(CNN) – Durante tres semanas a principios de este año, la autopista Dalton permaneció bajo el agua, luego de que las tormentas de hielo inundaran las orillas del río Sagavanirktok “Sag”.
La autopista ha ganado una posición permanente en las listas de las carreteras más peligrosas del mundo. Como la única ruta y vía de suministro al Océano Ártico y sus abundantes campos de petróleo, esta se extiende un poco más de 665 kilómetros a través de la tundra de Alaska. Solo los pilotos más experimentados de camiones para trabajo pesado pueden conducir por los temibles tramos que tienen nombres igual de temibles, tal como “Ice cut” y “Avalanche Alley”. Un colapso en el suelo congelado puede ser fatal en cuestión de segundos.
Sin embargo, la autopista Dalton es muy transitada, ya que cientos de camiones viajan entre Fairbanks y Deadhorse todos los días. La reciente inundación atrasó más de 1.000 viajes y causó la pérdida de millones de dólares.
Fiebre del frío
Alaska es ahora demasiado importante como para ser pasada por alto. Debajo de la superficie congelada, la tierra y el mar son ricos en valiosos recursos naturales.
La Bahía Prudhoe está entre los campos de petróleo más grandes del continente, ya que produce 80 millones de barriles de petróleo al día. La lucrativa industria de minerales se está disparando, ya que la cantidad de oro, plata y zinc que están extrayendo de la tierra está aumentando. Los mariscos se están convirtiendo en una potencia de la economía local e internacional.
El auge de los activos está ayudando a las empresas locales a capturar los mercados extranjeros —las exportaciones se han duplicado durante 20 años a 5.200 millones de dólares en el 2014— y está atrayendo negocios internacionales a Alaska.
Los recién llegados podrían enfrentar un choque cultural. La gigante sueca de ingeniería Sandvik Group tiene alrededor de 50.000 empleados en más de 100 países, pero luego de ingresar al mercado de Alaska como una concesionaria de construcción y minería en el 2012, tuvo que adaptarse a las condiciones únicas.
“El transporte es un reto, especialmente tomando en cuenta que nuestro equipo tiende a estar ubicado en zonas remotas”, dice Jeff Heinemann, vicepresidente de Sandvik Construction en Norteamérica. “La infraestructura mínima hace que el acceso por carretera sea difícil… en lugares remotos, la mejor opción para transportar personas y repuestos podría ser vía aérea”.
Sandvik, al igual que muchas de las empresas internacionales que operan en Alaska, trabaja con un distribuidor local que proporciona el beneficio de la experiencia y conocimiento de las costumbres laborales de Alaska.
“Nuestros clientes pueden trabajar todo el día en la temporada de construcción de seis y cinco meses en el año o trabajar todo el día durante los inviernos extremos”, dice Heinemann. “Las compañías locales adaptan sus métodos de trabajo de acuerdo a las condiciones climáticas… nosotros tenemos que asegurarnos de que nuestro equipo está listo para comenzar”.
Construcción de puentes
La logística es aún más exigente en las islas Aleutianas e islas Pribilof al oeste del continente, el hogar de algunas de las pesquerías más abundantes de Estados Unidos. Las compañías dependen de barcos y aviones para el transporte, lo cual es poco confiable y costoso, dice Larry Cotter, director ejecutivo de APICDA, un grupo multitudinario de las compañías pesqueras que exportan en todo el mundo.
“En el caso de una sola planta, solo podemos sacar los productos tres o cuatro veces al año, por lo que la sincronización de mercado no siempre es la correcta. A veces nos atrasamos dos meses para una venta”.
Las condiciones también son muy peligrosas, pero la demanda de pescado local como el bacalao negro y salmón de Alaska ofrece grandes recompensas. Si Alaska fuera una nación independiente sería el séptimo mayor proveedor de mariscos del mundo, con exportaciones que ascienden a un total de 3.000 millones de dólares al año.
“China y el sudeste de Asia son mercados de enorme crecimiento”, dice Cotter. “China tiene un apetito insaciable y está causando un gran impacto. Hace quince años, el 99% de bacalao negro fue enviado a Japón, ahora es a China, Hong Kong y Singapur, junto con Estados Unidos, y Japón tiene que competir con ellos”.
Cotter cree que Alaska debe desarrollar su infraestructura para aprovechar este auge. La modernización de los puertos y la inversión en energías renovables son prioridades esenciales.
El proyecto más ambicioso es un oleoducto de GNL (gas natural licuado) ampliamente debatido que sería utilizado para el Estado, así como para exportar a los mercados extranjeros. Un esquema de 1.287 kilómetros y 65.000 millones de dólares respaldado por gigantes del petróleo como Exxon Mobil, ConocoPhillips y BP, que también cuenta con el apoyo de las autoridades locales, está logrando pasar los obstáculos regulatorios —incluyendo una revisión federal del impacto ambiental, la cual ha suscitado preocupaciones— antes de iniciar el período de construcción de seis años.
El estado también ha tomado medidas que favorecen el comercio, incluyendo la introducción de una zona comercial que exonera a las empresas internacionales de requisitos arancelarios. Los aeropuertos de Alaska cuentan con las leyes más liberales de Estados Unidos para las compañías extranjeras que transfieren cargas.
Si Alaska puede mejorar su infraestructura, contará con las condiciones necesarias para avanzar rápidamente como un centro internacional de negocios, dice el Dr. Darren Prokop, profesor de logística de la Universidad de Alaska Anchorage. Es el estado mejor ubicado de Estados Unidos para el comercio internacional, señala —”en un período de vuelo de nueve horas alcanza el 90% del mundo industrializado”— y el único estado del Ártico, que garantiza recursos, influencia y prestigio.
Con el inicio de grandes proyectos de desarrollo, el nuevo desafío es mantener el ambiente único.
“Es una área hermosa que cuenta con una gran cantidad de recursos, por lo que es cuestión de equilibrar esa ecuación”, dice Prokop. “Queremos extraer la riqueza, pero mantener la naturaleza prístina de la costa y el interior de una manera que fomente el turismo y los viajes”.
El futuro parece genial y lleno de posibilidades. Pero cualesquiera que sean los cambios, la esencia de trabajar en Alaska seguirá siendo la misma: una batalla contra la naturaleza en sus extremos más salvajes. Y como todo camionero de la autopista Dalton sabe, no siempre se puede ganar.