Por Daisy Carrington
(CNN) — Una de las condiciones médicas más debilitantes en África subsahariana no es mortal. De hecho, es fácilmente curable. El culpable es pequeño, pero su impacto es grande. La pulga chigoe, más comúnmente conocida como nigua, normalmente entra a los pies y manos. Evita que millones de niños vayan a la escuela, impide que los agricultores trabajen su tierra y hace que caminar sea casi insoportable.
El empresario keniano Stanley Kamau tuvo estas pulgas cuando era niño, y recuerda cómo fue estigmatizado por sus compañeros de clase, porque en su escuela, el parásito te señalaba como pobre.
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“Casi dejé la primera debido a los efectos, porque no podía soportar la forma en que mis compañeros se reían de mí y solían acosarme. Me pisaban y no tenía zapatos”, recuerda.
Afortunadamente, la familia de Kamau tenía ganado y tenía un baño de ganado; un baño lleno de insecticida, que utilizaban para tratar a las vacas. Kamau se curó al introducir sus manos y pies en el agua. Pudo continuar con sus estudios y asistió a la universidad en India.
Después de lanzar exitosamente varios negocios, Kamau regresó a su pueblo natal en Murang’a, donde decidió retribuir a su comunidad. Al principio, simplemente donó ropa y comida, pero pronto se percató del efecto adverso que la pulga tenía en sus paisanos.
“Quedé impactado cuando visité algunas de las casas y vi que algunos niños nunca habían ido a la escuela, que hombres y mujeres no iban a sus granjas. Estaban incapacitados debido a la amenaza de la pulga”.
Kamau estableció el Fideicomiso Ahadi Kenya, que trata a víctimas de esta pulga en toda Kenia. Originalmente, el fideicomiso registró a cuatro familias. Hoy en día, 2,6 millones de kenianos están registrados con el grupo.
La solución del plátano
Kamau vio cómo la pulga lleva a las familias a la pobreza. Como solución, estableció una granja de plátanos en un tramo de terreno donado por su tía. Los sobrevivientes de la enfermedad pueden unirse a la granja y se les dan materiales gratuitos, desde semillas hasta fertilizante, para enriquecer su tierra en su casa.
“Cada miembro tiene que duplicar lo que hacemos en su propia granja particular”, dice. “Les proporcionamos plántulas para plantar en la granja comunal y les damos plántulas para plantar en su propia granja individual… es como un centro de aprendizaje donde cada miembro de la comunidad puede aprender más sobre cómo hacer plátanos”.
Kamau expandió el lado emprendedor de su fideicomiso para incluir granjas de pollos y conejos, así como apicultura.
La ambulancia rural
En su intento por erradicar la pulga de su país natal, Kamau se percató de cuán difícil puede ser buscar atención médica para muchos que viven en comunidades rurales. Escuchó historias de personas que iban a los hospitales en sacos y carretillas. Incluso escuchó sobre un niño que se rompió la espalda en un accidente de motocicleta mientras era transportado a una instalación médica por un brazo fracturado.
“El hecho es que, la mayoría de las personas que viven con mucha pobreza no tiene teléfonos móviles, no tiene radios o televisores, no tienen ningún canal de comunicación. Puede que ni siquiera sepan qué tipo de dispensario u hospital está cerca de ellos”, señala.
Fue entonces cuando desarrolló la ambulancia Mashinani; o ambulancia de pueblo. Básicamente es una cama desmontable; completa con un kit médico y de maternidad, que se engancha en una moto.
“Puedes tener un hospital, ¿pero las personas pueden ir a este? ¿pueden caminar? ¿pueden llamar? ¿tienen información siquiera de esos tipos de instalaciones? No hay que tener un hospital muy hermoso donde las personas no puedan acceder”.