(CNN) – Hace varios años, un equipo de empresarios islandeses soñaba con que los turistas no solo exploraran la superficie de los glaciares de Islandia, sino que de hecho lograran entrar dentro de uno ellos.
Cuatro años y 2,5 millones de dólares más tarde, la primera cueva de hielo artificial de Islandia ya está abierta para los visitantes.
Ubicada al oeste de Langjokull (glaciar grande) y a 1.260 metros sobre el nivel del mar, la cueva de hielo se extiende a una gran profundidad bajo tierra, dándoles a los visitantes la oportunidad de ver el hielo que se ha estado formando durante siglos.
Entrar en la cueva es intimidante al principio.
Los visitantes atan crampones en sus zapatos para desplazarse por el suelo resbaladizo y fangoso.
Los ojos necesitan adaptarse de la impactante superficie blanca brillante del glaciar a la tenue iluminación interior con luces LED.
Los cortes dentados en el hielo se tornan lisos y sus colores cambian conforme los visitantes alcanzan una mayor profundidad, pasando de un blanco nublado a impactantes azules profundos.
Encontrarás información sobre el retroceso de los glaciares de la isla alineada en varias secciones de la cueva, junto con bancos para sentarse y disfrutar del túnel.
Los visitantes pueden disfrutar vistas de enormes grietas, mientras deslizan sus dedos a lo largo de las paredes del túnel.
‘Un lugar máximo para bodas’
Un área especial de la cueva —al que los desarrolladores llamaron la “capilla” y que tiene bloques de hielo iluminados con luces LED que sostienen las vigas de madera— servirá como lugar para fiestas, bodas y conciertos, dice Sigurdur Skarphedinsson, el gerente general de Into the Glacier.
“Algunos podrían llamarlo el lugar supremo para bodas”.
La cueva de hielo, la cual consiste de túneles y cuevas que se extienden 500 metros en el hielo glacial sólido, es una hazaña impresionante y una que se debe conservar.
“Existen muchos desafíos cuando se trata de construir y ocuparse de una cueva de hielo en lo alto de una capa de hielo”, dice Skarphedinsson.
“El clima posiblemente es el factor más importante. Estamos lidiando con un clima extremo allí arriba”.
“Un día típico durante el invierno conlleva despejar la entrada todos los días. No existen indicios de que haya una entrada después de una tormenta de nieve”.
Es fácil olvidar que hay hielo en Islandia durante el verano.
Cada mes de junio, la pequeña isla noratlántica con una población de 325.000 habitantes se transforma de un paisaje blanco como la nieve y marrón oxidado a colores verdes exuberantes y amarillos vibrantes mientras que la hierba, el musgo y las plantas florecen después de un largo y oscuro invierno.
De hecho, el 11% del país está cubierto de hielo de varios glaciares.
Langjokull, el segundo glaciar más grande de la isla, fue elegido debido a su proximidad a Reikiavik. Este se encuentra a 130 kilómetros de Husafell, la ciudad donde se inicia el recorrido.
“Es muy accesible y no hay demasiadas grietas en la zona que elegimos”, dice Skarphedinsson.
De hecho, las grietas causan preocupación porque la nieve recién caída puede cubrir ligeramente las enormes brechas en el hielo, las cuales podrían dañar los vehículos.
Debido al peligro, el viaje a la cueva es una experiencia por sí sola.
Lanzador de misiles de crucero
Los invitados se suben a un camión monstruo personalizado de 20 toneladas diseñado para atravesar la suave nieve inclinada y el hielo rocoso del glaciar.
Uno de los guías, Arngrimur Hermannsson, explica que es necesario un vehículo especial para recorrer el desafiante paisaje.
“Contamos con un sistema de presión de neumáticos que permite que las llantas puedan desinflarse mientras conducimos”, dice Hermannsson. “Necesitamos hacer eso para poder desplazarnos sobre la nieve suave”.
Él se siente orgulloso de su camión, conocido como Ice Explorer, el cual tiene capacidad hasta para 45 pasajeros.
El camión fue adquirido de la OTAN, donde fue utilizado originalmente como un lanzador de misiles de crucero.
“Tuve que firmar un contrato en el que aseguraba que yo sería el último propietario del vehículo”, dice Hermannsson. “La OTAN no lo quiere en las manos de cualquier persona”.
En los días claros, subir en el árido y frío desierto a la cueva de hielo es algo magnífico.
Durante el ascenso de cinco kilómetros desde el campo base, Hermannsson explica el impacto del cambio climático en los glaciares de Islandia, junto con la geología de la región.
Los gerentes de proyecto aseguran que el impacto ambiental de la cueva de hielo es mínimo.
“Nosotros solamente hemos extraído 5.500 metros cúbicos de hielo de un glaciar de 900 kilómetros cuadrados”, dice Skarphedinsson. “Es algo parecido a tomar una gota de agua de una bañera”.
Según se calcula, la cueva de hielo podría durar de 10 a 15 años sin mantenimiento.
“Suponemos que en 10 años, algunas partes de la cueva de hielo tendrán que ser reconstruidas”, añade Skarphedinsson. “Existe más presión sobre el hielo en la parte inferior de la cueva y el glaciar en sí se está moviendo lentamente”.
Los recorridos están disponibles todo el año y los precios van desde 17.900 coronas islandesas (135 dólares) para un viaje de tres horas y llegan a costar hasta 268.500 coronas islandesas (2.020 dólares) en el caso de viajes privados. Into the Glacier; +354/659-9710
Jenna Gottlieb, quien reside en Reikiavik, Islandia, ha hecho publicaciones para Associated Press, Dwell Magazine, The Independent, New York Post, Reuters, Reykjavik Grapevine y otros.