Por Sheena McKenzie, para CNN
(CNN) – ¿Qué es lo fascinante de las fotografías icónicas que cautivan nuestra imaginación mucho después de que el último tanque haya rodado en el Tiananmén, que el Titanic haya zarpado o que los astronautas del Apolo 11 dejarán huella a través de la luna?
Incluso si no estabas vivo en ese entonces, estas imágenes quedan impresas en nuestra memoria de la misma forma en que nos sentimos familiarizados con un álbum de fotos familiar.
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Así que cuando los artistas suizos Jojakim Cortis y Adrian Sonderegger comenzaron a recrear las fotos más famosas del mundo en modelos en miniatura, la presión era asegurar que cada mechón de nube, terrón de tierra e inclinación de la cabeza fuera fiel a su original.
“Todos conocen estas imágenes… representan un momento especial en la historia”, dijo Cortis, de 36 años de edad, quien además de crear escenas complejas de cartón y algodón, trabaja como fotógrafo de alta categoría para publicidad y revistas con Sonderegger, de 34 años de edad.
“Puedes dividir las imágenes icónicas en dos clases diferentes: están las que solo conocemos por libros porque son muy antiguas y luego están las más recientes, como las del 9/11, donde todos recuerdan lo que estaban haciendo en ese momento. Cuando la gente ve estas imágenes, los sentimientos son más personales”.
Haciendo historia
El ambicioso proyecto, llamado “Iconos”, comenzó con una broma sobre copiar una de las fotografías más valiosas del mundo… “Rhein II” de Andreas Gursky. Cuando fue subastada por 4,3 millones de dólares en el 2011, la aparentemente simple imagen del río Rin de Alemania era la fotografía más costosa alguna vez vendida.
Desde entonces, el dúo artístico ha recreado aproximadamente una docena de las imágenes más famosas durante los últimos tres años. Al darle vida a la fotografía del desastre del Hindenburg de 1937 por Sam Shere, columnas de algodón fueron dramáticamente iluminadas con una bombilla para emular el momento de la explosión.
La imagen de 1969 que Buzz Aldrin hizo de su propia huella en la luna requirió un poco más de ensayo y error para el ingenioso dúo, quienes inicialmente utilizaron arena y luego optaron por cemento, para lograr la textura lunar adecuada.
No es poca cosa
El modelo que requirió el trabajo más intenso de todos fue la fotografía “Tank Man” de 1989 por Stuart Franklin, una imagen que capturó el momento espeluznante en la que una figura solitaria obstruyó el camino de los tanques militares durante las protestas estudiantiles en la Plaza de Tiananmén.
“Compramos los tanques en eBay de China”, explicó Cortis. “Eran ese tipo de kits de modelos que teníamos que armar”.
“Tuvimos que armar alrededor de siete u ocho tanques; el primero fue muy divertido, el segundo era aceptable y los siguientes solo representaron un arduo trabajo”, dijo al referirse a la escena que les tomó dos semanas completar.
Captura de la humanidad
Sin embargo, por mucho, el objeto más difícil de imitar es la gente; por lo tanto, es por eso que, a menudo, a los modelos de Cortis y Sonderegger se les oculta el rostro. Facilidad de creación, más que apego emocional, ha sido hasta ahora el factor decisivo al momento de elegir una fotografía.
Dicho esto, los artistas siguen buscando a través de un sinnúmero de tiendas de juguetes en la misión que han emprendido para encontrar una figura con los mismos dedos de los pies del prisionero encapuchado en la imagen de Abu Ghraib de 2003.
Mientras tanto, el secuestrador con pasamontañas representado en la fotografía de Ludwig Wegmann en los Juegos Olímpicos de Múnich en 1972, fue creado con plastilina y medias de mujer.
Al igual que una casa de muñecas o un barco dentro de una botella, quizá parte del encanto de estos modelos es que la maravilla de objetos del mundo real se reduce al tamaño de la palma de tu mano.
“Todas estas cosas pequeñas, creo que a todos les gusta”, coincidió Cortis. “Quizás es como recordar la infancia cuando jugabas con pequeñas cosas”.
Pasado oscuro
El par acaba de terminar de hacer una versión en miniatura del asesinato del presidente estadounidense John Kennedy en Dallas, el cual ocurrió en 1963, y Cortis no sabe explicar la razón por la que muchas de nuestras fotografías más conocidas también son algunas de las más oscuras de la humanidad.
“No es que hubiéramos pensado recrear imágenes negativas. Sin embargo, creo que simplemente hay más imágenes icónicas negativas que positivas”, dijo.
“Pero hay esperanza. La historia continúa. Y el proyecto aún no ha terminado”.