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Nota del editor: Mark I. Pinsky, quien reside en Orlando, es el autor de “The Gospel According to the Simpsons” (El evangelio según Los Simpson) y está trabajando en una secuela plasmada en un libro electrónico. Las opiniones expresadas en esta columna son las de Pinsky.

(CNN) – En la última salva de caricaturas anti-islámicas dirigidas a la comunidad musulmana, el diputado holandés Geert Wilders, tiene planificado presentar el miércoles imágenes del profeta Mahoma en la televisión de los Países Bajos.

A principios de mayo, un provocador concurso de tiras cómicas en las que se presentan caricaturas peyorativas de Mahoma en Garland, Texas, resultó en la muerte a tiros de dos atacantes musulmanes. Wilders fue el orador principal del evento y él tiene la intención de presentar las mismas caricaturas en la televisión holandesa.

Anteriormente, a Wilders se le había negado la autorización para mostrar las caricaturas en el Parlamento, por lo que anunció que usaría su tiempo asignado —y sin restricciones— como candidato para transmitir las imágenes. La tradición islámica dominante prohíbe cualquier representación de Mahoma y ​​las imágenes peyorativas han enfurecido a los musulmanes de todo el mundo.

Esta polémica no es algo nuevo. Los judíos en particular saben cuándo la libertad de expresión choca con un verdadero discurso de odio. Pocos lloraron cuando Julius Streicher, editor del tabloide nazi Der Stürmer, el cual presentaba caricaturas difamatorias de los judíos y católicos, fue ejecutado por crímenes contra la humanidad después de la Segunda Guerra Mundial. Y no existe más que desprecio hacia los patrocinadores modernos de los concursos anuales de caricaturas antisemitas, anti-Israel y de negación del holocausto en Teherán.

Así que, ¿cuál es la posición intelectualmente defendible en relación a dónde establecer el límite entre la libertad de expresión y la sátira religiosa? ¿Cuándo ha llegado esto demasiado lejos en una sociedad abierta? ¿Acaso es posible que el tacto reemplace el odio con el fin de dejar las cosas claras con un estilete en lugar de un cuchillo?

A menudo, cuando enfrento tales dilemas, recurro a una tradición de sabiduría poco probable: “Los Simpson”.

Burlarse de un exceso religioso, la hipocresía y el prejuicio ha sido un elemento básico de la narrativa de la serie. Aunque “Los Simpson” nunca vacilan en burlarse, su humor mordaz es inteligente en lugar de crudo, ya que está basado en la comprensión en lugar de la ignorancia y nunca es caracterizado por la maldad y la denigración. Busca provocar una sonrisa más que una mueca de desprecio.

El cristianismo protestante principal –la religión nominal de la familia Simpson– por naturaleza ha sido el blanco principal del programa que ha estado en la televisión durante mucho tiempo, a través de los miembros individuales de la familia y los personajes secundarios como el untuoso reverendo Lovejoy, su pastor, y Ned Flanders, su hiper celoso vecino evangélico de al lado.

Sin embargo, otras tradiciones religiosas –algunas menos conocidas por los aficionados de la serie en todo el mundo– también han sido el enfoque de al menos un episodio; luego, se convierten en parte del vocabulario cómico de la serie, se hace referencia a estas o bromean sobre las mismas en los episodios posteriores. Entre estas están el pentecostalismo, el catolicismo romano, el hinduismo, el judaísmo y el budismo. Cada una fue introducida en la trama a través de amigos de la familia y personajes secundarios, a menudo con la ayuda de la actuación especial de famosos, como Paul McCartney, Don Cheadle y Richard Gere.

Pero para “Los Simpson”, el islam era la última frontera.

En el 2000, cuando estaba investigando la primera edición de “The Gospel According to The Simpsons: The Spiritual Life of the World’s Most Animated Family” (El evangelio según Los Simpson: la vida espiritual de la familia más animada del mundo), varios de los escritores de la serie me dijeron que la única razón por la que todavía no habían representado la fe musulmana en la serie era que ninguno de los escritores conocía lo suficiente sobre la misma.

En ese momento, lo consideré como una patética e inusual excusa, basada en la auto-preservación. Aún teníamos presente la fatwa iraní en curso que amenazaba de muerte al novelista Salman Rusdie por “The Satanic Verses” (Los versos satánicos).

Aun así, los escritores me aseguraron que llegaría el momento en que el programa representaría la última de las grandes religiones del mundo. Tenía mis dudas, sobre todo en el 2005, cuando el periódico danés Jyllands-Posten publicó una docena de caricaturas del profeta Mahoma (reeditadas por Charlie Hebdo), las cuales provocaron a los musulmanes de todo el mundo y dieron lugar a más amenazas de muerte.

Sin embargo, llegó el momento, a finales del 2008, en el episodio “Mypods y Dinamita”, el cual salió al aire de nuevo en la red de cable FXX.

En este se presenta la amistad que el chico malo Bart hizo con un nuevo chico de la ciudad, Bashir bin Laden (!!!), cuya familia es de Jordania. Bart va a su casa a comer un sabroso cordero, pero cuando le dice a Bashir que el único plato comestible en la cafetería de la escuela de Springfield es la chuleta de cerdo, el recién llegado explica que los musulmanes tienen prohibido comer cerdo.

En la escuela, Bart —quien no es ajeno a ser acosado— le dice a Bashir que no permita que el trío de acosadores de la escuela se enteren de que es musulmán. No obstante, los acosadores escuchan la advertencia y comienzan a amenazar a Bashir hasta que Bart sale en su defensa.

En la manera típica de Los Simpson, una cena que los Simpson le ofrecen a la familia bin Laden lleva a Homero a tener una pesadilla al estilo Fox News en la que un musulmán de Springfield se apodera del genio de Aladino de Disney: su iglesia se convierte en una mezquita, su pastor en un mulá y la música de Cat Stevens se escucha por todas partes.

Cuando despierta, Homero sospecha que el padre de Bashir es un terrorista a punto de estallar una bomba. De hecho, el padre, quien es ingeniero, es experto en demoliciones y ha sido contratado para demoler el abandonado centro comercial de Springfield. Esto ocasiona risas, seguido por profusas disculpas.

Aunque el episodio enfrentó numerosos estereotipos, no violó la máxima línea roja —imágenes del profeta Mahoma— así que no provocó una reacción violenta por parte de los musulmanes.

Cuando el episodio se transmitió originalmente, Nihad Awad, en ese entonces director ejecutivo de la filial de Los Ángeles del Consejo de Relaciones Americano-Islámicas, felicitó al creador de “Los Simpson”, Matt Groening:

“Lo felicito por su esfuerzo en el episodio del domingo de ‘Los Simpson’ para humanizar a los musulmanes estadounidenses, retando el sentimiento antimusulmán de nuestra sociedad al introducir a una familia musulmana profesional”.

En retrospectiva, y en vista de la historia de Charlie Hebdo y los ataques contra otros caricaturistas escandinavos, el episodio de “Los Simpson” no solo parece ser algo valiente, sino que también es sabio y encaja bien con la tradición de la serie de representar una religión desconocida de una manera conocedora, con un toque suave, al mismo tiempo que deja al descubierto un prejuicio religioso generalizado.