Estela Bueno en Camagüey, Cuba, en 1952. Fue una de las niñas que llegó a EU mediante la operación Pedro Pan (Familia Bueno/Cortesía).

(CNN) -— Cuando Raúl Moas viajó por primera vez a Cuba se sumergió profundamente en el abismo generacional entre cubano-estadounidenses, que ahora forma parte de la política que hay detrás de la renovación histórica de vínculos entre Estados Unidos y la isla anunciada en diciembre.

Nacido y criado en Miami, Moas, de 26 años, descubrió que su viaje a la tierra ancestral en 2011 todavía es un tabú entre sus padres y abuelos, forzados a huir de Cuba durante la revolución comunista en la década de 1960.

Esa generación hizo un pacto de sangre para nunca regresar a la isla mientras los hermanos Fidel y Raúl Castro continuaran con su mandato comunista. Han pasado 55 años y contando.

Así que cuando Moas le dijo a su familia sobre su visita a Cuba, la mayoría de sus familiares se quedó en silencio.

“Cuando regresé y lo discutí; ‘oye, sorpresa, ¡fui a Cuba!’, mi abuela materna estaba feliz, pero muchos otros de mi familia estaban enojados y dijeron gracias, y salieron de la sala”, recordó Moas.

“Incluso dentro de mi propia familia, hay tensión. Hay un microcosmo de lo que pasa en la comunidad cubano-estadounidense”, dijo Moas.

Durante décadas, los cubano-estadounidenses era una voz casi monolítica para condenar el régimen de Castro y alentar las políticas estadounidenses que castigaron y aislaron a Cuba.

Ahora, medio siglo después, se les atribuye a los nietos e hijos de aquellos exiliados que perdieron todo con la revolución comunista infundir nuevos puntos de vista entre la comunidad cubano-estadounidense, algunos de los cuales hubieran sido aplastados por líderes comunistas hace una generación.

Una comunidad dividida

De hecho, los cubano-estadounidenses están divididos por el anuncio del presidente Barack Obama de normalizar las relaciones con Cuba, según una nueva encuesta del Miami Herald, del Tampa Bay Times y la encuesta de Bendixen & Amandi International.

La brecha es evidente ya que casi el doble de los cubano-estadounidenses nacidos en Estados Unidos está de acuerdo con Obama en comparación con los cubano-estadounidenses nacidos en Cuba, según la encuesta, tomada inmediatamente después del anuncio de Obama.

En efecto, ahora hay dos comunidades cubano-estadounidenses, dijo Fernand Amandi, socio administrador de la empresa de encuestas.

En la encuesta se encontró que el 67% de aquellos con 65 años o más no estaban de acuerdo con la normalización de relaciones de Obama, pero el 52% de los cubano-estadounidenses menores de 65 años la respaldaba.

“Hay una tremenda división generacional”, dijo Amandi, quien encuesta a la comunidad desde hace 30 años.

Ataques pasados a la disidencia

No fue hace mucho que la comunidad apoyó sólidamente las sanciones de Estados Unidos contra Cuba, para bien o para mal.

De hecho, la condena de cualquier contacto con Cuba fue alguna vez tan fuerte que Americans Watch expresó alarma en un reporte de 1992 y documentó una letanía de “ataques a la libertad de expresión en la comunidad de exiliados de Miami”. Esos ataques fueron contra los disidentes de la línea contra Cuba liderada por los Castro”.

La llegada de una nueva generación o dos hizo que la comunidad viera diferentes puntos de vista sobre la política de Estados Unidos.

“Durante algún tiempo, las encuestas nos han dicho que las recientes llegadas de Cuba; aquellos que llegaron desde 1990, y aquellos que nacieron y fueron criados en Estados Unidos, favorecen la normalización de relaciones diplomáticas y de comercio con Cuba”, dijo María Cristina García, una profesora de Estudios Americanos en la Universidad Cornell en Estados Unidos.

“En cambio, aquellos que vivieron los años más traumáticos de la revolución cubana están más enojados, entendiblemente, sobre los nuevos desarrollos. El paso del tiempo no ha curado todas las heridas y recuerdos”, dijo García. “Creo que cualquier persona que experimentó trauma puede entender por qué esta generación mayor ve el anuncio como una especie de traición”.

Muchos en la generación más joven en el sur de Florida están listos para un cambio.

“Represento a una generación de cubanos que está muy interesada en el futuro de Cuba. Creemos que los mejores días para Cuba están por venir. Y creemos que al final, los cubanos necesitan dejar de ser piezas en un juego de ajedrez”, dijo George Davila.

Una generación mayor traicionada

Incluso en la capital cubano-estadounidense no oficial de Miami, una ligera mayoría ahora se opone a continuar con el embargo estadounidense de Cuba, y una gran mayoría está a favor de las relaciones diplomáticas y el levantamiento de las restricciones de viaje de Estados Unidos a la isla, según una encuesta de 2014 de la Universidad Internacional de Florida.

Los cubano-estadounidenses más jóvenes respaldan estos cambios en mayores cantidades que las generaciones mayores, según el estudio.

En contra de los antecedentes de opiniones cambiantes, Obama y el presidente de Cuba, Raúl Castro, anunciaron planes este mes para intercambiar embajadas y renovar vínculos diplomáticos por primera vez desde 1961.

Obama también aliviará partes del embargo estadounidense contra Cuba. Los dos países intercambiaron prisioneros en diciembre.

Aunque son históricos, los cambios difícilmente alivian las cicatrices psicológicas que muchos cubano-estadounidenses mayores tienen.

Entre aquellos más traumatizados por la revolución cubana están los 14,000 niños cubanos no acompañados llevados a Estados Unidos en una operación patrocinada por el propio país norteamericano llamada Pedro Pan, una referencia a Peter Pan. Los padres enviaron a sus hijos a tierra estadounidense por miedo a que el comunismo usurpara la autoridad parental.

Muchos niños fueron reunidos con sus padres en Estados Unidos, pero otros terminaron al cuidado de iglesias católicas, orfanatos, albergues y centros de delincuencia.

“No conocen la Cuba que conozco”

“Uno de los días más tristes de mi vida”. Así se refirió Estela Bueno, una de esos niños, quien ahora tiene 68 años, a la normalización de relaciones de Obama con Cuba

“Ver a mi gobierno que es Estados Unidos hacer algo así, no valora lo que dicen sobre la libertad de expresión y los derechos humanos”, dijo Bueno, quien tenía 15 años cuando la Operación Pedro Pan la sacó de la isla.

“La nueva generación no sufrió lo que nosotros sufrimos, no vio lo que vimos”, dijo Bueno.

“No saben cómo eran los Castro… es una opresión, y las nuevas generaciones no conocen eso y no conocen la Cuba que conozco, y para ellos es diferente, para ellos es un avance, pero eso no se compara con lo que vimos”.

Su esposo, Arturo, de 69 años, también llegó a Estados Unidos como uno de los Pedro Pan, a los 16 años.

La pareja, que se conoció en la universidad, vive en Torrance, California.

El anuncio de Obama fue “un insulto y una traición”, que incluye a esos cubanos que perecieron en el Estrecho de Florida lleno de tiburones sobre balsas y botes mientras huían de la isla, dijo.

“Me sorprendió completamente”, dijo Arturo Bueno. “Es una traición a la memoria de muchos cubanos que murieron y quienes murieron en el océano o que fueron asesinados solo porque no estaban de acuerdo con el gobierno comunista.

“Siempre creí que más pronto que tarde tendríamos un acuerdo, entre el gobierno estadounidense y Cuba, pero no con un gobierno bajo el mando de los hermanos Castro”, añadió.

Política presidencial

La ruptura ofrece un clima político para que Obama busque un cambio audaz, particularmente en el tercer estado más poblado de la nación, Florida, donde los cubano-estadounidenses son una influencia poderosa en las elecciones presidenciales, típicamente a favor de los republicanos, según analistas.

Pero incluso eso también cambia.

“El presidente Obama ganó a los cubanos en el sur de Florida en el último ciclo en 2012, por muy poco, pero lo hizo. Así que hay una gran división generacional en esa comunidad. Y esa es una de las razones por las que siente que puede hacer este cálculo sin arruinar que los demócratas avancen en Florida”, dijo John Avlon, un analista político y editor en jefe de The Daily Beast.

Como otros cubano-estadounidenses con padres de la isla, Felice Gorordo, de Miami, trata ligeramente el tema cuando habla sobre Cuba con parientes mayores.

El padre de Gorordo dejó Cuba en 1961 como uno de los Pedro Pan. La madre de Gorordo dejó Cuba en la década de 1970 cuando era adolescente.

En 2002, Gorordo, quien tenía 19 años, decidió visitar Cuba y ver a los parientes que sus padres dejaron atrás.

“Mis abuelos estaban muy en contra de esto y también mis padres”, dijo Gorordo, quien ahora tiene 31 años y dirige un emprendimiento que ofrece servicio de presentación de impuestos a inmigrantes.

“Tienes que reconocer que hay mucho dolor en esta comunidad, y es real y no puedes negarlo o cubrirlo”, añadió Gorordo. “Pero al mismo tiempo, hay un sentimiento entre jóvenes cubano-estadounidenses e incluso entre los mayores de que esta podría ser una oportunidad para llevar el cambio que esperábamos a Cuba”.

Ese tipo de cambio exige una democracia en la ahora comunista Cuba. Es una visión que Fidel y Raúl Castro ciertamente no comparten o no permitirán.

Gorordo, Moas y una red de 5.000 estudiantes estadounidenses en 50 universidades buscan el cambio en Cuba al darles a sus contemporáneos en la isla mucha tecnología.

Envían laptops, unidades flash, tabletas y teléfonos para que los cubanos puedan mejorar sus vidas y amplificar sus voces en “la última dictadura del Hemisferio Occidental”, según el sitio web para el grupo estudiantil estadounidense llamado Roots of Hope, o Raíces de Esperanza, con base en Miami Beach, Florida. Moas es director ejecutivo y Gorordo un cofundador.

Las donaciones del grupo se alinean con cómo Obama permite la exportación de más telecomunicaciones estadounidenses y equipo de internet a Cuba, donde solo el 5% de la población disfruta acceso sin filtros a la web.

Los descendientes revolucionarios usan el beisbol

Un miembro del grupo, el cubano-estadounidense Luke Salas, buscó el cambio al intentar convertirse en el primer estadounidense en jugar beisbol en la liga profesional de Cuba desde 1961.

Salas, de 30 años, se negó a declarar cómo su búsqueda de 2011-2012 en Cuba terminó, pero hizo una película sobre esto, Cuban Dream.

“Como podrás imaginarte se hizo política”, dijo Salas. “El Departamento de Estado me llamó y cuestionó mis motivos y me amenazó con llevarme a la cárcel si seguía yendo allá y jugaba beisbol. La parte cubana no sabía qué hacer conmigo.

“Para mí, no hay mayor plataforma para que los cubanos y estadounidenses se junten que el beisbol, porque es un amor en común y un pasatiempo nacional”.

El tátaratío de Salas, César Salas, era un hombre de confianza del héroe nacional cubano José Martí, un revolucionario que lideró el movimiento de independencia a finales de 1800.

Sin embargo, para 1960, los abuelos y el padre de Luke Salas huyeron de la isla para ir a Estados Unidos.

“Por supuesto, entiendo a mi abuela de 94 años que llora, y ya no es su tierra natal”, dijo Salas, quien nació y creció en Los Ángeles.

“Esta generación más joven, los millennial, estamos en una posición de ver esperanza y podemos ver a una generación más joven en Cuba que necesita ayuda”, dijo.

Nada cambiará
Los cubano-estadounidenses de una generación mayor, como Oscar Pichardo, de 63 años, de Redondo Beach, California, llaman a la iniciativa diplomática y de comercio de Obama con Cuba “un gran insulto y una cachetada”, dijo.

Pichardo recordó cómo sus padres lo enviaron a él y a otros a Estados Unidos cuando el régimen de Castro buscó reclutar a jóvenes en el ejército.

“Mis padres dejaron todo atrás, absolutamente todo”, dijo Pichardo, quien se reunió con sus padres en Estados Unidos un año después de que fuera llevado durante la Operación Pedro Pan.

Con su visión a largo plazo de Cuba, Pichardo sostiene que, al final, las medidas de Obama no cambiarán nada en Cuba.

Señaló como nada cambió en la isla después de que el difunto papa Juan Pablo II visitara Cuba en 1998 por invitación del entonces presidente Fidel Castro, quien ahora tiene 88 años.

El papa públicamente pidió libertad en lo que fue la primera visita papal en la historia cubana.

“Creo que en cinco años estaremos aquí y vamos a ver este día y decir que nada cambió”, dijo Pichardo. “Recuerda, las mismas promesas que (Raúl) Castro le dice a Obama, (Fidel Castro) se las dijo hace 15 o 20 años al papa, y nada cambió en los 20 años desde que el papa fue a Cuba.

“Así que la historia se repite”, afirmó Pichardo.