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Por John D. Sutter

Nota del editor: John D. Sutter es columnista de CNN Opinion y creador del proyecto Change the List de CNN. Síguelo en Twitter, Facebook oInstagram. Escríbele un correo electrónico a ctl@cnn.com.

(CNN) — ¿Quién es Santa Claus? En serio.

Esa es la pregunta central del nuevo documental I Am Santa Claus (yo soy Santa Claus), en el que se sigue fuera de la temporada navideña a cinco personas que hacen de Santa Claus.

La respuesta literal que la cinta ofrece es que Santa Claus es cualquier persona que pueda portar la barba obligatoria y aportar un poco de alegría navideña.

Los imitadores de Santa a los que los cineastas siguen son pobres y ricos, borrachos y gordos, amables y desagradables, tristes y dulces. Uno huele a galletas (es loción). Otro vive en un estacionamiento para remolques en el centro de Michigan, Estados Unidos. Otro fue luchador profesional: solía usar una máscara de cuero y se hacía llamar Mankind mientras fingía golpear a otros hombres que vestían prendas de Spandex ante las cámaras de la televisión estadounidense.

Ah, por cierto, uno de ellos es gay.

Sip. Un Santa Claus gay.

Es hora de que haya una oferta de horquetas en Hobby Lobby, ¿no?

Tal vez no. La campaña contra un Santa Claus gay procedente de Texas que se esperaba hace cinco años (“¿sentado en su regazo?”) no se ha materializado o no tiene más bases que lo que el director de la cinta, Tommy Avallone, llama “la policía de Santa”, es decir, los imitadores que tienen estándares arbitrariamente estrictos sobre lo que Santa Claus puede o no ser dentro o fuera del trineo.

Tal vez esa sea la razón por la que el documental no esté llamando tanto la atención en el país por el momento.

Tal vez se deba a que cada vez es más difícil ser abiertamente homófobo.

Tal vez, con suerte, se deba a que es la temporada navideña de 2014. Se reporta que las ventas del Black Friday cayeron en un 11%. Hay ataques aéreos en Siria. Sin embargo, los Santa Claus gay son totalmente inofensivos.

Aleluya por eso.

Nadie (de las personas a las que he visto) está ocupado confundiendo a los hombres gay con los pedófilos. Pocos cuestionan que los hombres gay tengan un sitio en una tradición altamente comercial y cuasirreligiosa. Nadie corre a despedir a Santa a causa de su orientación sexual.

Todos esos argumentos suenan tan trillados actualmente que están a punto de ser irrelevantes.

Ciertamente se pueden encontrar en internet comentarios profundamente homófobos sobre I Am Santa Claus (cuyo productor ejecutivo es Morgan Spurlock, quien tiene un programa en CNN). Simplemente diríjanse a la sección de comentarios de YouTube, la fosa séptica de la humanidad digital, y encontrarán gente por cuyos dedos fluye el auténtico espíritu navideño mientras teclean frases como: “así que Santa Pu** debutó en cine. ¡Qué desgracia! Como sociedad nos hemos vuelto DEMASIADO condescendientes con los estilos de vida inmorales”.

Mick Foley, el exluchador profesional que personifica a uno de los Santas de la cinta, me dijo que tuvo que dejar por un rato los foros de comentarios para Santa (sí, existen) y Facebook por lo que percibió como una campaña homófoba contra la cinta. “Cualquier persona que manifestó indignación o sorpresa (y había muchas personas que manifestaron indignación, sorpresa y una profunda inquietud) probablemente esté preocupada porque se reveló que hay un Santa Claus gay y por lo que eso podría significar para su comunidad”, dijo.

No obstante, el documental recibió una calificación de tres estrellas y media (de cinco posibles) en Netflix. Uno de los críticos (Iann Robinson, del sitio CraveOnline) escribió que se sentó “a ver la cinta como si fuera Scrooge y a final de cuentas me derretí y me volví Ebenezer”.

Si buscas en las redes sociales, encontrarás cosas como este tuit: “El Santa Claus gay de I Am Santa Claus es mi nueva persona favorita”.

Eso me alienta y estoy de acuerdo.

El nombre del Santa Claus gay es Jim Stevenson. Tiene setenta y tantos años y es de Texas. La barba le llega a los pezones; ama ser Santa porque no tiene hijos y le da la oportunidad de contribuir.

“Personalmente nunca he tenido un problema con una persona heterosexual por ser gay y por ser Santa”, dice en la cinta. “Nunca me han reprendido por eso. Nunca me han cuestionado. Yo nunca… nunca ha surgido el tema”.

En el documental se ve a Stevenson besando a su novio en un carrusel, vendiendo antigüedades en una tienda en Texas y posando para unas fotos en ropa interior (a eso se dedica, aparentemente). Otro de los Santa Claus que figura brevemente en la cinta es un swinger que acude a clubes sexuales. Sí, la idea de que Santa tenga relaciones sexuales (con cualquier persona) es extraña. Pero ¿acaso lo incapacita para esparcir la alegría navideña?

No debería.

(Recordatorio para todos los niños del público: son imitadores, actores que hacen de Santa, no el verdadero Santa).

En una de las escenas, dos de los Santa Claus heterosexuales analizan los límites para ser un imitador aceptable de Santa. En mi opinión, dentro de esos límites se debería incluir prácticamente a cualquiera que no sea delincuente (cualquier persona que no sea un peligro para los niños). Foley, el ex luchador profesional, dijo esencialmente lo mismo. “Creo que ha habido mujeres que imitan a Santa. Me gradué de la escuela de Santa Claus con un Santa judío muy bueno, quien dice: ‘¿quién más podría trabajar el Día de Navidad?’”.

Según la televisora estadounidense NBC News, esta semana despidieron a un Santa Claus entrañable en Alemania, posiblemente porque era mayor de 70 años. Ya circula en internet una petición para que lo reinstalen.

Tengo la impresión de que pasaría lo mismo si despidieran al Santa Claus gay aquí en Estados Unidos, aunque las leyes de la mayoría de los estados no protegerían su derecho a que no lo despidan por ser gay.

El requisito más importante para ser Santa, como lo establecen los estatutos de la Orden Fraternal de Santa Claus con Barba Real, es que los imitadores “se empeñen en fomentar el respeto al Espíritu de la Navidad y el respeto a todos los niños, sin importar la raza, las creencias o la denominación religiosa”.

Eso me parece lógico, igual que la revisión obligatoria de antecedentes.

De otra forma, estamos en 2014. Santa Claus puede ser gay.

¿No estás de acuerdo? Es hora de superarlo.