(CNN) — La simple petición de una lata de refresco sin abrir en un vuelo de United Airlines dejó llorando a Tahera Ahmad.
Ahmad, de 31 años, capellán y directora de compromiso interreligioso en la Universidad Northwestern, volaba el viernes de Chicago hacia Washington para dar una conferencia de promoción al diálogo entre las juventudes israelíes y palestinas. Utilizaba un hiyab
El hiyab es un pañuelo que las mujeres musulmanas utilizan para cubrir sus cabellos y, a veces, su cuello.
Dijo que por razones de higiene, pidió una lata de refresco sin abrir.
Una asistente de vuelo le dijo que no podía dársela, pero le entregó una lata de cerveza cerrada a un hombre sentado cerca de ella. Ahmad le preguntó el motivo a la azafata.
“No estamos autorizados a darle latas sin abrir a la gente porque pueden utilizarla como arma en un avión”, recuerda que le contestó la sobrecargo.
Cuando Ahmad le dijo a la trabajadora que la estaba discriminando, ella abruptamente abrió la lata de cerveza.
“Es para que usted no la utilice como un arma”, contestó la azafata a Ahmad.
Impactada, preguntó a otros pasajeros si vieron lo que había ocurrido.
Un hombre sentado del otro lado del pasillo se volteó hacia ella y gritó: “Tú, musulmana, necesitas callarte”.
“¿Qué?”
El hombre se acercó, la vio a los ojos y dijo: “Sí, sabes que la utilizarás como un arma. Así que cállate”, dijo Ahmad.
“Sentí el odio en su voz y en sus ojos iracundos”, publicó Ahmad en Facebook mientras el avión todavía volaba. “No puedo evitar llorar porque pensé que las personas me defenderían y levantarían la voz. Algunos solo movieron la cabeza como gesto de desaprobación”.
Tras la publicación de Ahmad, las redes sociales la apoyaron con el hashtag #unitedforTahera (unidos por Tahera). Algunos llamaron a boicotear a United Airlines.
Suhaib Webb, un prominente imán musulmán en Estados Unidos tuiteó: “Les pido a todos hacerle saber a United Airlines que están enfadados por la intolerancia”. También colocó una fotografía de una lata de Coca Cola de dieta con el hashtag #unitedforTahera.
El vocero de United Airlines, Charles Hobart, dijo que la aerolínea “apoya la diversidad y la inclusión”.
“Ni nosotros ni nuestros socios discriminamos a nuestros empleados o clientes”, dijo en un comunicado. “Estamos buscando directamente a la señorita Ahmad para entender mejor lo que ocurrió durante el vuelo”.
“También discutimos el incidente descrito por la señorita Ahmad con Shuttle America, nuestro socio regional a cargo del vuelo. Esperamos hablar con la señorita Ahmad y tener la oportunidad de recibirla nuevamente”.
Ahmad, quien es viajera frecuente de la aerolínea en clase premier, dijo que el sábado nadie se había contactado con ella.
“No lo hago por ir contra United Airlines. Esto es sobre la intolerancia y el racismo; nuestro país está pasando por un momento muy difícil ahora mismo. El doctor Martin Luther King Jr. y muchos otros trabajaron muy duro”, dijo Ahmad antes de ponerse a llorar.
“Ellos lucharon mucho para que los estadounidenses no nos maltratáramos unos a otros por cuestiones de color, piel, religión o etnia, pero creo que seguimos en ese camino”.
La aeromoza y el piloto se disculparon posteriormente, dijo.
“Ella dijo que está trabajando en su comportamiento y que el hombre (sentado del otro lado del pasillo) no debió decir nada”, recordó Ahmad.
La capellán fue reconocida el año pasado en la Casa Blanca como “una líder musulmana en Estados Unidos” durante el Mes de la Historia de las mujeres, de acuerdo con la Universidad Northwestern. Previamente asistió a una cena de Ramadán organizada por el presidente Barack Obama.
En 2013, Ahmad despertó polémica entre los musulmanes conservadores cuando se convirtió en la primera mujer en recitar el Corán durante la convención la Sociedad islámica estadounidense, en Washington.
Ahmad nació en India y creció en Morton Grove, Illinois. Dice que ha sido golpeada y, en ocasiones, grupos de islamófobos le han arrancado el hiyab desde septiembre de 2001.
“En ese momento fui tratada como una amenaza para todos a mi alrededor; me dijeron que podía usar la lata de Coca Cola como un arma”, comentó. “Y nadie dijo nada”.