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Por Ivan Watson y Gena Somra

(CNN) — Jeff Foster pasó varios años de su vida capturando orcas para llevarlas a parques marinos como SeaWorld, la culpa de separar a las crías de sus madres lo llevó a dejar el negocio y convertirse en un defensor de estos animales y de su vida en libertad.

Uno de sus proyectos fue la liberación de la famosa orca Keiko del parque Reino Aventura en México.

Foster tiene una vida de experiencia al trabajar de cerca con orcas, uno de los depredadores más grandes del mundo. Su relación única con ella ha evolucionado en el transcurso de las décadas.

Por su propia cuenta, el nativo de Seattle solo tenía 15 años cuando se involucró por primera vez con la captura de orcas en Puget Sound.

En la década de 1960, este puerto era el hogar de la industria captiva de orcas.

Para Foster, hijo de un veterinario de vida salvaje, tener la oportunidad de trabajar con el Acuario de Seattle en la captura y entrenamiento de orcas era un sueño hecho realidad.

“Era increíble tener estos animales grandes, gigantes, poderosos y manipular estas cosas casi como si fueran un globo”, recordó Foster.

‘Las cosas comenzaron a cambiar’

En los primeros días de la industria captiva de ballenas, Foster y sus colegas eran celebrados por sus logros. En 1965, cuando sus mentores capturaron a la primera orca, Namu, Foster dice que les daban la llave de la ciudad de Seattle y salían en National Geographic.

Foster capturó a una docena de ballenas durante casi dos décadas, comenzando en 1972. Dice que durante esa época, la industria experimentó una tremenda agitación.

“En unos años, las cosas comenzaron a cambiar. Las personas se percataron de que estos animales eran muy inteligentes y comenzamos a aprender más sobre ellos en la naturaleza”, recuerda Foster. “Aprendimos que estas ballenas permanecen en grupos sociales durante todas sus vidas”.

Los activistas comenzaron a cuestionar la forma en la que las ballenas eran capturadas.

“Cuando vieron cómo se llevaba a cabo la captura, hubo muchas protestas”, dice Foster.

En 1976, el estado de Washington demandó a SeaWorld, el entonces empleador de Foster, por violar los términos de permiso utilizados para la captura de ballenas, y ganó.

Foster dice que como parte de su decisión, “acordamos que ya no capturaríamos orcas en Puget Sound, pero en su lugar obtendríamos permisos fuera del país”.

Así que Foster y su equipo empacaron su operación y se dirigieron a Islandia, donde trabajó como contratista de SeaWorld y otras empresas y comenzó a capturar a los grandes animales en las aguas heladas del Atlántico Norte.

El excazador de orcas compartió horas de videos caseros sobre las capturas, algunos de los cuales fueron filmados en la década de 1980.

En algunos casos, se puede escuchar a Foster narrar mientras los pescadores operan en el mar abierto y rodean a una familia de orcas y aíslan a algunos.

“Tenemos dos [orcas] en la red. ¡Tenemos cuatro en la red!”, dice Foster en un video, filmado en la noche.

Cuando los pescadores sacan a una joven orca del agua utilizando una grúa y una red, puede escucharse inmediatamente que la orca emite chillidos agudos de pánico.

Las llamadas de socorro continúan horas después, después de que la orca fue transportada a tierra y eventualmente descendió en una piscina de poca profundidad.

En uno de los videos, puede verse a Foster ayudando a una joven orca recién capturada a nadar en la piscina. El animal está tan desorientado después de su captura que no puede mantenerse derecho en el agua. Con un traje brillante naranja Foster guía a la orca alrededor del tanque, masajeando sus aletas.

En un video de 1986, cuatro orcas jóvenes son vistas al fondo de una piscina, chillando periódicamente mientras un veterinario las inyecta con antibióticos y otros miembros del equipo de Foster las bañan con agua.

Según la cuenta de Foster, ayudó en la captura de docenas de orcas desde su base en Islandia.

‘Me sentía menos y menos emocionado’

Pero a medida que pasaba el tiempo, dice, los cazadores tuvieron que adoptar estrategias para evitar ser blanco de activistas.

“Viajábamos con nombres diferentes a veces. Para mediados de la década de 1980, algunos de los grupos activistas infiltraron SeaWorld y algunos parques marinos”, recuerda Foster. “Veían cómo era la industria desde adentro. Y las cosas realmente comenzaron a cambiar en ese punto”.

Foster dice que fue entonces cuando SeaWorld decidió no capturar más. Foster también comenzó a cuestionar la práctica. “Me sentía menos y menos emocionado cada vez que lo hacía”, dice.

“Comencé a sentirme culpable, al separar a una madre de su cría”, admite Foster. “Es casi como el lloriqueo de un bebé y te rompe el corazón”.

“Pero lo justificaba diciendo que era por su valor educativo”, añade.

Con el paso del tiempo, Foster comenzó a dudar de sus propias justificaciones para las capturas. “Comencé a pasar más tiempo con los animales en la naturaleza que en una situación captiva. Y sentía que mientras más aprendía de ellos, más fuertemente sentía que no debían estar en piscinas de concreto. Solo no sabía si podíamos hacer una piscina de concreto lo suficientemente grandes”, dice.

Así que Foster dejó la industria en 1990, cambiando su atención a la conservación de animales. En proyectos subsecuentes, rescató y rehabilitó a animales marinos y comenzó a ayudarlos a regresar a la naturaleza.

Entre los primeros proyectos estuvo la liberación de Keiko, después de pasar décadas captiva, eventualmente fue liberada en la costa de Islandia, pero murió al año siguiente.

Foster también ayudó a rehabilitar a la orca Springer, que fue encontrada perdida y desorientada en Puget Sound. En 2012, CNN entrevistó a Foster en la costa de Turquía, donde trabajaba con la organización ambientalistaBorn Free, en un proyecto para liberar a dos delfines maltratados en el mar Egeo.

Recibió una oferta de mucho dinero

Pero fue alrededor de esa época que Foster dice que recibió una oferta muy tentadora para regresar a cazar. Esa oferta incluso le hubiera permitido jubilarse como multimillonario y fue demasiado difícil decir que no.

Foster dice que le ofrecieron siete millones de dólares para capturar orcas en la costa del Pacífico de Rusia. El acuerdo pedía que Foster capturara ocho orcas; seis irían con compradores chinos, mientras que las restantes fueron prometidas a otro destino de alto perfil, dice en entrevista.

“Se mencionó que dos de los animales irían a los Olímpicos, a una ciudad de la que nunca había escuchado, Sochi”, dijo Foster.

Sochi, la ciudad rusa que albergó los Juegos Olímpicos de Invierno de 2014, estuvo envuelta en una controversia unos meses antes de las ceremonias de apertura, después de que se dijo que el Acuario de Delfines de Sochi, un pequeño parque de delfines en la ciudad, pondría a dos nuevas orcas en exhibición para celebrar los juegos.

El Acuario emitió un comunicado de prensa en el que llamó a esos reportes un engaño dirigido a calumniar los Juegos de Invierno de Rusia y negó que tuviera la intención de adquirir las orcas.

Pero un permiso emitido por la agencia de pesca rusa dice que en 2012 se autorizó la captura de dos orcas del mar de Okhotsk.

Y el Proyecto Orca del Lejano Oriente de Rusia, un grupo de vigilancia de orcas, dice que más de la mitad de una docena de orcas fueron capturadas el año pasado en el mar de Okhotsk.

Pero no fue Foster quien las capturó. Dice que rechazó la oferta lucrativa por razones morales.

“Llegó al punto en el que literalmente me veía en el espejo y decía, no puedo hacer esto. No puedo estar involucrado en ninguna captura más de orcas”, dijo Foster.

Pero Foster no se ha alejado mucho de los animales que creció amando y cuidando. Ahora está involucrado en el esfuerzo Liberen a Morgan, enfocado en una orca que actualmente está en el parque afiliado con SeaWorld, Loro Parque, en las Islas Canarias de España.

Morgan fue llevada al parque marino después de que fuera encontrada desorientada y enferma en la costa de Holanda.

En dos visitas a Loro Parque, Foster dice que vio a Morgan siendo abusada por orcas más grandes y dijo que estaba tan desanimada que golpeaba su cabeza contra un lado de la piscina. Dice que también le grita a su familia.

“Grita muy fuerte y es algo continuo, una y otra vez”, dice. “En ese punto, realmente se entendió que este pobre animal esta en una situación terrible con un grupo de animales muy disfuncional”.

Foster dice que se percató de que Morgan necesitaba ser trasladada para que ya no sufriera, así que se sumó a la campaña “Liberen a Morgan”.

Pero en abril, después de un proceso de apelación largo de muchos años, una corte en Holanda no estuvo de acuerdo; al dictaminar que la orca debía permanecer en el parque.

En un comunicado apasionado, el dueño del parque defendió la decisión de la corte al decir, “honestamente creo que esta decisión puede verse como un perdón para Morgan porque su liberación hubiera significado sufrimiento y muerte”.

Por ahora, Morgan permanece en Loro Parque y con pocos recursos legales para cambiar el resultado de su caso, este excazador de orcas aprende que es mucho más fácil capturar a una orca de lo que es liberar a una.