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Nota del editor: Katia Hetter escribe sobre viajes, paternidad y cultura para CNN.com.

(CNN) – Ellos son los padres que cancelaron la Navidad.

John y Lisa Henderson de Hurricane, Utah, estaban hartos de sus pequeños huracanes.

Durante meses, la pareja trató de enseñar a sus tres hijos, de 11, 8 y 5 años, que dejaran de ser irrespetuosos y de comportarse como si se merecieran todo.

“Les hicimos una justa advertencia, era momento de que cambiaran o habría consecuencias”, escribió Lisa Henderson, cofundadora del blog Over the Big Moon, en una reciente publicación.

“Trabajamos pacientemente con ellos durante meses y ¿adivina qué?, muy poco cambió. Un día después de una ocasión en la que se comportaron como si merecieran todo, John dijo: ‘Hay que cancelar la Navidad’”.

Y eso hicieron.

Santa no irá a casa de los Henderson este año.

La familia destinará el dinero de los regalos en proyectos de servicio y para ayudar a otras personas.

No es que sus hijos sufran por no tener juguetes, escribió Lisa Henderson. La familia decorará y celebrará la Navidad como el nacimiento de Cristo, y los niños recibirán regalos de otras familias.

A pesar de las críticas de otros que los llaman Scrooge, los regalos de estos padres a sus hijos son mucho más importantes que el último juguete “La guerra de las galaxias” o un electrónico que pronto acabará en la basura. Estos regalos durarán toda la vida.

El regalo de las consecuencias

¿Cuántas veces los padres amenazan a sus hijos con quitarles la televisión/iPad/juguetes favoritos si no se portan bien?

Si las amenazas continúan, pero no hay seguimiento, los niños llegan a creer que no hay consecuencias. También aprenden a no confiar en que sus padres dicen la verdad. Además, desarrollan el mal hábito de manipular para conseguir lo que quieren.

Probablemente, los hijos de los Henderson no volverán a dudar de la palabra de sus padres.

El regalo de la perspectiva

La señora Henderson sabe que sus hijos tienen mucho que agradecer: buena comida, una buena casa y demasiados juguetes.

Necesitaban una dosis de perspectiva, que es lo que recibieron. Usaron el dinero de Santa para iniciar una colecta de ropa para las víctimas del tifón Haiyan en Filipinas y enviar los productos al exterior. También consideran participar en el programa “Adopta a un abuelo”.

El regalo de la imaginación

Los niños no se quedan sentados sintiendo lástima por ellos mismos.

Además de organizarse como familia para hacer buenas obras por los demás, han reaccionado haciéndose regalos los unos a otros y escondiéndolos en el calcetín navideño del otro niño.

“Están aprendiendo lo que queríamos que aprendieran, porque no están deprimidos compadeciéndose de ellos mismos”, escribió. “Están pensando en los demás”.

El regalo de la familia

La Navidad no se canceló por completo en el hogar de los Henderson. Lo que se ha cancelado es una Navidad comercial.

En lugar de correr hacia el árbol navideño para ver qué trajo Santa, el objetivo en la mañana de Navidad será pasar tiempo juntos comiendo rollos de canela que hace Lisa, compartiendo su fe, los juegos en familia y la oportunidad de “disfrutar de los pocos regalos que recibieron” de los abuelos y otros.

“Si bien, esto podría no ser la mejor opción para todos, es lo mejor para nuestra familia en este momento”, escribió. “¡Estoy casi segura de que esta será la mejor Navidad que ç vez hayan tenido!”