(CNN) – Tess Dumon no sabía si su hermano estaba vivo o muerto.
Louis, de 14 años de edad, había sufrido ataques casi toda su vida, pero esta vez no despertaba.
“Vi cómo mi madre sostenía su cuerpo inerte en sus brazos”, recuerda Dumon respecto a ese traumático día en su casa en Suiza hace 12 años.
“Él había tenido una de sus frecuentes crisis de epilepsia que lo hacían convulsionar, distorsionarse, caer y babear. Sin embargo, algo ocurrió esta vez, algo inusual. Mi hermano no reaccionaba a nuestros llamados y a nuestras ligeras palmadas”, dijo.
“El tiempo se había detenido”.
Luego de ser trasladado de prisa al hospital, la familia soportó una agonizante espera mientras Louis, quien además es autista, permaneció en coma durante varias horas antes de finalmente despertar.
Arte como terapia
El horrible espectáculo dejaría una impresión duradera en Tess, quien en ese momento tenía 12 años, y por ello recurrió al arte como forma de terapia.
Inicialmente, ella exploró la relación familiar por medio de bocetos y dibujos —algunos representan de forma gráfica su sentido de dolor y dislocación— antes de pasar a la cerámica y hacer pequeñas figuras equinas inspiradas por la experiencia de su hermano con la terapia equina.
“No sabía cómo interactuar con él —él no puede hablar en absoluto— pero luego lo vi participando en la equinoterapia. Los caballos son bien conocidos por tener interacciones con los discapacitados y con las personas que tienen algún tipo de trauma”, dijo Tess.
“Solo hacía muchas observaciones, y cuando empecé a hacer arte, era un tema central en mi trabajo”.
La terapia ecuestre asistida es un tratamiento alternativo cada vez más popular para las personas que buscan ayuda con un rango de trastornos psicológicos, desde la depresión hasta las fobias.
El trabajo de Dumon con la cerámica también fue un intento por abordar problemas de trauma y memoria.
Según la organización Autism Spectrum Disorder Foundation, con sede en Estados Unidos, los niños autistas pueden beneficiarse de las sensaciones motoras, emocionales y sensoriales que vienen con montar un caballo.
Louis, quien ahora tiene 26 años, ha estado yendo a Ginebra durante más de una década para participar en la equinoterapia.
“Simplemente siento que es el lugar correcto para él… lo calma”, dice.
“Él no habla, pero se siente más con vida cuando está rodeado de caballos que cuando está por su cuenta. Generalmente respira de manera muy pesada, puede estar bastante emocionado y no se queda quieto, pero cuando está con los caballos, simplemente se tranquiliza”, comenta Tess.
Dumon había planificado estudiar administración de empresas, pero sus padres, quienes amaban el arte, la animaron a optar por una carrera más creativa. “Siempre me llevaban a museos”, dice.
‘Magia y sorpresa’
Fue mientras estudiaba en Central St. Martins College de Londres cuando Dumon empezó a hacer esculturas mucho más grandes, y creó su pieza de graduación ‘Stabat Mater (Lorasifar, Depakin, Tegretol & Circadin)’ por la que ganó un premio; se trata de su respuesta artística más audaz a la crisis de epilepsia de su hermano hasta la fecha.
El título hace referencia al himno medieval en latín acerca del sufrimiento de María en la crucifixión, mientras entre paréntesis enumera los cuatro medicamentos de Louis para la epilepsia.
Las cuatro esculturas de caballos, hechas en su totalidad de malla de alambre, fueron colgadas en el atrio de la universidad el año pasado.
“Lo que me gusta de la malla de alambre es que puedes ver a través de ella; existe una ligereza, una transparencia”, dice.
“Me gustó mucho la idea de que volaran por ahí. Hubo magia y sorpresa cuando las colgamos”.
La joven de 24 años estudia una maestría en el Royal College of Art de Londres, pero su trabajo está empezando a ser notado en círculos artísticos externos.
En mayo, el hipódromo de Ascot le encargó a la artista francesa que creara una escultura para la reunión con el rey Jorge VI.
Los aficionados a las carreras tendrán la oportunidad de observar su representación del principal potro europeo Charm Spirit, en su totalidad.
Su obra, la cual completó en tres semanas y media, ha sido cubierta en flores.
“Estaba completamente emocionada. No había hecho ningún caballo desde el año pasado, así que estaba muy feliz de hacer otro”, dice.
Dumon no está segura de qué le depara el futuro, pero espera que el tema de los caballos continúe de cierta forma… en particular porque arroja un poco de luz respecto al autismo.
“Los caballos son mi firma en cierta forma, y realmente traducen mi relación con mi hermano, la forma en la que lo veo y cómo interactúa con el mundo”, dice.
“Cada vez que las personas me preguntan por mi trabajo, me alegra mucho que se interesen en mi hermano y en el autismo en general”.
“Es bueno ayudar, porque por lo general, las personas no saben cómo hacer la pregunta correcta”.