“No tengo idea de quién es esa mujer”, pensó Gee. Se sintió cayendo en una especie de abismo cognitivo.
“¿Recuerdas? Nuestros hijos fueron juntos a la escuela”, dijo la mujer. “¿Los cuidábamos en el patio juntas?”. La mente de Gee se quedó en blanco. Comenzó a entrar en pánico.
“Intenté actuar como si supiera quién era, se molestó y me fui de la tienda”, dijo, al recordar el escenario años después. “Fue horrible, simplemente aterrador”.
La interacción dolorosa fue el primer signo de la enfermedad de Alzheimer de Gee en su primera etapa, que las pruebas genéticas y escaneos cerebrales confirmaron posteriormente.
Sus fallas de memoria aumentaban: Gee se encontraría, durante algunos segundos a la vez, olvidando donde estaba mientras conducía por caminos familiares. Se alejaría de pláticas con su esposo a la mitad de la oración. Leía y no podía relatar, momentos después, un poco de lo que acababa de leer.
La idea de un descenso largo y doloroso al alzhéimer era demasiado difícil de soportar. El temor inicial de Gee después de su diagnóstico se convirtió en desesperanza.
“Consideré el suicidio de verdad”, dijo.
La esperanza de un diagnóstico irremediable
La enfermedad de Alzheimer afecta a cinco millones de estadounidenses. Es la sexta causa de muerte en Estados Unidos y no hay cura.
En México dos millones de personas padecen esta enfermedad, según un estudio realizado del Laboratorio de Investigación Sociomédica del Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía (INNN).
Sin embargo, un pequeño estudio de UCLA ofrece un rayo de esperanza para aquellos con lo que a menudo es un diagnóstico irremediable. Nueve de los 10 pacientes involucrados en el estudio, quienes estaban en etapas diferentes de demencia, dicen que sus síntomas fueron revertidos después de participar en un programa riguroso.
El programa incluía cosas como optimizar los niveles de vitamina D en la sangre utilizar suplementos para cerrar conexiones rotas en el cerebro, optimizar la salud intestinal y ayunos estratégicos para normalizar los niveles de insulina.
Unos meses después de comenzar el programa extremo, los pacientes en el estudio, de 55 a 75 años de edad, se percataron de que su cognición mejoró o regresó a lo normal. Solo un paciente, una mujer de 60 años que estaba en las últimas etapas de demencia cuando comenzó el programa, continuó empeorando.
Los resultados, publicados este otoño en la revista Aging, respaldan la idea de que abordar los muchos factores que contribuyen a la enfermedad de Alzheimer como grupo, en lugar de una a la vez, podría revertir potencialmente la progresión temprana de la enfermedad, dijo el autor del estudio, el médico Dale Bredesen, director del Centro Mary S. Easton para la Investigación de la Enfermedad de Alzheimer en UCLA.
Esos factores incluyen 36 deficiencias potenciales, desequilibrios y fuentes de inflamación.
“Cada una de estas cosas contribuye a una pieza pequeña del rompecabezas”, dijo Bredesen. “Es como un techo con 36 agujeros en este. Algunas personas tienen un gran agujero en, digamos, el ejercicio, y quizá uno más pequeño en otra área”.
Los 10 pacientes en el estudio piloto se sometieron a varias pruebas, incluida una extracción de sangre y escaneos del cerebro, y tuvieron evaluaciones neuropsicológicas. Bredesen dijo que la mayoría de los participantes del estudio tenían entre 10 y 24 problemas que necesitaban corrección.
El efecto de enfocarse en tantos objetivos a la vez va en contra de lo que Bredesen dijo es una noción prevalente; y defectuosa de identificar objetivos individuales para tratar una enfermedad causada por muchos factores.
“Las farmacéuticas tienden a sacar un parche realmente bueno para un agujero”, dijo Bredesen, fundador y CEO del Instituto Buck. “No es una sorpresa que no funcionen”.
Peter, un paciente en el estudio piloto de Bredesen, tenía 69 años y luchaba con la pérdida progresiva de memoria durante 11 años cuando comenzó el programa.
Alrededor de los 58 años, el profesional médico que normalmente era brillante e imperturbable, perdía su capacidad de reconocer rostros. Una capacidad de añadir rápidamente columnas de números lo eludía. Estaba en la mitad de un libro cuando se daba cuenta de que ya lo había leído.
“Un día fui a mi casillero en el gimnasio y no podía recordar la combinación”, dijo Peter. “Me quedé parado allí, lo intenté recordar y no podía. Finalmente, lo tuve que cortar”.
Aproximadamente un año después, Peter tuvo una revisión en el cerebro que indicaba un patrón de daño consistente con la enfermedad de Alzheimer.
“Pensé, ‘demonios, voy a perder mi licencia de conductor en dos o tres años. Seré una carga en cinco’”, dijo.
Durante años, escondió sus síntomas lo mejor que pudo mientras se preparaba mentalmente para su inevitable caída. Para cuando fue introducido al programa de Bredesen el año pasado, consideraba dejar de trabajar.
El estudio resalta algunos de los cambios que Peter implementó: eliminar carbohidratos sencillos y alimentos procesados de su dieta; tomar antibióticos y aceite de coco; ejercitarse rigurosamente y dormir lo más cerca de ocho horas que pudiera. Añadió hierbas y un conjunto de suplementos a su dieta, junto con varios otros cambios.
Entre cuatro y seis meses después, dijo, su agudeza con los números y rostros regresó. Y, a los 71 años, continúa trabajando.
“Diría que estoy en una mejor forma ahora, en todo sentido, de lo que estaba hace algunos años”, dijo Peter. “Creo que estoy casi tan bien como había estado”.
Pero estudios anecdóticos como este están lejos de ser generalizables, y se deben realizar estudios más grandes para probar si el programa funcionará para más que una cantidad escasa de personas en este estudio.
Estos resultados deben interpretarse con mucho cuidado, principalmente debido al pequeño grupo de estudio; y debido a que los participantes tuvieron un rango de diagnósticos, lo que resultó en intervenciones diferentes. James Hendrix de Iniciativas Globales de Ciencia en la Asociación de Alzheimer, lo explicó en un comunicado por correo electrónico.
“Fuera de un escenario supervisado de investigación, nadie debería adoptar ideas específicas para intentar mejorar su memoria y pensamiento o la de un ser querido”, dijo. “Simplemente no sabemos cuál sería el efecto”.
El colmo
No mucho después de que sus problemas de memoria comenzaran, Gee descubrió que tiene dos copias del alelo APOE-4. Puesto de forma sencilla, este gen impide la capacidad de su cerebro de sanarse, lo que aumenta dramáticamente su riesgo para desarrollar la enfermedad de Alzheimer.
Era el colmo.
Gee comenzó a leer estudios, reunir información y a implementar cualquier cambio de estilo de vida que pudiera retrasar su enfermedad. Posteriormente, dijo, buscó ayuda de un conocido neurólogo, el médico David Perlmutter, quien la ayudó a refinar esos cambios.
Resulta que, el consejo de Perlmutter se parecía en muchas formas al programa de Bredesen.
Gee comenzó a añadir aceite de pescado y otros suplementos a su régimen diario. En varios estudios, las personas que tomaron los suplementos salieron mejor en pruebas de memoria y tenían cerebros más grandes.
También comenzó a meditar dos veces al día y a dormir entre siete y ocho horas cada noche; un sueño adecuado y ejercicio mejoraron el flujo sanguíneo del cerebro e instiga la generación de neuronas.
La terapia de reemplazo de hormonas es recetada para mujeres que tienen un desequilibrio hormonal que podía afectar la función del cerebro, así que Gee comenzó eso también.
Ayuna durante más de 12 horas entre la cena y el desayuno del día siguiente, asegurándose que haya al menos tres horas entre la cena y la hora de dormir. La idea detrás del ayuno, dijo Bredesen, es que con el descanso el cuerpo comienza un proceso llamado autofagia, que puede ayudar a destruir la amiloide-beta, una proteína problemática que se acumula en los cerebros de los pacientes con alzhéimer.
Gee también cortó los alimentos procesados de su dieta, incluido el azúcar, granos y otros almidones, debido a que pueden suscitar la inflamación en el cerebro. Su regla de oro: “No compro ningún alimento empaquetado, en caja o enlatado”.
Una cena normal para ella incluye en su mayoría vegetales orgánicos crudos rociados con aceite de oliva extra virgen y pescado fresco. Ocasionalmente reemplaza el pescado con carnes magras alimentadas con pasto. Integra alimentos más fermentados en su dieta; la investigación comienza a correlacionar la salud intestinal con la salud cerebral.
“Pieza por pieza seguía el protocolo”, dijo. “Mi agudeza mental mejoró mientras más (elementos del programa) hacía”.
La revisión que Gee y otros hicieron marearía a la mayoría de las personas, pero Gee dijo que tuvo el efecto contrario de simplificar su vida. Dijo que cortar tantos alimentos procesados y otros inflamatorios es liberador.
Después de unos meses de comenzar el protocolo dijo que experimentó un cambio cognitivo dramático. Gee se encontraba en el percentil 30 de un sitio web de entrenamiento cerebral en línea antes del programa. Meses después, salía por encima del percentil 90.
“Antes de este protocolo, la noción era que ibas a morir con esta enfermedad”, dijo Gee, quien comenzó un sitio web para ofrecer apoyo y esperanza a otros en la misma situación genética. “Había una falta de especificaciones sobre qué hacer. Ahora tenemos este protocolo preventivo”.
Hendrix, con la Asociación de Alzheimer, dijo que un elemento sano del estudio de Bredesen, debido a la complejidad del alzhéimer, es enfocarse en abordar múltiples factores de riesgo. Cita como ejemplo una prueba clínica de dos años de 1,200 personas en Finlandia. Los resultados de este fueron presentados a principios de este año en la Conferencia Internacional de la Asociación de Alzheimer.
Entre los participantes del estudio que se sometían a cambios nutricionales, actividad física, entrenamiento cerebral, actividades sociales y administración de factores de riesgo para problemas del corazón, el rendimiento cognitivo mejoró.
Bredesen destaca que identificar al culpable de los primeros síntomas de alzhéimer debe basarse en los déficits y desequilibrios específicos de un paciente.
Dijo que continuará probando su protocolo en pacientes en las primeras etapas; incluidos miembros de un grupo en línea de APOE-4 de Gee; para encontrar la etapa ideal de deterioro cognitivo para introducir su programa y cuánto tiempo puede sostenerse la larga mejora.
“Ahora vemos lo que causa la enfermedad para tener un gran impacto en esto”, dijo Bredesen, quien añadió que muchos elementos de su programa podrían implementarse en personas sin síntomas como una estrategia de prevención.
“Si no te deterioras, es una buena idea hacer lo que nuestras madres nos dijeron: hacer ejercicio, dormir bien, mantener bajo el estrés y no comer comida chatarra”.
Espera que normalizar a los pacientes en la primera etapa del alzhéimer pueda ofrecer cognitivamente una mejor plataforma sobre la cual probar terapias futuras basadas en medicamentos.
“Un medicamento ‘de una sola bala’ no funciona con 36 agujeros en el techo”, dijo Bredesen. “El argumento es que quizás necesitas parchar algunos de esos agujeros antes de probar otro medicamento”.
Todos los participantes en esta historia utilizaron seudónimos para proteger sus identidades. Sus historias y síntomas fueron validados por el autor del estudio.