Peter Bergen es el analista de seguridad nacional de CNN, vicepresidente de New America y profesor de práctica en la Universidad Estatal de Arizona. Él es el autor de “Manhunt: The Ten-Year Search for bin Laden - From 9/11 to Abbottabad”.
(CNN) – Los funcionarios estadounidenses de contraterrorismo han tenido mucho que celebrar en días recientes: el asesinato del comandante de ISIS, Abu Sayyaf en Siria y el tesoro de información que las fuerzas especiales estadounidenses recuperaron de su residencia; la muerte del líder de una rama de al Qaeda en Yemen, Nasir al-Wuhayshi, en un ataque con drones, y la posible muerte en Libia de Mokhtar Belmokhtar, el líder de un virulento grupo yihadista del Norte de África.
Sin embargo, el liderazgo de estos grupos generalmente es reemplazable. Considera el caso de Abu Musab al-Zarqawi, quien fue el brutal líder de al Qaeda en Iraq, la organización matriz de ISIS, hasta que fue asesinado en un ataque aéreo estadounidense en Iraq en 2006.
Desde entonces, varios líderes del grupo de al-Zarqawi han sido asesinados, pero eso no impidió que ISIS se convirtiera en ISIS, un grupo que hoy en día controla a millones de personas y ocupa un territorio en Siria e Iraq que es aproximadamente del tamaño del Reino Unido.
Sin duda, cualquier campaña contra el terrorismo que elimina a tantos líderes de un grupo puede tener un impacto real; el grupo central de al Qaeda en Paquistán es una sombra de lo que una vez fue, en parte, debido a una campaña mortal de ataques con drones de la CIA que eliminó a muchos de sus líderes y directores de nivel medio.
Sin embargo, si nos alejamos para ver el panorama completo, desde Libia en la costa norte de África hasta Yemen en el extremo sur de la Península Árabe, los espacios en los que los grupos militantes yihadistas pueden operar se han abierto en gran parte como resultado de la promesa temprana en relación a que la Primavera Árabe se convirtiera en la sombría realidad del invierno árabe. Las condiciones caóticas que se produjeron como resultado y los estados debilitados han sido una gran ayuda para ISIS, al igual que para al Qaeda y sus afiliadas:
- En Yemen, al Qaeda ha tomado ventaja del derrocamiento del gobierno de Hadi, respaldado por Estados Unidos, para tomar control de grandes secciones del sur de Yemen, entre ellas la quinta ciudad más grande del país, Mukalla.
- En Libia, grupos yihadistas como ISIS controlan más o menos una décima parte del país, según un alto funcionario del gobierno estadounidense.
- En Siria, la afiliada local de al Qaeda, el Frente Nusra, junto a ISIS, ahora son los grupos más poderosos que luchan contra el régimen del presidente sirio Bachar al Asad, y cada uno controla grandes secciones del país.
- En Iraq, ISIS controla la segunda ciudad más grande, Mosul, y gran parte de la provincia de Anbar, la cual representa más o menos un tercio de la masa continental del país.
Qué hacer respecto a todo esto es un misterio porque gran parte de Oriente Medio está bajo el control de una guerra civil sectaria y regional fomentada por Iraq y los estados del Golfo y se está convirtiendo en un problema al estilo del cubo de Rubik que no tiene una buena solución, porque cuando mueves una pieza del cubo, puede crear tanto soluciones como un nuevo conjunto de problemas simultáneamente.
De esta forma puedes ver qué tan complejo es este cubo de Rubik: considera que Estados Unidos está entrenando a las fuerzas sirias de la oposición para combatir el régimen de Bachar al-Asad respaldado por Irán, mientras también entrena a las fuerzas iraquíes del gobierno iraquí respaldado por Irán para luchar en contra de ISIS. Por lo tanto, Estados Unidos efectivamente está apoyando a ambos lados de las guerras en Siria e Iraq.
Por supuesto, describir problemas siempre es mucho más fácil que resolverlos, pero estas son algunas ideas que podrían ayudar a que Estados Unidos logre sus objetivos estratégicos en Oriente Medio: desmantelar a ISIS y a al Qaeda y evitar una guerra civil regional y sectaria de larga trayectoria.
Restringir el flujo de combatientes extranjeros
ISIS está sufriendo más o menos 1.000 bajas al mes en ataques aéreos liderados por Estados Unidos; sin embargo, también está reclutando a aproximadamente 1.000 “combatientes extranjeros” del mundo musulmán todos los meses, así que la campaña militar en contra de ISIS es más o menos un empate.
Estados Unidos debería poner presión sobre los países de Oriente Medio, los cuales proporcionan la mayor cantidad de combatientes a los conflictos sirios e iraquíes, a fin de reducir el flujo de sus ciudadanos que viajan a Siria e Iraq. Arabia Saudita ya ha hecho algunos avances en esa dirección, pero esto también debería ser una prioridad de otros gobiernos árabes.
Dejar que los soldados estadounidenses avancen
El número exacto de tropas estadounidenses en Iraq no es el tema relevante ahora mismo. Son las reglas de compromiso restrictivas que han sido impuestas sobre ellos las que les impiden salir de los confines de las bases a las que han sido asignados. Lo que se necesita son reglas de compromiso que permitan que Estados Unidos envíe controladores aéreos que hagan un llamado a ataques aéreos precisos, al igual que asesores de Estados Unidos que trabajen con las tropas iraquíes en los frentes. No solo ayudará esto a llevar a cabo ataques aéreos más precisos contra posiciones de ISIS, sino las tropas iraquíes que cuenten con estadounidenses tendrán una mejor asesoría militar, y el consuelo de saber que recibirán un apoyo aéreo cercano estadounidense si ISIS los amenaza. Ese no es el caso ahora mismo.
Intensificar la campaña aérea en Siria e Iraq
Uno de los expertos del mundo sobre contrainsurgencia, el miembro de New America, David Kilcullen, sugiere aumentar el ritmo de la campaña aérea. Kilcullen señala que el índice promedio de los ataques aéreos de la coalición desde agosto del año pasado en Siria e Iraq es de más o menos 10 al día, mientras en la campaña aérea exitosa en contra de los serbios en Kosovo en 1999, era de alrededor de 250 al día, lo que sugiere que la coalición liderada por Estados Unidos aún puede aumentar significativamente la presión sobre ISIS.
Resistir a los llamados para dividir a Iraq en Sunistán, Chiíestán y Kurdistán
Iraq es un país en el que muchos de sus ciudadanos son productos de matrimonios entre chiitas y suníes y las ciudades como Mosul y Bagdad siguen siendo mezclas de muchos grupos étnicos y religiosos. Tratar de separar a Iraq en cantones sectarios y étnicos solo alimentará las pasiones sectarias en Iraq y en la región. El modelo a evitar, aunque a una mayor escala, fue la desastrosa división de la India en 1947 en estados de mayoría musulmana e hindú, cuando 1 millón de personas perdieron la vida.
Si el acuerdo nuclear con Irán es formalizado, utilizarlo como influencia para hacer que al-Asad renuncie
Se podría utilizar la buena voluntad presentada por un acuerdo con Irán para que los iraníes presionen a su aliado cercano, al-Asad, para que renuncien, mientras se mantiene firme gran parte de su régimen. De esa forma, una coalición de alauitas, cristianos y otros partidarios del régimen tendrán la seguridad de que si al-Asad se va, ellos no tendrán que caer con él y tendrán cierta participación en algún tipo de acuerdo de paz, en lugar de luchar hasta la muerte.
Mantener la presión sobre los saudíes para que no reanuden su campaña aérea contraproducente en Yemen
Esa campaña tuvo el efecto de dividir aún más a un país que ya estaba dividido, lo cual ha beneficiado a al Qaeda.