(CNN) — Parece como si fuese un plan elucubrado por el consejero de una campaña política.
Primero, el comunicado de la misión: una extensa crítica a la injusticia económica y la explotación ambiental, publicada en forma de una encíclica papal, uno de los documentos de enseñanza más importantes de la Iglesia Católica.
Luego los misioneros, unas de las personas más populares en el planeta, llevan el mensaje a las masas a lugares agobiados por la situación que el papa ha condenado, donde será alabado por millones como un héroe local.
¿Quién se encuentra detrás de esta estrategia espiritual? ¿El católico Karl Rove?
No. Es el papa.
Oficiales del Vaticano niegan los rumores de que el papa Francisco tiene política en la mente, o que su próximo viaje a Bolivia, Ecuador y Paraguay pertenece a un plan maestro.
Pero como algunas personas astutas podrían decir, la percepción del octavo día de la visita del pontífice a Sudamérica (el continente de su tierra natal, Argentina) no podría ser mejor.
Los tres países, que visitará del 5 al 13 de julio, están entre los más pobres de Sudamérica. “Son los países olvidados”, dijo el reverendo Gustavo Morello, un jesuita argentino y profesor de Sociología en la Universidad de Boston. “Nadie sabe qué está pasando allí”.
El papa quiere cambiar eso, dicen funcionarios del Vaticano, como parte de su preocupación por la gente que se encuentra en la periferia de la vida moderna: los indígenas pobres, los campesinos en tierras donde no cabe ni un alfiler, y los jóvenes sin trabajo vulnerables a crímenes como tráfico sexual.
Francisco también quiere dar nueva vida a una Iglesia Católica que sufre de un declive en todo el continente, según los expertos religiosos.
Más de 425 millones de católicos viven en Latinoamérica, según un estudio realizado por Pew Research Center en el 2014. Eso es casi el 40% de la población católica.
Pero los católicos en casi todos los países incluyendo Ecuador, Bolivia y Paraguay, han dejado la iglesia por otra o ninguna fe.
“Pronto descubriremos si hay un ‘efecto Francisco’ en su región natal en términos de asistencia a las misas y participación en la vida de la iglesia” dijo Andrew Chestnut, experto en catolicismo y autor de varios libros sobre espiritualidad en América Latina.
Política, espiritual y quizás incluso personalmente, el viaje a Latinoamérica llega en un momento crucial para el papa. Sus 22 discursos planeados y misas de millones demostrarán hasta dónde ha llevado a la iglesia y a dónde quiere que llegue.
Aquí hay tres áreas a considerar mientras Francisco pase por Sudamérica:
Política
Cuando los papas visitan países extranjeros, el itinerario suele ser el siguiente:
Se reúne con los jefes de Estado, da consejos a los obispos locales, platica con los sacerdotes, saluda a las monjas y ofrece una misa frente a las multitudes. Las visitas a caridades y hospitales católicos usualmente están incluidas.
Pero los planes de este papa en Bolivia tienen un toque franciscano. Él atenderá junto con el presidente boliviano, Evo Morales, a la Cumbre de Movimientos Populares.
Juan Grabois, un activista de los derechos humanos argentino y organizador de la reunión, dijo que es una cumbre de grupos comunitarios de todo el mundo: chatarreros de los barrios de India, trabajadores de cooperativas Sudamericanas, inclusive indigentes recolectores de botellas y latas neoyorkinos.
En otras palabras, es el anti-Davos.
Son los pobres e indefensos resolviendo sus propios problemas, trabajando para asegurar lo que Francisco ha llamado “derechos divinos” de tierra, casa y trabajo.
Papas anteriores se han presentado a reuniones políticas similares, dijo el reverendo Thomas Reese, un corresponsal de National Catholic Reporter. San Juan Pablo II, por ejemplo, era un gran promotor de los sindicatos. El papa Benedicto XVI, un defensor ferviente contra la pobreza, podría haber realizado una misa por el movimiento.
“Pero ¿ellos hubieran hablado a un grupo como este en su propia reunión?” Reese dijo. “No sé si ellos hubieran podido”.
A diferencia de sus predecesores, Francisco proviene de un país en vías de desarrollo, y Garabois dijo que él ha apoyado “movimientos populares” desde el 2001.
En ese entonces, Francisco era un arzobispo en Buenos Aires, y Argentina sufría una de las peores crisis financieras de la era moderna, con millones de personas anteriormente de clase media obligados a recolectar de la basura.
“Él cree en la organización de los pobres en su propia forma y la lucha por justicia social,” dijo Grabois. “ Él quiere escuchar lo que ellos tienen que decir, en vez de sólo escuchar a los líderes políticos”.
No será la primera vez que Francisco le ha hablado al movimiento. Cuando se reunieron en Roma el año pasado, se dirigió a los participantes con elogios, llamándolos una “gran señal” de una verdad “usualmente silenciada” inclusive por iglesias cristianas.
“Los pobres no sólo sufren injusticia,” dijo, “¡También luchan contra ella!”.
Grabois dijo que él le ha pedido a Francisco que centre su plática en Bolivia la próxima semana en la eco-encíclica Laudato Si, que argumenta que nuestro cuidado de la tierra y nuestra preocupación por los pobres se encuentran inextricablemente conectados.
Lugares
En sus siete años como papa, Benedicto realizó 25 viajes al extranjero. La vasta mayoría fueron a poderes occidentales como España (tres veces) y su tierra natal Alemania (tres veces).
Juan Pablo el viajero, que fue papa de 1978 a 2005 visitó muchos más países, pero igual en su mayoría a países como Francia (ocho veces), Estados Unidos (siete viajes, incluyendo dos escalas) y España (cinco viajes).
Para ambos papas, Europa era claramente una prioridad, dijo Reese, y con buena razón.
“Si no podemos solucionar cómo salvar la iglesia en Europa y Estados Unidos,” dijo Reese, “no sé qué nos depara el futuro”.
Juan Pablo se centró en luchar contra el comunismo, especialmente en Polonia, de donde era oriundo. Benedicto, un teólogo, quería defender la fe de los seculares afanados en excluir a la iglesia de los debates públicos.
Pero cuando Francisco fue electo en el 2013, significó un cambio en el pensamiento eurocéntrico de la iglesia.
El colegio de cardenales que eligió a Francisco se había diseminado casi a los lugares más recónditos de la tierra para encontrarlo, bromeó. Funcionarios del Vaticano dicen que está determinado a ser “un papa de la periferia”.
Francisco ha visitado Asia dos veces, y sus viajes pastorales en Europa han sido a Albania y a Bosnia Herzegovina. De igual manera, su próximo viaje a Sudamérica centra la atención en países que no suelen estar en la agenda internacional. Sólo un papa ha visitado Ecuador, Bolivia y Paraguay (Juan Pablo II) y fue hace casi 30 años.
Sí, el papa Francisco visitó Brasil en 2013 y visitará los Estados Unidos en septiembre. Pero en ambos casos, la razón principal de los viajes —El día de la juventud en Río de Janeiro y la Reunión Mundial de Familias en Filadelfia—, fueron planeadas por sus antecesores. En esencia, Francisco no tenía otra opción más que asistir.
Incluso cuando visite los Estados Unidos, Francisco hará una parada en Cuba primero. Cuando se trata de viajes papales, el mensaje parece ser directo del Evangelio de Mateo: “Los últimos serán los primeros”.
Gente
En los primeros años de su papado, hemos visto el tipo de personas que acoge el papa: los adultos mayores, los jóvenes, los criminales, los enfermos, los pobres.
Podemos esperar ver mucho más de ello durante su viaje a Latinoamérica, donde visitará varios barrios, un ancianato y una de las prisiones más grandes del continente. El papa también planea destacar las culturas nativas de América, dice el Vaticano, con misas que incluyan cantos en los idiomas locales, como el guaraní.
Menos notorio, quizás, son los cambios de personal que ha realizado el papa en el Vaticano. Ha despedido a varios estadounidenses y europeos de altos puestos a la vez que se ha rodeado de hombres que han servido a la iglesia en Latinoamérica.
Su secretario de estado, el Arzobispo Pietro Parolin, era el embajador del Vaticano en México y Venezuela. Cinco de otros ocho miembros del poderoso Consejo de Cardenales —su gabinete, esencialmente—, ha trabajado extensivamente con latinos o ha trabajado en Latinoamérica.
El papa también ha llenado el Colegio de Cardenales, los hombres que elegirán a su sucesor, con obispos fuera de los lugares de poder católicos tradicionales.
Hombres de Asia, Latinoamérica y África ahora forman casi el 40% del colegio, el mayor porcentaje en la historia moderna, de acuerdo con Reese. Algunos países, como Haití y Tonga, nunca habían tenido un cardenal.
En ese sentido, Francisco parece estar diciendo que el futuro de la iglesia será formado por gente y lugares que el mundo —e inclusive algunos católicos— han ignorado por mucho tiempo.