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Por Joel Baden y Candida Moss

Nota del editor:Joel Baden es profesor de Biblia Hebrea en la Universidad de Yale. Candida Moss es profesora del Nuevo Testamento y Cristianismo en la Universidad de Notre Dame. Las opiniones en este texto pertenecen exclusivamente a Joel Baden y Candida Moss.

(CNN) — La nueva película bíblica del director Ridley Scott, Éxodo: Dioses y reyes tiene un problema de raza.

Lo sabíamos desde el momento en que el elenco completo fue anunciado: casi cada papel importante en la película es interpretado por un actor blanco.

Lo que lo empeora para muchos observadores es que, por otra parte, casi todo actor negro en la película interpreta un papel llamado “ladrón egipcio” o “asesino” o “sirviente real” o “civil egipcio de la clase baja”.

Semanas antes del estreno de Éxodo, varias personas, desde activistas afroamericanos hasta periodistas judíos, han pedido un boicot al potencial éxito taquillero.

“Por más que ame una buena película bíblica, voy a adelantarme y boicotear esta”, escribió Segal Samuel en Jewish Daily Forward. “E invito a mis compañeros judíos a que se me unan”.

Si Éxodo fuera un relato ambientando en el sur de Estados Unidos en la preguerra, esa disparidad podría ser históricamente justificable. Pero esta historia se ambienta en Egipto (que era parte de África incluso en ese entonces) con personajes de origen exclusivamente de Medio Oriente. Según la Biblia, Abraham, y por lo tanto todos los judíos subsecuentes, eran de ascendencia mesopotámica; esto es, iraquí.

Antes de que comencemos a aplastar tan duramente a Scott, deberíamos recordar que el “blanqueo” de películas bíblicas es una tradición bien establecida. Probablemente deberíamos dejar que se nos pase Los diez mandamientos de Cecile B. DeMille, ya que fue filmada en 1956, antes de que Hollywood fuera integrada a cualquier nivel sustancial.

Pero no puede decirse lo mismo de Noé de la primavera pasada, que incluso tuvo un elenco mucho menos diverso que Éxodo y con mayores implicaciones raciales, al ver cómo toda la humanidad supuestamente descendió de Noé y su familia completamente blanca.

Tampoco debemos pretender que este es un problema moderno, o uno exclusivo de las representaciones fílmicas de la Biblia y sus personajes centrales. Cada retrato europeo de una escena bíblica, desde la Edad Media hasta el Renacimiento y más allá, representa una Biblia blanca.

Ridley Scott atribuyó el elenco de su película a puras preocupaciones demarketing: “No puedo montar una película de este presupuesto, donde tengo que depender de las devoluciones de impuestos en España y decir que mi protagonista es Mohammad tal y tal de tal y tal lugar. Simplemente no me van a financiar. Así que la pregunta ya ni siquiera surge”.

Este es un razonamiento muy común de nuestra época; incluido el racismo ligeramente encubierto de “Mohammad tal y tal”; pero no logra tener en cuenta la larga historia de una Biblia “blanca”, en la que la película de Scott simplemente compone el capítulo más reciente.

El error más obvio en este tipo de elenco es el histórico: los habitantes del antiguo Egipto e Israel simplemente no se veían como Christian Bale o Joel Edgerton.

El problema más profundo es uno que confunde la blancura con el heroísmo y el poder. ¿Es tan difícil imaginar a nuestros héroes bíblicos como no blancos? ¿No se puede creer que uno de los mayores imperios de la historia mundial tenía piel auténticamente oscura, en lugar de ser solo personas blancas con mucho maquillaje?

Sin embargo, en lo que se refiere, en particular, a la representación de los egipcios en Éxodo, hay un problema más específico en juego. El presidente de News Corp., Rupert Murdoch, no conocido por ser un experto en raza o historia, intervino con la pregunta retórica (que después procedimos a responder): “¿Desde cuándo los egipcios no son blancos? Todos los que conozco lo son”.

La raza de los antiguos egipcios ha sido tema de controversia durante más de dos siglos. Es un debate cargado que no puede ser entendido lejos de los contextos históricos de los académicos involucrados en la conversación.

El debate fue particularmente intenso durante el movimiento abolicionista en Estados Unidos. Estaban en juego las acusaciones de la facción proesclavitud: las personas negras eran inherentemente inferiores física e intelectualmente y, por lo tanto, muy adecuadas para la esclavitud. Si los antiguos egipcios; líderes mundiales en arquitectura, ingeniería, agricultura y producción literaria, así como dueños documentados de esclavos, no eran blancos, entonces había un problema.

Este proyecto alcanzó su cúspide en la obra de la “Escuela Americana” de antropología, fundada en la primera mitad del siglo XIX por Samuel George Morton, que afirmaba que Dios creó múltiples razas organizadas jerárquicamente, con los caucásicos en la cima.

Esta idea fue llevada un paso más allá por el dueño sureño de esclavos,Josiah Nott, quien repetidamente señaló “que la antigua raza egipcia era caucásica”. Nott atribuyó ominosamente la incapacidad de los egipcios de recapturar el poder en la Era Común a su mezcla con otras razas. La agenda clara aquí era ofrecer una base histórica para la esclavitud estadounidense.

Desde la segunda mitad del siglo XX en adelante, los antropólogos han estado de acuerdo en que los antiguos egipcios eran indígenas de la región de Nilo y representantes genéticamente del noreste de África. Egipto ha sido durante mucho tiempo una encrucijada genética, porque durante mucho tiempo fue una encrucijada política y económica, desde antes de que tuviéramos registros escritos.

Sin embargo, al menos una opinión importante de minorías, conocida como “la hipótesis de egipcios negros” enfatiza los vínculos raciales entre Egipto y África subsahariana. La teoría; favorecida por W.E.B du Bois, se basa en la filología, las escrituras de historiadores y el arte y la arquitectura para afirmar que el antiguo Egipto era una civilización negra.

Esta controversia sobre la raza es algo sobe lo que los creadores deÉxodo afirman haber pensado. “Elegimos a grandes actores de etnias diferentes para reflejar esta diversidad de cultura, desde iraníes hasta españoles y árabes”, dijo Scott. “Hay tantas teorías diferentes sobre la etnicidad de los egipcios, y tuvimos muchas discusiones sobre cómo representar mejor la cultura”.

A pesar de esta discusión, el cuadro producido en Éxodo, desafortunadamente, es el que era favorecido por los comerciantes de esclavos del siglo XIX.

Sin embargo, en un sentido importante, todo el debate, hasta el presente, es esencialmente discutible.

Las categorías de Estados Unidos moderno no fueron relevantes para las preocupaciones de los egipcios antiguos.

Los antropólogos modernos ya no ven la raza como una categoría fundamental biológica o natural de las personas, sino como una categoría biocultural, entremezclando los datos genéticos y anatómicos con datos económicos, políticos y sociales.

Históricamente, el tono de la piel no era una característica clave por la que la sociedad era estructurada jerárquicamente. La raza es una experiencia vivida, por supuesto, pero la distinción entre esclavo y ser libre; algo crítico en el mundo antiguo, no fue elaborada en líneas raciales modernas.

Hubo más de unos pocos esclavos “bárbaros” con piel pálida y cabello rubio en el imperio romano. En el mundo antiguo era más importante ser libre que pálido.

Aun así, la imagen de los antiguos egipcios como blancos ha sido poderosa y destructiva.

El “blanqueo” de la Biblia es problemático porque no es histórico y porque reinscribe la asociación peligrosa de blancura, favor divino y heroísmo que plagó el cristianismo moderno. Reconocer la historia violenta y dolorosa de esta idea; particularmente en lo que respecta al antiguo Egipto, es un preámbulo importante para hablar sobre esta.