaño en general, no solo atender a un segmento en particular, dijo el reverendo James Martin, un sacerdote jesuita y autor del libro “Jesus: A Pilgrimage”.

“Si bien está interesado en ser profético y hacer que las cosas avancen, no puedes moverte tan rápido como para perder a toda un ala o sección geográfica de la iglesia”.

La vieja guardia  

Durante casi 35 años, la Iglesia Católica fue liderada por dos papas: San Juan Pablo II y Benedicto XVI, quienes se adhirieron firmemente a las enseñanzas tradicionales de la iglesia, y parte de su misión fue nombrar a cientos de obispos que compartieran esa opinión.

Como resultado, obispos conservadores ocuparon altos cargos en muchas diócesis alrededor del mundo y en el Vaticano en sí.

“Estas son personas que han pasado mucho tiempo acumulando poder y partidarios, y tienen una opinión muy fuerte respecto a que la iglesia no cambie”, dijo Moss.

Sin embargo, desde su elección en 2013, Francisco ha revertido esa tendencia de manera lenta pero segura.

El papa ha nombrado moderados en varias diócesis importantes, entre ellas en Chicago anteriormente este mes, y ha quitado a algunos conservadores extremistas de sus cargos.

Burke, por ejemplo, quien es algo así como un héroe para los tradicionalistas, confirmó la semana pasada que ha sido derrocado de la corte suprema del Vaticano.

Así que, mientras muchos liberales expresaron su decepción al ver que la sorprendente apertura de los obispos hacia los homosexuales fue anulada más adelante, otros sostienen que por lo menos el tema sigue estando sobre la mesa para la reunión del próximo año, cuando la iglesia tomará las decisiones finales sobre estos temas.

Dicho de otra manera, dar “tres pasos hacia adelante, y dos hacia atrás, sigue siendo un avance”, dijo Marx.